Este equipo de investigación ha dado un importante paso al constatar que tanto las células madre adultas de la médula ósea, como las células del tejido adiposo (adipocitos, de la grasa) y las de la pulpa dentaria (lo que constituye el nervio del diente) han adquirido un fenotipo cardíaco. La investigación ha demostrado que si bien no llegan a diferenciarse en estas condiciones a un cardiomiocito (la célula del corazón) auténtico, si inician un claro proceso diferenciador, según expresó la investigadora Pilar Sepúlveda.
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