#5 El debate político está controlado, la maquinaria que mueve la opinión pública es tan enorme que cada uno de nosotros solo es capaz de ser consciente de una parte del todo.
No es ninguna conspiración de una élite superior capaz de controlar el mundo, simplemente convergen los intereses de cierto estatus quo, que sin planificar ningún plan siniestro para dominar el el mundo, sus esfuerzos independientes por mantener la posición favorece mayoritariamente a los que se encuentran en posiciones similares,
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#4 No es ninguna parida. Claro que para verlo hay que entender la diferencia entre creer y saber.
Aunque el autor va mucho más lejos y apunta en otra dirección. Se refiere a que todo el mundo adora algo, es decir, tiene a algo como al bien superior por el que merece sacrificarse y por el que obtiene satisfacción. Para un religioso es Dios; para alguien no religioso puede ser la cuenta bancaria, o el sexo, o la belleza, o el hedonismo, o su equipo de fútbol, o su sistema de creencias sea cual sea y esto incluye el ateísmo, el comunismo, el fascismo y todos los -ismos que se te ocurran.
Y a lo que apela el autor es a hacernos conscientes de esto, a no caer en la trampa de que somos pensadores libres no condicionados. Que aquello que tenemos como bien superior, primero lo hagamos consciente. Sepamos qué es lo que colocamos como lo más importante de la vida. Y luego, cuestionarlo. Averigüar por qué hemos escogido eso y no otra cosa. De donde viene, si tiene sentido y si podríamos escoger algo diferente. Porque inevitalemente vamos a tener algo a lo que adorar, aunque sea a nuestro yo más egóico. Y lo único que podemos hacer es sentar en el banquillo esa creencia suprema y ponerla a examen porque de ella va a depender nuestra felicidad o infelicidad.