
¿Qué me diríais si os cuento que Vox sería la fuerza más votada entre los catalanes de menos de 34 años? Que es una maldita locura. Yo mismo lo pensaba hasta hoy. Pero esta encuesta de LA VANGUARDIA lo afirma tajantemente archive.is/20250921082206/https://www.lavanguardia.com/politica/202509 Sin perjuicio de que podéis consultarla en el link, os saco los datos más relevantes:
-Explosión de la extrema derecha nacionalista. Alianza Catalana pasa de 2 a 19 escaños. Vox de 11 a 16. En un parlamento con 135 escaños, la ultraderecha xenófoba tendría 35. La derecha del PP tendría 13 y Junts 21. En total, 69 escaños. Mayoría absoluta de la derecha...donde la ultraderecha aporta más escaños que la derecha tradicional.
-Los jóvenes apuestan por Vox. Copio literalmente el párrafo donde lo indica:
La explicación parcial de este terremoto electoral reside en el voto de los jóvenes, muy especialmente en el caso de Vox, que sería la formación más votada entre los menores de 34 años. El partido de Abascal e Ignacio Garriga obtiene también un notable apoyo en la franja hasta los 54 años, aunque a partir de esa edad se difumina. En cambio, Aliança Catalana mantiene unos registros estables en todos los tramos de edad: la votarían uno de cada diez consultados. Los socialistas –pero no Junts– solo recuperan fuelle entre los votantes mayores de 54 años (un grupo que da la mayoría al PSC, ya que uno de cada cuatro electores de esa edad votaría socialista).
Si esto pasa en Cataluña, podéis imaginaros lo que nos espera en el resto del Estado. Pero ¿Cómo hemos llegado aquí? Me encantaría que lo debatiésemos, y para empezar os aporto mis ideas:
-Desencanto absoluto con una izquierda que está en el gobierno pero, en lo verdaderamente importante, no actúa como izquierda. En 2005, el 60% de los menores de 30 años vivían con sus padres. Hoy son algo más del 85%. Y la causa es clara: el alquiler se comería hoy el 90% del salario medio de un joven de esa edad www.cje.org/observatorio1s2024/ De otro lado, y pese a las subidas salariales de los últimos años, la inflación ha bloqueado cualquier incremento tangible del poder adquisitivo de la población. En el caso de los jóvenes, con los salarios de miseria (o directamente ausencia de salario) que padecen, esta situación es singularmente trágica.
Me diréis que esto no es sólo culpa del Gobierno, ya que cualquier medida social dirigida a topar los alquileres debe contar con el apoyo de la derecha de Junts o PNV. Es discutible (la falta de entusiasmo del PSOE en promover medidas valientes es bastante clara, aunque es muy probable que cayesen en la votación parlamentaria por culpa de Junts). Pero es muy difícil transmitir ese mensaje a la juventud. Lo evidente para cualquiera es que, con la izquierda en el poder, no hay más justicia social para ellos. Pedro Sánchez nunca debió pactar la investidura con Junts, sabedor de que sería su rehén toda la legislatura, y que hundirían la reputación de un gobierno que está en las antípodas de sus tesis neoliberales mientras le sacan todas las concesiones que pueden antes de dejarlo caer.
-Rabia y frustración a raudales convenientemente orientadas por la propaganda ultra. En los últimos años, hablando con veinteañeros he tenido que desmentir cientos de veces que hay ayudas exclusivamente dirigidas a los inmigrantes, es decir, que te la dan por serlo y además es de 2000 euros y te soluciona la vida. Yo, trabajando en el McDonalds, no puedo emanciparme, pero al mena que viene en patera le regalan un piso. De entre la propaganda goebbeliana de la ultraderecha, éste es el mensaje que más cala.
A la inmensa mayoría de los jóvenes les dan igual el islam, los velos o las subnormalidades medievaloides de Don Pelayo y la Reconquista que sueltan desde Vox. Pero se sienten discriminados respecto al inmigrante. Y quieren vengarse de las autoridades que les dejan tirados mientras les solucionan la vida al extranjero ilegal. Que es mentira, pero muchos jóvenes se la tragan. Primero por el deficiente sistema educativo y la falta de fomento de la cultura y el espíritu crítico en las etapas educativas obligatorias. Y segundo porque cuando estás indignado tiendes a tragarte cualquier cosa que te permita canalizar tu rabia. El voto a Vox es un voto de venganza contra el sistema proyectado sobre lo más (aparentemente) antisistema del tablero político. Que todo reviente porque peor no vamos a estar. No se dan cuenta de que Vox es lo más prosistema que existe, y que si ganan nos espera un mercado laboral salvaje donde el empresario puede sodomizar a su empleado sin consecuencias, unos servicios públicos privatizados y unas rentas altas hiperprivilegiadas por la drástica reducción de impuestos para ellas que promueven.
Sobre lo que nos espera si gobierna Vox, y sobre el radical deterioro de la ya muy deteriorada calidad de vida de la clase trabajadora que implicaría, ya escribí esto www.meneame.net/m/Artículos/votante-vox-confiarias-administrador-esta
-Servicios públicos penosos. Principalmente la sanidad, pero también servicios sociales y educativos, o prevención de incendios. Son competencias de las comunidades autónomas y los controla el PP con el apoyo de Vox en la inmensa mayoría de ellas. Pero es tan fácil soltar la mentira de que son competencia del gobierno y Perrosanxe tiene la culpa de que están hundidos...en Murcia la mayoría de la gente se lo cree.
-Puede haber otros factores secundarios, como la inseguridad ciudadana en ciertos barrios o el fomento de la cultura incel a través de internet (nosotros, Vox, somos los únicos que te protegeremos frente a las denuncias falsas de las feminazis, que te pueden caer en cualquier momento y hundirte la vida) pero creo que las claves están en los párrafos anteriores.
¿Qué puede hacer la izquierda? Jugarse el todo por el todo. Presentar todas las medidas sociales y de redistribución de la riqueza que no ha presentado hasta ahora: tope de alquileres, construcción masiva de viviendas sociales, subidas radicales de impuestos a las grandes fortunas...y llevarlas al Parlamento dándole la mayor publicidad posible. Y cuando las pierda por culpa de Junts, convocar elecciones integrándolas en su programa electoral Es difícil que salga bien, pero es la única salida. Porque en menos de 2 años, si seguimos igual, esto no hay quien lo arregle. Y la mayoría absoluta de PPVox, con un Vox disparado, es inevitable.
Este fin de semana compré, en un rastro callejero, un viejo ordenador portátil. Supuse que, como viene siendo habitual, encontraría algo de información privada, alguna foto, algún documento, lo típico.
Pues esta vez no, lo que había es una cantidad inmensa de información, tanto personal como empresarial, aproximadamente 15 Gb en total. Fotos personales en abundancia, albaranes y facturas de una empresa, números de cuenta, datos de contacto de todo tipo y documentación empresarial muy detallada. Lo único que salva un poco el desastre es que el grueso de la información es del periodo 2004~2007, y está básicamente obsoleta. Aun así, esta información podría haber sido peligrosa si hubiera caído en manos equivocadas. Con los datos existentes y algo de paciencia se podría haber montado una suplantación de identidad, con su consecuente estafa.
Por supuesto, tras dar un vistazo para calibrar el desastre, ya está todo borrado, y en breve el disco duro "sufrirá" un borrado intensivo, por lo que será imposible recuperar nada.
¡Borrad la información de vuestros dispositivos viejos antes de tirarlos!
Para los frikis de la retroinformática: Compaq Armada 900, Athlon XP Mobile 2000+ (1.66 Ghz), 256 Mb RAM DDR266, Ati Mobility Radeon U1. 5 Euros, sin saber si funcionaba, y sin fuente de alimentación. La pantalla no funciona, pero con una externa va todo perfecto.
Me vine desde Barcelona hace casi 32 años. Por amor. No por la ciudad, aunque acabé amándola también, sino por una persona. Dejé el Mediterráneo por la lluvia perpetua, el bullicio por el silencio de piedra, y la familiaridad por lo desconocido. Y durante años, muchos años, pensé que había sido la mejor decisión de mi vida.
Ahora me voy. Y lo hago desencantado.
No me voy de Galicia, pero sí de esta ciudad que ya no reconozco. De este Santiago que se ha vendido al mejor postor, que ha sacrificado su alma en el altar del turismo masivo y la especulación inmobiliaria. Me voy porque después de más de dos décadas aquí, siento que la ciudad me expulsa con la misma indiferencia con la que ahora trata a sus vecinos.
La gentrificación y la turistificación no son palabras abstractas cuando las vives en tu propia carne. Son el bar de barrio que cierra para convertirse en una tienda de souvenirs. Son los vecinos de toda la vida que se marchan porque ya no pueden pagar el alquiler. Son las calles del casco histórico convertidas en un parque temático para peregrinos con prisa y turistas de selfie.
Santiago se ha convertido en una postal, en un decorado. Y los que vivíamos aquí hemos pasado de ser ciudadanos a ser figurantes molestos en la escenificación de una ciudad patrimonio de la humanidad que ya solo se piensa para ser consumida, no para ser habitada.
¿Dónde quedó el Santiago de las conversaciones largas en los bares, de los vinos en el Franco, de los mercados de abastos con vida real, de los barrios con identidad propia? Lo sepultaron bajo capas de pintura para fachadas turísticas y terrazas invasivas. De pisos de AirBnB ilegales. De mala educación e incivismo.
Y la gestión municipal... no voy a ser hipócrita: ha sido desastrosa. Salvo honrosas excepciones. Xerardo Estévez fue, sin ninguna duda, el mejor alcalde que ha tenido esta ciudad. El único que entendió que Santiago necesitaba modernizarse sin perder su esencia, que el progreso no está reñido con la memoria, y que una ciudad es ante todo su gente.
El resto ha sido una sucesión de mediocridades, de decisiones cortoplacistas, de políticas que han priorizado el beneficio inmediato sobre el proyecto de ciudad a largo plazo. Han dejado que Santiago se convirtiera en rehén de intereses particulares, que el centro histórico se vaciara de vida auténtica, que los barrios periféricos quedaran abandonados a su suerte.
Han gestionado Santiago como si fuera un negocio, no como si fuera un hogar para miles de personas.
Pero seamos honestos: los políticos municipales no han estado solos en este desastre. Detrás de cada decisión urbanística calamitosa, de cada ordenanza que prioriza el negocio sobre la convivencia, están los lobbies. Y muy especialmente, el de la hostelería.
El lobby hostelero ha secuestrado Santiago. Ha conseguido que la ciudad se piense exclusivamente desde la lógica de la terraza, del consumo, del turista que llega, gasta y se va. Han convertido el espacio público en extensión de sus negocios privados, han llenado las calles de ruido y basura, y han presionado para que cualquier regulación mínima sea vista como un ataque a la economía local.
¿Peatonalización? Solo si beneficia a los bares. ¿Horarios razonables? Imposible, perjudica al sector. ¿Protección del comercio local frente a franquicias turísticas? Ni hablar. El resultado es una ciudad rehén de unos pocos que han confundido el interés particular con el bien común, y unos políticos demasiado débiles o demasiado cómplices para plantarles cara. ¿Tasas turísticas? Lo han tratado de impedir por tierra, mar y aire. ¿Acaso en Francia se equivocan cuando se aplican las Tasas turísticas?
Y en esta alianza del dinero, no podemos olvidar al Arzobispado. Ese poder en la sombra que gestiona un patrimonio inmenso y que convive perfectamente con el negocio turístico-hostelero. Al fin y al cabo, ambos viven de lo mismo: de la explotación del Camino, de la mercantilización de la espiritualidad, de convertir Santiago en producto de consumo.
La Iglesia controla gran parte del suelo y los edificios del casco histórico, pero ¿cuándo ha alzado la voz contra la degradación de la ciudad? ¿Cuándo ha defendido a los vecinos frente a la especulación? Nunca. Porque el modelo les viene bien. Peregrinos que gastan, turistas que consumen, hostales y tiendas de recuerdos en locales eclesiásticos. Una simbiosis perfecta entre la cruz y el negocio, mientras Santiago se desangra.
Me llevo conmigo la Quintana de Mortos. Esa plaza donde el tiempo parece detenerse, donde la piedra cuenta historias de siglos y donde he pasado horas mirando la luz cambiar sobre esas piedras. Me llevo las tardes infinitas en el Parque de Bonaval, ese espacio que es al mismo tiempo cementerio y jardín, muerte y vida entrelazadas, el lugar más honesto de toda la ciudad.
Esos espacios me dieron lo que la gestión municipal nunca supo dar: un sentido de pertenencia, un lugar donde ser yo mismo, donde la ciudad hablaba en voz baja y había que saber escuchar.
Me voy con rabia e indiferencia sí. Pero también con gratitud por los años buenos, por las amistades que permanecen, por todo lo que aprendí en esta ciudad de lluvia y piedra. Santiago no me dio mucho, pero llega un momento en que hay que saber marcharse.
No me voy de Galicia porque aquí sigue estando mi vida, mi familia, mi gente, mis raíces de los últimos 32 años. Pero me voy de Santiago porque ya no puedo ver cómo siguen destruyendo lo poco que queda de la ciudad que un día amé.
A los que se quedan, a los que resisten: que no os venzan. Que sigáis luchando por un Santiago que vuelva a ser ciudad y deje de ser negocio. Que recupereis los barrios, las plazas, las calles. Que la memoria de lo que fue os dé fuerzas para construir lo que puede ser.
Yo me voy. Pero me llevo conmigo al Santiago verdadero, el que conocí, el que viví. Ese nadie me lo puede quitar.
"Santiago de Compostela. Un lugar donde todo cambia para que todo siga igual que siempre." Espero y deseo que algún día este dicho, deje de ser una realidad.
Chat Control se vota el 14 de octubre en el Consejo de la UE y el 15 en la comisión LIBE del Parlamento Europeo. Como has oído. Quedan exactamente seis días para que se vote en el Parlamento Europeo una ley que viola los derechos constitucionales de todos los Europeos y siete para que el Parlamento dé el paso clave antes del pleno final.
Ante la prácticamente inexistente cobertura mediática, me veo obligado a informar a través de estos artículos.
La versión danesa del Reglamento CSA obligará a todas las plataformas de mensajería a escanear incluso los chats cifrados de extremo a extremo antes de enviarse (client-side scanning). Tu móvil revisará tus fotos y mensajes antes de mandarlos; si el algoritmo detecta contenido sospechoso, la plataforma podrá entregarlo sin orden judicial previa.
Son muchas las voces en contra de este movimiento tecnofascista en el seno de la EU. La más notoria ha sido la carta de Signal:
signal.org/blog/pdfs/germany-chat-control.pdf
Lo que proponen es, en efecto, una vigilancia masiva sin restricciones, abriendo las comunicaciones íntimas y confidenciales de todos, ya sean funcionarios gubernamentales, militares, periodistas de investigación o activistas. A pesar de todo lo que Europa habla de soberanía, esta es una extraña decisión de ciberseguridad en múltiples frentes.
En un artículo previo explicaba que Alemania se había posicionado en contra, lo cual suponía una minoría necesaria para parar la propuesta: www.meneame.net/story/minoria-parar-atropello. Unos días después, Alemania se desdijo para volver a una posición de indecisión.
Ayer mismo, en declaraciones oficiales, el eurodiputado Alemán Jens Spahn confirmo que la coalición CDU/CSU votara en contra:
bsky.app/profile/eckstein.bsky.social/post/3m2m73jqlcs2t
Desde el grupo parlamentario de la CDU/CSU, nos oponemos firmemente a la monitorización indiscriminada de chats. Sería como abrir toda la correspondencia de forma preventiva para ver si contiene algo ilícito. Eso es inaceptable y no lo consentiremos.
También, Eslovenia declaró de forma oficial estar en contra de la propuesta:
n1info.si/novice/slovenija/slovenija-vendarle-sprejela-odlocitev-o-ure
El mapa queda de esta manera:
Con esta disposición se podría parar la propuesta. Pero teniendo en cuenta que hablamos de políticos, no debemos confiarnos.
Pese a haberles enviado correos de forma masiva, y a menos de una semana para la votación, la mayoría de nuestros representantes no se han posicionado. No tengo claro si es una cuestión de dejadez de sus funciones, pasotismo o simplemente se deben a acuerdos políticos en la sombra.
Enviar un correo a nuestros representantes y llenarles la bandeja con estos es probablemente la mejor opción, deben saber que el pueblo no aprueba sus desmanes:
¿Son palabras vacías las de combatir el fascismo o es simplemente una impostura de cara a la galería? Esta es una amenaza real, tangible y efectiva, que viene desde dentro del mismo seno de la UE y nuestros representantes ignoran al pueblo y hacen mutis en el foro.
Vivimos inmersos en una realidad fabricada. Desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos, consumimos un flujo incesante de imágenes y sonidos diseñados para mostrar la vida en su versión más perfecta. Esta exposición constante a la perfección artificial reconfigura silenciosamente nuestras expectativas sobre el amor y las relaciones.
Una canción pop contemporánea no es simplemente música: es el resultado de cientos de pistas superpuestas, efectos imposibles de reproducir en vivo y voces corregidas digitalmente hasta la perfección. El videoclip muestra al artista en su "momento dorado": máxima juventud, belleza optimizada mediante maquillaje profesional, iluminación cinematográfica y postproducción digital. Cuando termina, no hay respiro: inmediatamente aparece otro videoclip, otro artista, otra versión de la perfección. Los reality shows presentan jóvenes cuidadosamente seleccionados por su atractivo físico. Los programas de celebridades nos bombardean con historias de éxito y glamour. Las redes sociales amplifican este efecto, presentando vidas filtradas como si fueran la norma.
El problema fundamental es que estos contenidos se han convertido en nuestro punto de referencia para entender qué es normal o deseable. Cuando pasamos horas consumiendo estas representaciones idealizadas, nuestro cerebro calibra sus expectativas en base a estos estímulos artificiales. Entonces llega el momento de la verdad: una cita real, una conversación con nuestra pareja. De repente, nos enfrentamos a seres humanos reales, con voces sin procesar digitalmente, cuerpos sin retocar, vidas que incluyen cansancio y vulnerabilidad. El contraste es brutal, aunque no siempre seamos conscientes de estar haciendo esta comparación.
Esta dinámica genera una "inflación de expectativas". Así como la inflación económica erosiona el valor del dinero, la exposición constante a versiones idealizadas erosiona nuestra capacidad de valorar las relaciones auténticas. Comenzamos a sentir que merecemos "algo más", pero ese "algo más" es una quimera: la juventud eterna de un videoclip, la pasión constante de un reality, el éxito sin esfuerzo de las celebridades. El ciclo se perpetúa. Cuanto más consumimos estos contenidos, más insatisfechos nos sentimos con nuestra realidad. Y cuanto más insatisfechos estamos, más buscamos refugio en estos mismos contenidos que prometen transportarnos a un mundo perfecto.
Las relaciones se vuelven desechables porque siempre parece haber algo mejor en el horizonte. La intimidad genuina, que requiere aceptar la imperfección del otro, se vuelve cada vez más difícil. Paradójicamente, en nuestra búsqueda de ese "algo más", muchos terminan con menos: la soledad se convierte en el destino final de quienes no pueden reconciliar sus expectativas infladas con la hermosa imperfección de la vida real.
La solución no es rechazar completamente la cultura pop, sino desarrollar una comprensión más sofisticada de cómo estos contenidos afectan nuestra psicología. Necesitamos recordar que lo que vemos en las pantallas no es la vida real, sino una representación altamente editada. Que detrás de cada imagen perfecta hay horas de manipulación digital. Las relaciones reales se construyen no en momentos de máximo esplendor, sino en la acumulación de pequeños gestos y experiencias compartidas. El amor duradero no suena como una canción pop perfectamente producida; suena como dos voces imperfectas encontrando su propia armonía.
La próxima vez que sintamos esa insatisfacción, esa sensación de merecer "algo más", preguntémonos: más de qué? Más perfección artificial? O más presencia, más autenticidad, más conexión real? Podemos seguir persiguiendo el espejismo de la perfección hasta encontrarnos solos, o podemos apagar las pantallas por un momento y descubrir la extraordinaria belleza de lo ordinario, lo imperfecto, lo genuinamente humano.
"El ignorante yerra, hiere, destruye a veces, pero lo hace con las manos torpes del que nunca ha visto la luz. Su maldad es casi natural, un reflejo del hambre, del miedo o de la estupidez.
El verdadero desprecio imperdonable, en cambio, pertenece al hombre que ha conocido el pensamiento, la belleza, la hondura de lo humano… y, aun así, ha elegido servir al mal. Ese ser ha contemplado el abismo con los ojos abiertos y, en lugar de apartarse, ha decidido habitarlo o incluso convertirlo en lucrativa profesión. Su culpa es consciente. Su crimen no es de acción, sino de espíritu: pervertir la lucidez para justificar la corrupción.
Nada hay más repugnante que la inteligencia al servicio de la vileza. Porque la inteligencia debería ser una forma de pureza: una búsqueda de claridad en el caos. Pero el hombre que, sabiéndolo, se vende al mal, profana esa claridad. Hace del pensamiento una máscara, del verbo una trampa, de la razón un instrumento para degradar. Es el traidor absoluto, el que no tiene excusa ni redención.
(...)
El ignorante puede ser perdonado; el sabio que elige el mal, nunca. Él no es víctima de las tinieblas, sino su arquitecto. Y no merece compasión, porque ha conocido la verdad y la ha escupido".
Albert Camus, Combat, 1944.
"Sobre la intelectualidad del nazismo".
Cuando alguien llama un domingo al portero automático y coges el telefonillo, lo primero que piensas es que algún desaprensivo ha aprovechado el festivo para repartir publicidad y hacerse unos cuartos extra a costa de la tranquilidad ajena, pero cuando abajo contestan que es la policía echas de menos al repartidor.
Y no es que tenga yo cuentas pendientes con la justicia, ni razones para temer que vengan a detenerme, pero la policía, un domingo y a las nueve y media de la mañana, no suele venir a devolverte un décimo de lotería premiado que has perdido por la calle.
Abrí dócilmente la puerta y esperé a que subieran a mi piso. Eran dos agentes, uno de pelo blanco y el otro casi un chaval al que el uniforme le sentaba como un disfraz. El más viejo me saludó, me preguntó si era Gonzalo Pozuelo, y cuando respondí afirmativamente me alargó sin más preámbulos la fotografía de una mujer muerta con el rostro tumefacto y bastante desfigurado.
—¿La conoce? —me preguntó después de unos segundos.
—No. Creo que no —respondí devolviéndole la foto.
—Llevaba su nombre y su dirección en la cartera —explicó el más joven.
Yo me encogí de hombros.
—Comprendan que así, en una fotografía como esa... —traté de justificarme.
El del pelo blanco parecía esperar esa respuesta, porque se agarró a ella de inmediato.
—Tenemos que pedirle que nos acompañe al depósito de cadáveres, por si pudiera identificar a la difunta.
Normalmente no hago planes para los domingos y dejo a la casualidad, al impulso o a la llamada de un amigo la decisión definitiva sobre a dónde ir o qué hacer; ese sistema de permitir a lo inesperado operar por su cuenta me había dado buen resultado durante muchos años, pero aquel día lo inesperado se estaba pasando de la raya.
—No nos llevará mucho tiempo —trató de animarme el del pelo cano.
—Antes de las once estará usted de vuelta —reforzó el otro.
No era cuestión de hacerse de rogar; había que ir, y punto, así que comprobé con tres palmetazos por mi anatomía que llevaba las llaves, la cartera y las gafas, y baje en el ascensor con los dos agentes.
Me subí al oche patrulla con una sensación extraña, como si me llevasen detenido por algún delito que ni siquiera podía imaginar, igual que Joseph K, el del proceso de Kafka. Los dos policías no hablaban entre sí y el silencio acentuaba mi aprehensión, así que acabé preguntando qué le había pasado a la mujer.
—Apareció muerta en una boca de metro. En Cruz del Rayo —explicó el más joven—. Le dieron una paliza y luego la apuñalaron con un cuchillo o alguna otra arma blanca.
Entonces, de pronto, caí en la cuenta de que si la mujer llevaba encima mi nombre y mi dirección, muy bien podían considerarme sospechoso
—Oigan, ¿no pensarán que he sido yo? —pregunté alarmado.
El del pelo blanco se echó a reír.
—Puede estar tranquilo. De vez en cuando aparece alguna rajada y tirada por ahí. Son ajustes de cuentas. Rencores. Clientes borrachos. El mundo de la prostitución barata. Ya me entiende...
Yo no entendía en absoluto, pero asentí de todos modos.
—¿Y no saben nada de ella? —pregunté por seguir la conversación.
—Le llamaban Carmilla, pero era un nombre de guerra. Nadie sabe cómo se llamaba en realidad ni de dónde era, ni si tenía parientes. Nada. Cuando tenía algo de dinero dormía en una pensión por la zona de Tirso de Molina, y cuando no en la calle, en el metro o en algún cajero automático.
—Vaya panorama —lamenté yo con un suspiro.
—Mendicidad, prostitución, drogas.... sólo faltaba meterse en política —remachó el policía sonriéndome con los ojos a través del espejo retrovisor.
Después de abandonar la parte más complicada de la ciudad conseguimos por fin acelerar. Los domingos por la mañana hay menos tráfico en Madrid que de costumbre, pero de todos modos tardamos al final más de media hora hasta el Instituto Anatómico Forense. El trayecto, aún así, no se dio mal: viajar en un coche patrulla no agiliza el tráfico ni te libra de los semáforos, pero por lo menos no te pita ni Dios.
Bajé del coche y seguí a los dos policías, que fueron abriéndose camino en el edificio con la destreza del que ha recorrido demasiadas veces unos pasillos que ni a fuerza de claridad y de amplitud conseguían dejar de ser siniestros.
De la sala donde tenían a la mujer sólo recuerdo las luces chillones, los brillos metálicos y el olor a alcohol y desinfectantes. Quizás olía también a tristeza, a silencio revenido, y mucho también a perplejidad, pero como todo el mundo sabe esos olores son casi imposibles de distinguir de los del formol y la lejía. La muerta estaba tapada con una sábana blanca y cuando estuve lo bastante cerca, un operario con bata verde descubrió su rostro.
—¿La conocía? —preguntó el policía del pelo blanco, con el mismo tono que había empleado cuando me enseñó la fotografía.
Yo traté de hacer coincidir sus rasgos con un catálogo difuso de amigos, conocidos, clientes y familiares lejanos, sin lograr encajarlos con ningún patrón. Después del interés inicial, el conjunto perdió consistencia y se fueron imponiendo poco a poco las heridas, los moratones, y el labio levantando mostrando los dientes desiguales y las encías enrojecidas. Dí un paso atrás.
—Me suena su cara. No la ubico, pero me suena —repuse en voz baja reprimiendo una náusea.
El policía más joven debía ser de mi misma opinión, porque se mantuvo prudentemente al margen, mirando al cadáver sólo con vistazos breves. Para simular que hacía algo sacó una libreta del bolsillo y apuntó algo; estaba al otro lado de la camilla, pero adiviné que escribía una tontería del tipo “dice que le suena, pero no la conoce”.
El operario de la bata verde descubrió entonces completamente el cadáver desnudo de la muerta.
—No es muy agradable, pero es necesario —trató de justificarse.
Yo respiré hondo y constaté que al menos la primera parte de la afirmación era cierta. El cuerpo de la mujer estaba lleno de golpes, y presentaba una herida larga y brillante en el abdomen por la que asomaba el tracto intestinal. También tenía una cicatriz en forma de media luna en el tobillo.
Y entonces recordé.
Aquella cicatriz se la había hecho mi perro allá por el año setenta, una tarde que vino a buscarme a la finca de mi padre. Era ella. Hacía treinta años que no la veía y por lo menos veinticinco que no preguntaba por ella a alguno de los escasos conocidos comunes a los que aún me encontraba de vez en cuando. Le había perdido la pista allá por el año ochenta y tantos, cuando habló de marcharse un tiempo al extranjero a aprender idiomas.
Pero era ella.
Durante un tiempo nos vimos sólo durante los veranos, en Toledo, y luego, cuando yo me fui a Madrid empezamos a quedar varias veces a la semana, para jugar al tenis, para ir al cine, o para charlar simplemente delante de un café que yo siempre dejaba enfriar antes de darle el primer sorbo. Y no lo hacía sólo con el café, maldita sea.
Hubo algo. Hubo mucho entre nosotros. Café y tenis. Besos y silencio. Y lo que ninguno de los dos supo hacer perdurable.
—¿La conocía? —preguntó una vez más el policía canoso.
¿La conocía? Me pregunté yo. Se llamaba Pilar. Pilar Monzón. En ella, Monzón no era tanto un apellido como un perfecto adjetivo que la describía completamente. Creía con la misma vehemencia en las cuatro verdades sobre las que trazaba su rumbo y en las docenas de mentiras que sostenía a sabiendas de que lo eran. Arremetía por igual contra los obstáculos que se interponían en su camino y contra las manos que se le tendían ofreciendo una ayuda. Era libre, feroz y tierna.
¿La conocía? No podía responder a eso. Con ella tenía la impresión de ser como aquel granjero que vivía al borde del Mississippi y que todas las tardes veía pasar por delante de su casa a la Ópera Flotante, un gran barco de vapor en el que se embarcaba la flor y nata de Nueva Orleans para cenar ostras y escuchar una ópera durante la travesía. En el barco se representaba siempre la misma ópera, y el granjero escuchaba cada día un fragmento cuando el barco ascendía río arriba y otro cuando el barco bajaba de regreso. ¿Podía decir el granjero que conocía aquella ópera?
No lo sé. A lo mejor conocer a alguien es eso: contemplar fragmentos. Tratar de unirlos. Inventar lo que falta. A lo mejor por eso me hice arqueólogo: para intentar con los papeles y las cerámicas lo que nunca conseguí con las personas.
—¿La conocía usted? —repitió el policía.
—Se llamaba Pilar Monzón y le pedí matrimonio hace treinta y dos años. Me dijo que no —respondí tratando de ser objetivo.
El hombre de la bata verde volvió a colocar la sábana sobre el cuerpo de Pilar con la diligencia satisfecha del marchante que acaba de adjudicar una importante pieza en una subasta. Sacó un bolígrafo del bolsillo de su chaqueta, buscó la etiqueta en blanco atada al tobillo izquierdo y escribió “Pilar Monzón”, con letra inclinada.
—¿Sabe qué edad tenía? —me preguntó.
—Cumpliría sesenta y uno en abril.
Sesenta años, escribió.
Luego el policía del pelo blanco me dio las gracias y me preguntó si quería que me llevaran de nuevo a casa. Le dije que prefería tomar un rato el fresco y volví al ruido de la calle preguntándome por qué ella guardaba aún mi dirección.
Y por vueltas que le dí, no conseguí encontrar una respuesta. Porque no la conocía: tan sólo sabía su nombre.
Feindesland. 2004 (?)
Andaba yo por twitter cuando me encontré este escueto tuit de Irene Montero respondiendo al Coronel Baños, propagandista de la ultraderecha putinista y fiel escudero de Iker Jiménez en su programa sobre fantasmas y chips en las vacunas x.com/IreneMontero/status/1976314962760044813
Para quien no quiera entrar en twitter, copio el mensaje del Coronel:
Señora Montero, con humildad y respeto, me atrevo a recomendarle que lea y divulgue.
Con adecuado conocimiento sobre cómo se creó, expandió y consolidó el Imperio hispano, con sus más luces que sombras, es muy probable que cambie de opinión en cuanto al significado de la civilización que somos los pueblos hermanos que conformamos la Hispanidad.
Comenzando por hablar de Hispanoamérica y no de América Latina.
Gracias.
Saludos cordiales.
Y le adjunta una foto de la portada de un libro escrito por él.
Montero le responde:
Un día más, los hombres me explican cosas.
Habréis visto que Baños me cae rematadamente mal. Pero la respuesta de Montero da vergüenza ajena. Alguien le expone argumentadamente que no concuerda con su postura. Y ella, en lugar de responderle, se escuda burdamente en su condición de mujer para, de forma falaz, acusarle de mansplaining y rehuir el debate dejándole (más bien pretendiendo dejarle) mal. Como eres un hombre y yo una mujer, si me rebates sobre una cuestión que afirmas haber estudiado explicándome tu punto de vista (algo que desde hace milenios llevamos haciendo los seres humanos con total naturalidad), estás siendo machista y eso te desautoriza y deja sin valor tu razonamiento. Si, siendo una mujer, hubieses hecho exactamente lo mismo, no tendría nada que reprocharte y no me quedaría más remedio que entrar en el debate. Absolutamente delirante, y sobre todo burdo, patético y trapacero.
Esto me recuerda a la infinidad de veces en las que Iglesias, Montero o cualquier cargo de Podemos, han respondido con estruendosas acusaciones de machismo a quienes cuestionaban la capacidad de Montero para ser la número 1 del partido, y vinculando su posición a su relación de pareja con Iglesias. Otro tabú empleado como excusa barata para rehuir el debate racional. Se supone que, si eres mujer y alguien piensa que no tienes el mérito y la capacidad para ocupar un cargo, está prohibido criticarte, aunque ello implique construir un telón de acero que impida denunciar una amplia porción de los casos de nepotismo y endogamia que, en este país nuestro, son tan comunes, y que siempre tienen el denominador común de una persona en una posición de poder (hace décadas casi todos hombres, pero ahora también mujeres) y un enchufado que está donde está por su relación familiar o sentimental con él.
Desde mi perspectiva, esto es prostituir el feminismo y degradar a la mujer a la condición de frágil florecilla ("a mí no me preguntes, sólo soy una chica") que no puede sufrir los mismos embates dialécticos que el hombre. No se le puede rebatir con argumentos cuando se piensa que está equivocada (si quien le rebate es un hombre) ni se puede cuestionar su idoneidad para ocupar un cargo aun cuando nos parezca evidente. En el fondo, es usar un noble movimiento de emancipación como carta trucada de tahúr. Y eso lo desprestigia y refuerza a quienes lo odian. Pero creo que a Montero le da igual.
¿Puedes vivir sin Google y sus servicios? Es una pregunta que me hice hace tiempo. La respuesta es sí, es posible. Y, además, es algo tremendamente liberador.
El self-hosting, o en español autohospedaje, es la práctica de ejecutar y mantener sitios web, servicios y aplicaciones usando un servidor privado. También significa libertad, privacidad y una filosofía.
En los inicios de la computación personal, tú pagabas por una licencia —como el WordPerfect— y ese disquete era tuyo para toda la vida. Era un mundo digital mucho más libre.
Internet estaba floreciendo. Tim Berners-Lee lo creó con la idea de compartir conocimiento de forma desinteresada. Los blogs personales crecían como setas, ezines como Phrack divulgaban conocimientos de forma totalmente gratuita, Linus Torvalds creaba Linux en su cuarto, Ken Thompson y Dennis Ritchie asentaban la filosofía Unix, y Richard Stallman lideraba el movimiento del software libre.
Con la llegada de la web 2.0, todo cambió. La red se convirtió en el patio trasero de un puñado de actores que la fagocitaron y la prostituyeron. Llegó la era del monopolio y del modelo de suscripción.
A diferencia de tu vieja licencia de WordPerfect, la suscripción te da derecho a usar unos servicios de forma limitada, tanto en tiempo como en uso. La mayoría de proveedores los presentan en niveles o tiers, donde cuanto más pagas, más recibes.
La supuesta ventaja es la facilidad de uso, la ubicuidad y la seguridad. La realidad es una esclavitud digital donde, si dejas de pagar, perderás acceso a tus datos, junto con tu privacidad y autonomía.
El movimiento del self-hosting, inspirado en la tradición hacker, nunca ha dejado de existir. Todo lo contrario: estamos en un momento donde es más fácil y más barato que nunca liberarnos de las cadenas de estos monopolios que están consumiendo algo que un día fue un vergel.
Las ventajas son obvias:
Como decía el tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. En el mundo del self-hosting, eso significa que tú tienes que mantener tus servicios, hacer copias de seguridad, actualizar el sistema operativo y las aplicaciones que uses, etc. Por suerte, a día de hoy hay soluciones para todo, y prácticamente cualquier pregunta que tengas estará ya resuelta.
Para empezar en el self-hosting necesitamos, ante todo, un servidor. Algunas ideas:
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Solución Precio* Consumo aproximado
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Ordenador viejo 0 € 40–80 W
Raspberry Pi 4 (4 GB) 70 € 3 W
Mini-PC Intel N100 (16 GB RAM) 180 € 6 W
NAS listo (Synology DS220) 350 € 10 W
VPS pequeño (cloud) 5–15 €/mes —
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*Precios sin discos.
Hay gente que prefiere contratar un VPC (Virtual Private Cloud). Aunque ofrece escalabilidad y backups fáciles, dependes de un proveedor para el almacenamiento y el uptime: mismo modelo de suscripción.
En mi experiencia, la mejor opción en relación potencia-consumo-precio es un mini PC. En mi caso tengo uno con un procesador Intel N100 y 16 GB de RAM: perfecto para casi cualquier uso que queramos darle.
Aquí, de nuevo, hay muchas posibilidades. Desde plataformas de virtualización como Proxmox, sistemas operativos dirigidos al almacenamiento en red (NAS) como TrueNAS, UnRAID o OpenMediaVault, hasta opciones más clásicas como Debian.
En mi caso, mi servidor corre con Debian 12.
Entramos en harina. La respuesta es: lo que quieras. Literalmente hay de todo y para todo uso.
Una forma sencilla de encontrar ideas es en este repositorio:
👉 github.com/awesome-selfhosted/awesome-selfhosted
En mi caso uso los siguientes (y algunos más):
Esto es algo imprescindible. Si tu casa se quema o un ladrón nerd entra a robar, no quieres perder tus datos. La recomendación es la regla 3-2-1:
En mi caso tengo dos discos duros en el mismo servidor y los datos que me interesan se sincronizan cada noche usando Rclone. Una vez al mes o cada dos meses hago una copia en un disco duro externo.
Hay muchas guías y comunidades sobre cómo empezar en el mundo del self-hosting. Dejo algunos enlaces:
La libertad tiene un coste, pero nadie dijo que el camino no fuera divertido. Aprende, investiga, prueba.
Esta es mi oda al self-hosting: un canto a la curiosidad, la autonomía y la libertad digital.
Libérate de tus cadenas digitales.
Happy hacking.
En la portada de El Economista un titular para alimentar el relato de los inmigrantes viven de las ayudas: "Los inmigrantes acaparan el 50% de rentas mínimas autonómicas". Pero, luego pasar a leer el artículo en el interior y hay un cambio sustancial: "Los inmigrantes acaparan hasta el 50% de las rentas mínimas autonómicas". Vaya, a alguien se le "olvidó" incluir el hasta en la portada, pero no seamos malpensados.
Pero no queda ahí la cosa, que si nos vamos al mapa donde desglosan por Comunidades Autónomas el porcentaje de extranjeros que las cobran, vemos que ninguna llega al 50% y que las dos que más se acercan (Navarra y La Rioja) son precisamente las más pequeñas en cuanto a población, y que todas las más pobladas tienen cifras por debajo del 30%.
Cada vez que leo un artículo de César Calderón Avellaneda en The Objective o lo veo comentando encuestas favorables a Ayuso en la COPE, me pregunto cómo hemos normalizado esto. Porque estamos ante un caso de libro de mercenariado político disfrazado de "análisis independiente".
Calderón no es un tránsfuga cualquiera. Este tipo era consultor del PSOE, asesor de Eduardo Madina en las primarias de 2014 y después estratega de Susana Díaz en 2017. Formaba parte del núcleo duro del aparato rubalcabista. Pero cuando Sánchez ganó definitivamente el control del partido, toda esa estructura quedó fuera. Y con "fuera" me refiero a fuera de contratos, fuera de asesorías, fuera del dinero público que mueve un partido en el gobierno.
¿Y qué hizo Calderón? Pues lo que haría cualquier mercenario: buscar otro cliente. Y ese cliente es el PP de Ayuso.
Cuando Sánchez volvió al PSOE en 2017, no solo echó a sus rivales políticos. Barrió todo el ecosistema de consultores, asesores y "expertos" que habían vivido del partido durante años. Gente como Calderón, que había hecho carrera dirigiendo campañas y cobrando por ello, se quedó sin su principal fuente de ingresos.
La dimisión de Rubalcaba en 2014 tras el batacazo en las europeas fue el principio del fin para todo ese entorno. Primero intentaron parar a Sánchez con Madina. Fracasaron. Luego con Susana Díaz. Volvieron a fracasar. Y cuando pierdes dos veces, en política no hay tercera oportunidad.
El episodio de Público en abril de 2020 es revelador, pero no por las razones que él vende. Sí, le echaron por un artículo crítico con Sánchez durante la pandemia. Pero para entonces Calderón ya llevaba años fuera del circuito socialista y buscándose la vida en medios cada vez más escorados a la derecha.
Su fichaje por Vozpópuli no fue casualidad. Y su actual trabajo en The Objective tampoco. Estos medios necesitan "ex-socialistas arrepentidos" que den pátina de credibilidad a sus ataques al PSOE. Y Calderón necesita cobrar. Es un intercambio de servicios.
Lo más sangrante es que Calderón no solo escribe artículos. Aparece en la COPE desvelando encuestas que casualmente siempre benefician a Ayuso y hunden a la oposición. ¿De dónde salen esas encuestas? ¿Quién se las pasa? ¿Cuál es exactamente su relación con el entorno de Miguel Ángel Rodríguez?
Sería interesante que algún periodista investigara si Redlines, su consultora, tiene o ha tenido contratos con la Comunidad de Madrid o con estructuras cercanas al PP. Porque una cosa es escribir artículos de opinión y otra muy distinta es trabajar profesionalmente para quien luego defiendes en los medios sin declararlo.
Calderón no es un caso aislado. Representa un fenómeno más amplio: el de los profesionales de la política que no tienen ideología, solo clientes. Cuando el PSOE les pagaba, eran socialdemócratas. Ahora que les paga (directa o indirectamente) el entorno del PP, son liberales críticos con el sanchismo.
Lo llaman "evolución ideológica". Yo lo llamo por su nombre: prostitución política.
Y lo más sorprendente es que su capacidad de análisis y de clarividencia en "sus" encuestas le llevan a error tras error. Por poner un ejemplo...
No me molesta que alguien cambie de ideas. Yo sin ir más lejos he cambiado de ideas...pero no de bando. Me molesta que alguien cambie de ideas justo cuando pierde su fuente de ingresos y necesita buscar otra. Me molesta que nos vendan como "análisis independiente" lo que es pura revancha personal mezclada con interés económico.
Y en primera persona me molestó que allá por el 2005 hasta el 2008 este indivíduo y sus amigos me acusara de querer "vivir del PSOE".
César Calderón no es un intelectual desencantado con la deriva del PSOE. Es un consultor que perdió a su cliente principal y encontró otro. Así de simple y así de triste.
El tiempo pone siempre las cosas en su sitio y lugar.
Fdo: Enrique Castro Rodríguez aka @enriquefriki
No soy muy bueno escribiendo pero tengo buena memoria de datos inconexos y a veces ato cabo sin querer.
Estos días se me vino a la cabeza un escándalo que hubo en 2023 o 2024 de fundaciones y asociaciones "amigos de Israel" que habían montado muchos políticos y que tenían influencia en España y Europa. He intentado recabar información y artículos pero creo que en esta web hay mejores personas para realizar esa tarea.
Con este artículo, solo pretendo iluminar y recordar cosas de la hemeroteca, que para eso está.
Al hacer una búsqueda en Google encontré estas noticias de infolibre:
www.infolibre.es › politica › pp-financia-subven...
27 oct 2023 — Tres gobiernos del PP financian con dos millones en seis meses a una ONG del jefe del lobby proisraelí ... Isabel Díaz ...
www.infolibre.es › politica › fundacion-pro-israe...
3 jun 2022 — Friends of Israel Initiative, la organización internacional sin ánimo de lucro que el expresidente, lanza un durísimo ataque contra Naciones Unid.
Esta de lamarea:
www.lamarea.com/2020/05/15/los-vinculos-de-la-extrema-derecha-espanola
Aquí se menciona a Aznar, Gallardón, Almeida, que Casado fue uno de los fundadores....
Me topé con un apellido, Hatchwell, y al hacer la búsqueda en meneame aparecieron unos 15 envíos, de esta persona relacionado con Ayuso y que es promotor de Nacho Cano.
www.meneame.net/search?q=Hatchwell
Ahí dejo la pista si alguien quiere crear un artículo en condiciones, no este batiburrillo de ideas.
El representante de VOX José María Figaredo (con su pinta de repelente niño Vicente) ha asegurado en una charla que la tasa de paro de España está un doscientos por cien por encima de la de la Unión Europea. No con qué datos habrá realizado ese cálculo que equivaldría a decir que la de España sería el triple que la de la Unión Europea. Si nos vamos a los últimos publicados por Eurostat, podemos observar que la tasa de paro de España estaba en agosto en un 10,3%, y la media de la Unión Europea en un 5,9%, luego la tasa de España está un 75% por encima de la de la Unión Europea. Está claramente por encima, pero no en las cifras de Figaredo.
Leía el otro día que Trump anuncia despidos masivos «orientados a los demócratas» por el cierre de Gobierno. Sin embargo, un meneante señalaba algo así como «tranquilos, que el voto es secreto». Inmediatamente, pensé en lo fácil que sería adivinar a quién vota cada cual. Posteriormente, leyendo el último libro de José Antonio Marina, encontré el párrafo que copio a continuación:
Kosinski y colaboradores (2013) afirman que con un promedio de 68 likes en Facebook se puede predecir la ideología de una persona (85 por ciento de precisión), su orientación sexual (88 por ciento), su color de piel (95 por ciento), etcétera. Con 300 likes puede predecir su comportamiento mejor que su pareja.
Kosinski, M. et al. (2013). Private traits and attributes are predictable from digital records of human behavior. www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1218772110
¿De verdad creemos que el secreto del voto es garantía de algo si un gobierno desea represaliar a las personas de cierta ideología política? ¿De verdad somos tan ingenuos? Como siempre digo, los Derechos Humanos y la democracia van siempre en el mismo pack. Lo que nos salva de no ser castigados por nuestra ideología, si no coincide con la de nuestro tirano, es la defensa de ese sistema político, no cualquier subterfugio técnico. No lo olvidemos.
Cabe recordar también aquella historia sobre lo sucedido cuando los estadounidenses se retiraron de Afganistán y los datos biométricos cayeron en manos de los talibanes. Esto nos recuerda que esas empresas tecnológicas valoradas en miles de millones de dólares no lo son simplemente por los ingresos que generan, sino también por su potencial para proporcionar cierta información en el futuro si se considera necesario.
Los datos biométricos de los afganos, arma para la venganza talibana
Si buscas “Greta Thunberg” en Google, el primer resultado no es Wikipedia ni una noticia: es un enlace patrocinado del gobierno israelí que la vincula con Hamas. Una operación de propaganda institucional pagada para desacreditar a la activista climática.
Israel ha decidido que, si no puede silenciar las críticas, al menos puede comprar su versión de la realidad.
Al buscar Greta Thunberg en Google, el primer resultado que aparece —antes de cualquier medio o biografía— es un enlace patrocinado, no orgánico, que lleva a una web oficial del gobierno israelí:
govextra.gov.il/mda/march-to-gaza/the-hidden-networks-behind-the-global-sumud-flotilla/
La página, con sello del Ministerio de Asuntos Exteriores, afirma que la llamada Flotilla Global Sumud, una misión civil que intentó llevar ayuda humanitaria a Gaza, está “dirigida por una red internacional vinculada a Hamas y la Hermandad Musulmana”.
Entre los nombres mencionados: Greta Thunberg.
No hay pruebas, solo gráficos tipo PowerPoint, palabras como terrorismo, Islam político, y muchas insinuaciones.
Pero lo importante no es el contenido, sino el método: Israel está comprando publicidad en Google para difundir una pieza de propaganda estatal que criminaliza a una activista civil.
Greta lleva tiempo criticando los bombardeos sobre Gaza y ha participado en actos por el alto el fuego. Desde entonces, el gobierno israelí la ha señalado repetidamente.
Esta vez va más allá: ha comprado visibilidad global para que, cada vez que alguien la busque, aparezca un enlace que la asocia con Hamas.
La táctica es clara:
1.- Identificar una figura incómoda.
2.- Asociarla con terrorismo.
3.- Pagar publicidad para que esa idea aparezca primero en el buscador.
Resultado: millones de personas ven propaganda oficial antes que información real.
Lo que vemos no es comunicación institucional, es guerra informativa pagada.
Israel utiliza la infraestructura publicitaria de Google para difundir desinformación política con dinero público.
Y lo más grave: Google no etiqueta estos anuncios como contenido político, ni exige transparencia sobre quién los financia o con qué presupuesto.
Que un Estado pueda pagar anuncios para difamar a una persona civil abre un precedente escalofriante.
Hoy es Greta Thunberg.
Mañana puede ser cualquier periodista, activista o político crítico.
Israel no solo libra una guerra militar: también libra una guerra narrativa, y la está financiando con clics.
La propaganda ya no se imprime ni se emite por televisión: se compra por puja en Google Ads.
Este episodio no es aislado.
Forma parte de una estrategia más amplia de propaganda sionista que ya ha llegado a medios en multitud de países como España:
Recientemente se han detectado contenidos similares en portales como 20minutos.es, donde se han publicado artículos con titulares y enfoques alineados con los comunicados del gobierno israelí, minimizando las protestas pacíficas por Palestina o insinuando vínculos con extremismo.
En Menéame ya publiqué otro artículo:
👉 “Propaganda sionista contra protestas pacíficas”,
donde hablé de las técnicas de manipulación y los intentos de criminalizar cualquier muestra de solidaridad con Gaza.
El caso de Greta Thunberg se suma a esa lista:
Israel usa sus recursos diplomáticos, mediáticos y ahora publicitarios para controlar el relato internacional y desacreditar a quienes se oponen a su política en Palestina.
Una maquinaria propagandística que ya no se limita a los medios tradicionales: ahora compra espacio en los resultados de Google para moldear lo que el mundo ve.
Fuente del enlace oficial:
govextra.gov.il/mda/march-to-gaza/the-hidden-networks-behind-the-global-sumud-flotilla/
Como ya es costumbre, Donald Trump comete delitos de manera pública y notoria en su red social Truth Social, pero no existe remedio alguno para ello, ya que el único remedio legal contra un presidente que delinque es el impeachment, procedimiento que necesita de una mayoría de 2/3 en el Senado. Éste es su nuevo post con actividad delictiva:
truthsocial.com/@realDonaldTrump/posts/115287641147640374
Traduzco: El autoproclamado comunista de Nueva York, Zohran Mamdani, que se presenta a alcalde, demostrará ser una de las mejores cosas que le hayan ocurrido a nuestro gran Partido Republicano. Va a tener problemas con Washington como ningún alcalde en el la historia de nuestra otrora gran Ciudad. Recordad, necesita el dinero de mí, como Presidente, para llevar a cabo todas sus FALSAS promesas Comunistas. No va a recibir nada, así que ¿por qué votar por él? Esta ideología ha fracasado siempre, durante miles de años. Francasará de nuevo, ¡garantizdo! Presidente DJT
¿Por qué digo que es delictivo? Por la elemental razón de que está amenazando con represalias en caso de que un candidato salga elegido, amenazando con retener fondos federales, cosa que además es ilegal ya que el poder presupuestario lo tiene de manera explícita el Congreso de los EE.UU. Como mínimo, Donald Trump está cometiendo delitos de interferencia electoral y extorsión, además de violar la "cláusula de las apropiaciones" de la Constitución.
¿Tiene relevancia? Por desgracia, no, ya que no hay remedio legal viable contra las actividades delictivas del actual presidente (o más apropiadamente dictador con la actual situación en EE.UU), así que no va a pasar absolutamente nada. Los agradecimientos, a los Siniestros Seis.
Esto ultimos dias se está hablando del colapso del transporte en la ciudad de Madrid, y se pone como ejemplo la ciudad de Tokio que tiene 35 millones de habitantes aproximadamente, en relación a los cerca de 7 de la Comunidad de Madrid, pero las diferencias de Tokio con Madrid son las que marcan la diferencia entre estas dos ciudades.
Tokio no es una ciudad en el sentido clásico, sino una megalópolis policéntrica compuesta por múltiples núcleos urbanos (Shinjuku, Shibuya, Ikebukuro, Shinagawa, Ueno, etc.), cada uno con su propio tejido de oficinas, comercio, ocio y vivienda. Esto significa que la gente no se concentra toda en un único centro por las mañanas ni vuelve toda al mismo barrio por las tardes.
Madrid, en cambio, es una ciudad fuertemente monocéntrica: el grueso de los empleos cualificados y administrativos se concentra en el área central (Castellana, Azca, Centro, Chamartín) y en ciertos polos del norte y oeste (Las Tablas, Campo de las Naciones, Las Rozas, Pozuelo, Alcobendas, Tres Cantos…). Esto provoca que millones de personas entren y salgan del núcleo cada día, generando cuellos de botella en los mismos corredores (M-30, M-40, A-2, A-6, etc.).
En cuanto al transporte público, Tokio tiene una red ferroviaria metropolitana y suburbana densa y redundante: decenas de operadores (JR, Metro, Toei, líneas privadas como Tokyu o Keio), altísima frecuencia (1–2 min en hora punta), conexiones transversales entre barrios, no solo radiales, posibilidad de hacer trayectos complejos sin pasar por el centro.
En cambio, Madrid tiene una red más pequeña, menos redundante y muy radial, diseñada para traer gente del extrarradio al centro, no para moverse entre zonas periféricas, solo una empresa pública (Metro + Cercanías), con intervalos más largos y saturación en los tramos centrales debido al diseño radial "de todo pasa por el centro" y escasa interconexión entre líneas sin pasar por estaciones de transbordo.
En cuanto al trabajo, en Tokio, los grandes empleadores se reparten entre varios distritos y ciudades satélite (Yokohama, Kawasaki, Saitama, Chiba). Muchas empresas permiten elegir sede o incluso trabajar en sucursales suburbanas y hay políticas públicas de descentralización de oficinas desde hace décadas.
En Madrid, en cambio, la Administración del Estado y la gran empresa privada están hipercentralizadas. Casi todos los ministerios, organismos, multinacionales y sedes bancarias están en el municipio de Madrid y las ciudades del área metropolitana (Getafe, Leganés, Móstoles, Alcalá de Henares, etc.) actúan como dormitorios, no como centros de empleo equilibrados.
Y además, en Tokio el teletrabajo creció tras la pandemia, pero ya había cierta descentralización funcional antes: sucursales, oficinas locales, redes ferroviarias rápidas que conectan suburbios. En España, el teletrabajo se ha frenado y desprestigiado, reforzando el presencialismo en Madrid.
El problema de España es que Madrid concentra mucha infraestructura, servicios, economía y trabajos no solo en Madrid, sino que dentro de Madrid se sigue con la hipercentralizacion en determinadas zonas y puntos calientes. Por eso cuando se compara con Tokio, no es equivalente a pesar de ser Tokio mucho mas grande. Aún así, Tokio también sufre saturación, y sus trenes en hora punta son famosos por la densidad humana. Pero la diferencia es que Tokio está diseñado para sostener esa escala, mientras que Madrid está intentando concentrar en un solo núcleo lo que Tokio distribuye entre varias ciudades del área metropolitana.
Madrid no necesita más metros ni más carriles: necesita menos concentración y más distribución del empleo y los servicios y mayor fomento del teletrabajo 100%.
Después de que el médico me comunicase que el cáncer sólo me ofrecía unos 6 meses de mala vida, decidí ahorcarme en un pinar por donde siempre paseaba. Lo último que recuerdo de mi vida humana es una sensación corta pero indescriptiblemente dolorosa, tras la cual todo se volvió negro. Entonces desperté en aquella cabina de cristal. Cuando se abrió, encontré a un ser cuyo aspecto me recordaba a Shiva, la diosa hindú, salvo porque su cara se asemejaba a la de una tarántula sin mandíbulas y levitaba sobre una multitud de tentáculos que sustituían lo que deberían ser sus piernas. Al incorporarme, descubrí que yo era como él. Inmediatamente me habló:
-Bienvenido a tu edad adulta Pqnw. Pronto el ordenador nos dará tus resultados y se te asignará un lugar en nuestra sociedad de acuerdo con tus aptitudes.
-¿Pqnw? ¿Quién soy y dónde estoy?
-La amnesia aún durará un poco. Has estado menos de un sol dentro de la máquina, pero para ti son como 25000 soles. Pronto recordarás quién eres y tu vida real. Aunque los recuerdos de tu avatar te acompañarán siempre.
-Todo lo vivido hasta ahora...¿no era real?
-No. Nuestra civilización lleva miles de soles usando este programa para organizarnos con la máxima eficiencia. Recreamos la vida en un planeta llamado Tierra, extinguido hace millones de soles. Te introducimos en él dándote un avatar aleatorio, y el algoritmo analiza tus pasos a través de tu vida allí. Todo es irreal: la gente con quien interactúas, acontecimientos, guerras, avances tecnológicos, crisis políticas...y está ideado para conocer tus puntos fuertes y débiles a todos los niveles, desde la fortaleza de carácter a la inteligencia, pasando por la ética, el compromiso con tu gente, la capacidad de sufrimiento o la iniciativa. Y...acabo de ver que ya están tus resultados.
-Supongo que seré penalizado por haber abandonado el programa antes de tiempo.
-Al contrario, has mostrado pragmatismo, mente analítica y cierto valor al identificar el momento a partir del cual la vida no podía ofrecerte nada salvo dolor, y atreverte a saltar al vacío. Teniendo en cuenta el resto de tus interacciones durante la prueba, te hemos asignado un puesto de comandante-ingeniero en nuestra colonia espacial L-2381-SQ. Bienvenido al primer día del resto de tu vida tras este breve paréntesis.
menéame