Una de las noticias de esta semana es la venta de Oculus VR a Facebook por 2.000 millones de dólares. Y la clave está en que la empresa comenzó su actividad a través de crowdfunding (concretamente Kickstarter).El problema está en que muchos de los donantes están ahora enfadados ya que no ven nada del dinero de la venta. Ellos lograron que el proyectos se hiciera realidad y ahora no ven nada de vuelta
Es innegable que las impresoras en 3D abren un mundo de posibilidades. Sus defensores dicen que estas pequeñas máquinas hogareñas les van a permitir a diseñadores y creativos dar rienda suelta a una catarata de ideas. Y que van a poder construir cualquier cosa que imaginen, desde anillos para la cortina de la ducha a obras de arte e incluso automóviles. Pero no todos están de acuerdo.
Oculus Rift fue un producto financiado en Kickstarter, donde el equipo que pedía 250.000 dólares para darle vida acabó con 2,5 millones de dólares, gracias a la comunidad. No es de extrañar que, tras su venta a Facebook, muchos de los que lo financiaron, no estén satisfechos con la situación.
El vehículo es obra del entusiasta del radiocontrol Nick Case, se mueve gracias a un motor eléctrico, y cuenta con un sistema de dirección como el de cualquier modelo a escala que se precie, aunque dudamos de que sea muy maniobrable a esas velocidades. En el mejor test, este bólido en miniatura ha superado la increíble velocidad de 302 kilómetros por hora. Os dejamos con el vídeo de la prueba.
Parece ser que cuanto más baratas y eficientes son las energías renovables, más obstáculos les ponen para que no levanten cabeza. Por eso resulta un verdadero soplo de aire fresco (y más hoy que sube la luz) que Windcentrale, una compañía eólica holandesa que facilita las compra cooperativa de aerogeneradores, haya logrado en un tiempo asombroso de apenas trece horas 1,3 millones de euros...
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