La trayectoria verborreica de Díaz Ayuso puede leerse como un catálogo de lo esperpéntico. Lo mismo suelta una gracieta sobre terrazas y cañas en plena pandemia que trivializa con los muertos en las residencias con un “qué más da, si se iban a morir igual”. Lo mismo se saca de la manga un exabrupto barriobajero tipo “me gusta la fruta” que reduce la devastación de Gaza a un chiste doméstico con magdalenas y flores. Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal” al describir a los burócratas nazis convencidos de cumplir con su deber.
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Ojalá España fuera un donut.
¡Sois unos pesados!
2.- ¿Algún dato más de que muchos siguen gastando el dinero público en prostitutas?
3.- Bienvenido a menéame
Sois unos pesados.
Pero es que es ayuso, ayuso, ayuso.
Ayuso con la cara en una bici de Israel, ayuso le gusta la fruta, ayuso y las sandías, ayuso habría saludado a este, ayuso no dijo nada en el partido de fútbol de no se quien.
Esto es una mierda.
Peste de clones. Al saco de la mierda.