Una nueva fiebre ha prendido con fuerza: la de los centros de datos. Gigantes tecnológicos se han lanzado a invertir cifras astronómicas en Aragón, atraídos por sus favorables condiciones para albergar estas gigantescas infraestructuras. Sin embargo, este despliegue masivo plantea serias dudas sobre si realmente contribuirán a nuestra prosperidad o serán agujeros negros de agua y energía. En este artículo se analizan en detalle las implicaciones del “otro lado de la nube”.
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