Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Pero todavía hay otros países que podemos azuzar contra Rusia, venderles armamento, negarles la posibilidad de negociación y cuando estén en la mierda, dejarlos tirados y quedarnos con lo que quede del pais.
Los europeos me besran el culo para entrar en guerra, va a ser un negocio redondo.
Ah, y el nord stream no volverá a funcionar nunca si no saco tajada personalmente.
Huties desde el comienzo de las hostilidades- EN EL MOMENTO EN QUE LOS ISRAELIS DIGAN QUE QUE DEJARAN DE MASACRAR AL PUEBLO PALESTINO, DEJAREMOS DE ATACAR SUS BARCOS
#1 En derecho romano ya existía el usucapión. La propiedad que se abandona puede cambiar de mano legalmente a quien la usa y se responsabiliza de ella.
#4 El auténtico gasto está en la "guerra contra la droga". Policía nacional, local, guardia civil, unidades especializadas, lanchas, barcos, helicópteros, fiscales, jueces, sistema penitenciario... Todas esas cosas para mantener el negocio en lo alto y mantener estructuras bien corruptas en lo alto.
No tiene nada que ver con el "delito contra la sanidad pública". Son intereses políticos. Hay que releer Fariña para entender por qué sigue siendo ilegal.
#16 Visto así no tendrás problema con añdir el cannabis que es menos duro y dañíno que el alcohol o el tabaco ¿no?
El cannabis está más bien ala altura de la cafeína, aunque también por debajo en muchos sentidos.
"Aunque los que experimentan abstinencia de cafeína pueden tener síntomas más graves que los que experimentan abstinencia de cannabis, ambas drogas pueden provocar estrés en el organismo por dejar de consumirlas o abandonarlas repentinamente. A diferencia del cannabis, la cafeína puede causar la muerte en casos graves de consumo de dosis elevadas de una sola vez. Sin embargo, el cannabis puede causar un mayor deterioro al consumidor que la cafeína. Tanto la cafeína como el cannabis influyeron en las actividades de las enzimas y los neurotransmisores del cerebro. «Ambos estimulantes alteraron la química cerebral en relación con las enzimas y los neurotransmisores analizados".
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Gabriel Celaya