El policía aprovechaba su posición para exigir dinero en efectivo a algunos pasajeros extranjeros para autorizar su entrada, sin que quede registrada la infracción. El importe mínimo que recibía de cada viajero podía llegar hasta los 100 euros por persona y día, lo que en algunos casos podría superar los miles de euros. Para ocultar sus actos, el agente manipulaba la lista de inadmitidos, borrando los nombres de aquellos pasajeros a quienes había coaccionado.
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El caso comenzó a ser investigado después de que cuatro víctimas denunciaran el comportamiento del agente ante las autoridades. Los denunciantes, principalmente ciudadanos de países hispanoamericanos, habrían pagado para no ser rechazados en el control.
Tras las declaraciones de los afectados, la Unidad de Asuntos Internos (UAI) del Cuerpo Nacional de Policía identificó al agente y procedió a su arresto en el propio aeropuerto.
¿De verdad este lumbreras se pensaba que no iba a caer ? cuanto tiempo creía que podía estirar el chicle...
Y encima os quejáis...