Nací en un tiempo en el que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en Dios, por la misma razón por la que sus mayores la habían tenido —sin saber por qué—. Entonces, como el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente y no porque piense, la mayoría de esos jóvenes escogió la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin embargo, a esa clase de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen, y no ven sólo la multitud de la...