Otra caída
Nube Larga se colocó el penacho de plumas, contempló ante el espejo sus pinturas de guerra y se dirigió a su caballo. Sabía que el director y todo el equipo esperaba sólo por él para dar comienzo al rodaje de la batalla, de la pantomima de batalla contra el hombre blanco, pero no tenía prisa.
Que esperasen. Por una vez, que esperasen.
Con la que estaba apunto de rodar, Nube Larga había participado ya en casi una treintena de derrotas contra la caballería Michigan.
Echó un vistazo a sus hombres y se encontró con un montón de sudamericanos, mulatos, varios indonesios y hasta algún hombre blanco. Él al menos era un verdadero piel roja, un residuo del extinto pueblo cherokee.
Pasó ante el director......
Trabajos forzados
El sol caía impasible, con la crueldad del hierro que imprime su anagrama sobre el lomo de una res. Desde poco después de amanecer, un fuego sordo y blanco como el luto de Hiroshima se había hecho dueño absoluto del cielo, disolviendo primero cualquier conato de nube para volatilizar después hasta la última gota de humedad del áspero pellejo de la tierra; una tierra delgada, frágil, a duras penas suficiente para cubrir la roca: tierra extendida como un mísero pedazo de mantequilla sobre un mendrugo de pan centenario.
El aire, recalentado, sostenía en vilo el polvo que levantaba los contantes golpes de pico sobre la roca, impidiéndole volver al suelo hasta que lograba adherirse en el rostro y las ropas del......