Imagina que tienes un chalé cojonudo. Moderno, amplio, con jardín, dos garajes, y lo que se te ocurra. Y un buen día se te ocurre que quieres hacerte una piscina, porque te apetece tenerla, verla, y que la usen tus invitados, aunque tú no sepas nadar. Y oye, que además la piscina, aunque te cueste un huevo, porque te va a costar un huevo, revaloriza la propiedad y aumenta la tasación del conjunto, etc. Pues bueno: cuando la construyas, acabarás aprendiendo a nadar, porque no la vas a tener ahí para nada. Y el que compra un …