Norte de Portugal, 1 de marzo de 1942. Antonio Roquete, uno de los principales torturadores de la dictadura de António de Oliveira Salazar, dirige una redada contra opositores al régimen. Entre ellos se cuenta un viejo conocido suyo. Porque Roquete, antes que esbirro del Estado Novo, ha sido jugador. Y quien queda detenido, expuesto a abusos y encerrado en un campo de concentración en Cabo Verde, no es otro que Cândido, su antiguo entrenador.