Todos coincidían en que el niño iba a sufrir graves complicaciones neurológicas, pero ninguno quería interrumpir el embarazo. "Mucha voluntad, pero ninguna solución", señalaron. Fue un médico de la seguridad pública quien les planteó la posibilidad de viajar a Francia. La ley del país galo no es tan ambigua como en España. No prima el tiempo, sino el diagnóstico médico.
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