Un estudio publicado en PAIN y descrito recientemente por su autora principal, Anna M. Zamorano, en The Conversation, analiza el cerebro de un grupo de voluntarios, músicos y no músicos, después de causar dolor en su mano. Observaron que, como ya sospechaban, los músicos soportan mejor el dolor. Pero no solo eso. Todo lo que normalmente desbarata el dolor en el cerebro seguía intacto en ellos. Comprobar esto no solo da solución a una incógnita. También ayuda a entender por qué algunas personas lidian mejor con el dolor que otras.
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