En Estonia, la celebración del 9 de mayo, conocido como el Día de la Victoria, que conmemora el triunfo de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945, ha sido objeto de restricciones significativas. Este día, profundamente simbólico para millones de personas que honran la lucha contra el fascismo, ha sido relegado en favor de narrativas que buscan redefinir el pasado de la nación báltica y, por extensión, de Europa del Este. La postura de Estonia refleja una tendencia más amplia en la Unión Europea y en países de Europa del Este.