Según los primeros resultados desvelados de una consulta pública sobre el uso de RFID en Europa, la cosa está meridianamente clara: sólo un 15% de los consultados confían en la autorregulación de las empresas a la hora de utilizar las etiquetas RFID y más de la mitad opinan que hay que hacer cambios legislativos para prevenir el abuso. Un amplio porcentaje de ciudadanos tienen presente el problema de pérdida de privacidad que significa su uso y exigen que las etiquetas se puedan destruir tras su uso.
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