Ya no hay referencia a la lucha de clases como eje vertebrador, ni análisis económico del poder. En su lugar, han ganado espacio las luchas identitarias, el enfoque de derechos,...El problema no está en esas demandas en sí —muchas de ellas totalmente legítimas—, sino en la forma en que han sido convertidas en sustitutos de la lucha estructural. Se habla de “privilegios” en lugar de explotación. De “espacios seguros” en lugar de huelgas. De “microagresiones” en lugar de despidos masivos. La rabia no se organiza: se estetiza. Se teoriza. Se mone
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