La razón por la que me declaro agnóstico y no ateo es que Dios es un axioma. Por lo tanto, su inexistencia es tan indemostrable empíricamente como su inexistencia. (...) Lo que ocurre es que en un momento en el que la ciencia pura se pergeña teorías tan peregrinas como la de los memes para explicar la evolución del pensamiento ―una maldición de la que, milagrosamente, escapa la ciencia natural―, la cosa se convierte en un inmenso diálogo de besugos que a mí, que debo ser un poco tonto, no me aporta nada.
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