En medio de la profunda cicatriz ambiental y humana que han dejado los incendios hay otras víctimas silenciosas: la fauna endémica que murió o perdió su hábitat; canes como Tintín, último habitante de un pueblo calcinado en Valdeorras, al que antes alimentaban los vecinos, o cachorros lactantes cuya madre no aparece. Protectoras como Arume de O Carballiño urgen familias de adopción. Tintín es un perro ya añoso, de raza mestiza, que vive en la calle. Su dueña falleció y, hasta hace unos días, lo alimentaban los vecinos de uno de los pueblos...
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Hay gente a la que habría que quitarle el estatus de persona. No merecen los mismos derechos que el resto porque no cumplen las normas y obligaciones básicas. Nos gastamos una pasta en alfabetizarlos, cuando claramente es tirar el dinero, en darles sanidad para que sean mierdas con ojos. Es desalentador.