Publicado hace 13 años por opcional a elperiodicoextremadura.com

A Marcos Rodríguez Pantoja lo abandonó su familia cuando era un niño. Pasó 12 años en el monte, en Sierra Morena, con la única compañía de los animales, lobos incluidos. A sus 64 años, instalado en una aldea gallega, todavía recuerda lo feliz que fue durante su vida salvaje.

Comentarios

angelitoMagno

#2 Vete al monte, si es bien sencillo.

D

#10 No es necesario aunque es una buena idea.

opcional

#10 Siempre la misma historia, lárgate tú a una isla desierta a millones de quilómetros de mí y montate el mundo chupi way q te de la gana. ¿Por qué me tengo que pirar yo? No te jode... Pírate tú!

angelitoMagno

#12 ¿Por qué es él el que dice que no hace tanta tecnología para vivir bien?
lol lol lol lol

opcional

#13 La tecnología es transportable.

angelitoMagno

#14 Pero bueno, díselo a #2, ¿a mi que me cuentas? lol lol

edmont

#22 después de ver en el vídeo de #20 cómo se relaciona con los animales, me lo creo.

D

#22 "Hacía rutas salvajes"

http://www.filmaffinity.com/es/film966177.html

Te gustará...

D

#29 Preciosa

Por cierto, Rodriguez, lobos.... que casualidad

D

No hay que olvidar que los humanos también somos animales.

Aggtoddy

#4 me alegro de no ser él único que a ratos gusta recordar eso =)

D

#4 Un matiz en esa concepción. Una de las principales causas del surgimiento de dictaduras y demás extremismos vienen de que, como el ser humano es un animal, puede ser tratado como tal: mano de obra esclava, eugenesia, trato ético inhumano, ver la sexualidad humana con un fin únicamente reproductivo... lo que tenemos que empezar a entender (ya lo deberíamos haber empezado hace mucho tiempo) es que el ser humano sigue siendo un animal, pero que hace dos millones de años se separó del resto de la naturaleza.

r

#21 Un matiz, los extremismos no dicen que como somos animales se nos puede trata como animales. Los extremismos dicen como ELLOS son animales se LES trata como animales.
El inconveniente de no sentirse como un animal, es que puedes tender a no apreciar la naturaleza("nido de alimañas"). De ahí se puede derivar que no se necesitan bosques, humedales,... todo está para el provecho del hombre porque es un ser superior al resto de la naturaleza.
¿Un término medio?

D

#20 Hay que ver ese vídeo. Realmente me da pena y a la vez envidia, él tiene-ha tenido cosas que jamás tendremos y que no tienen precio, en cambio, carece de cosas que tampoco tienen precio y que nosotros sí tenemos.

Brill

¿Nadie lo ha flipado con lo de que le obligaran a hacer la mili? ¡Ni por hombre-lobo se libró!

D

#8 Que hubiera alegado pezuñas planas.

Chimuelo

Es lógico que fuese feliz, porque esa etapa de su vida no la pasó entre animales incivilizados, egoistas e ignorantes que se pisotean los unos a los otros por las sobras.

Koroibos

La realidad supera a la ficción.

D

Ojala cierta parte de la sociedad aprendiese a querer, disfrutar y respetar mas la naturaleza. Cada vez que voy al monte y veo una urbanizacion donde antes habia un pinar, me entra una mala leche y un pesar...

liso815

Ojalá el hombre fuese un lobo para el hombre. El problema es que el hombre es un hombre para el hombre.

Gilgamesh

"Es salvaje, libre y también feliz".
Como para que los demás nos pongamos a reflexionar sobre ello.

sotanez

[...] Levanté la cabeza de golpe, recibiendo sólo la más breve de las precogniciones, y luego me asaltó todo su peso. Había salido corriendo, veloz como una flecha, volando sobre la nieve, para arrojar su peso contra el dorso de mis rodillas empujándome de pasada. La fuerza de su impulso me lanzó de bruces sobre la nieve. Levante la cabeza y me incorporé sobre los brazos cuando giró en redondo y cargó de nuevo en mi dirección. Levanté un brazo pero volvió a arrollarme, clavándome sus dientes afilados sin detenerse. ¡Te pillé, te pillé, te pillé! Júbilo exultante.

Cuando ya casi me había incorporado, volvió a golpearme, en pleno pecho. Levanté un antebrazo para protegerme la garganta, lo encaré y le agarré las fauces. Gruñó roncamente mientras me mordía jugando. Su ataque me hizo perder el equilibrio y me desplomé en la nieve. Esta vez lo tenía sujeto, abrazándolo contra mí, y rodamos una y otra vez. Me pellizcó con los dientes en diez sitios distintos, haciéndome daño a veces, y siempre:

¡Qué risa, qué risa, te he pillado, te pillé, te volví a pillar! ¡Toma, estás muerto, toma, te rompí la pata, toma, te estás desangrando! ¡Te pillé, te pillé, te pillé!

¡Basta! ¡Basta! Y al fin:

-¡Basta! -rugí.

Me soltó y se apartó de un brinco. Huyó volando sobre la nieve haciendo cabriolas ridículas, hasta girar de un salto y lanzarse corriendo sobre mí. Levanté los brazos para protegerme el rostro, pero se limitó a coger la bolsa de huesos y salir disparado con ella, retándome a seguirlo. No podía permitir que ganara tan fácilmente. Así que salté tras él, le puse la zancadilla y agarré la bolsa, lo que degeneró en un combate de tirones. Me engañó soltándola de repente, mordiéndome el antebrazo con tanta fuerza que se me durmió la mano y haciéndose de nuevo con el trofeo. Volví a perseguirlo.

Te tengo. Le tiré de la cola. ¡Te pillé! Un rodillazo en el hombro y perdió el equilibrio. ¡Tengo los huesos! Y por un instante los tuve y me los llevé corriendo. Se abalanzó sobre mí con todo su peso, con las cuatro patas por delante, y me tiró boca abajo en la nieve, se hizo con la bolsa y desapareció otra vez.

No sé cuánto tiempo estuvimos jugando. Acabamos tumbándonos en la nieve para recuperar el aliento, jadeando juntos con dichoso agotamiento. La bolsa presentaba numerosos desgarrones, asomaban los huesos, y Lobezno cogió uno para zarandearlo y separarlo de los jirones de tela. Se concentró en él, cortando la carne y sujetando luego el hueso con las patas mientras sus mandíbulas reducía a astillas el nudoso cartílago. Extendí el brazo hacia la bolsa y tiré de un hueso, uno grueso con mucha carne y tuétano, y lo saqué.

Y de repente volví a ser un hombre. Como si despertara de un sueño, como si estallara una pompa de jabón. Lobezno atiesó las orejas y se volvió hacia mí como si hubiera dicho algo. Pero no era así. Simplemente había separado mi yo del suyo. De pronto hacía frío, se me había metido nieve en las botas, la cintura y el cuello. Tenía verdugones visibles en los antebrazos y las manos, allí donde sus dientes se habían clavado en mi carne. Se me había roto la capa en dos sitios. Y me sentía tan aturdido como si saliera de un sueño inducido por alguna droga.

¿Qué te pasa? Sincera preocupación. ¿Por qué te has ido?

No puedo hacer esto. No puedo estar así, contigo. Está mal.

Desconcierto. ¿Mal? Si lo puedes hacer, ¿cómo puede estar mal?

Soy un hombre, no un lobo.

A veces, admitió. Pero no tienes por qué serlo todo el rato.

Sí, debo. No quiero vincularme a ti de este modo. No podemos estar tan unidos. Tengo que dejarte en libertad, para que vivas la vida que te corresponde. Yo debo vivir la vida que me corresponde.

Un bufido de desdén, un destello de colmillos.

Ésta es tu vida, hermano. Somos lo que somos. ¿Cómo te atreves a juzgar qué vida es la que me ha tocado vivir, y más a amenazarme con obligarme a vivirla? Si ni siquiera puedes aceptar lo que eres. Niegas lo evidente. Sólo dices monsergas. Lo mismo podrías prohibirle a tu nariz que huela, o a tus orejas que oigan. Somos lo que somos. Hermano.

No bajé la guardia. No le di permiso. Pero invadió mi mente como el viento que irrumpe por una ventana abierta e inunda una sala.

La noche y la nieve. Carne entre nuestros dientes. Escucha, huélelo, ¡el mundo está vivo esta noche y nosotros también! ¡Podemos cazar hasta el amanecer, estamos vivos y la noche y el bosque nos pertenecen! Nuestra vista es aguda, nuestros dientes son fuertes, y podemos abatir un venado y comer hasta que salga el sol. ¡Ven! ¡Vuelve a lo que naciste para ser!.

Volví en mí un momento después. Estaba erguido y temblaba de pies a cabeza. Levanté las manos y me las miré, y de pronto mi propia carne se me antojó extraña y limitadora, tan antinatural como las prendas que vestía. Podía irme. Podía marcharme, ahora, esta noche, y viajar lejos para encontrar a los nuestros, y nadie podría seguirnos jamás, mucho menos encontrarnos. Me ofrecía un mundo de negros y blancos, bañado por la luna, de comida y descanso, tan sencillo, tan completo. Me miraba a los ojos y los suyos, de un verde radiante, me invitaban.

Ven. Ven conmigo. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los hombres y sus ridículas confabulaciones? No hay un solo bocado de carne que sacar de sus riñas, no hay diversión en sus enfrentamientos, no saben lo que es entregarse al placer por el placer. ¿Por qué lo eliges? ¡Ven, vámonos!

Parpadeé. Tenía copos de nieve adheridos a las pestañas. Estaba de pie en la oscuridad, aterido y temblando. A poca distancia de mí, un lobo se levantó y sacudió su pelaje. Con la cola recta, las orejas tiesas, se me acercó y me frotó la pierna con la cabeza, mi mano fría con su hocico. Doblé una rodilla y lo abracé, sentí el calor de su piel en mis manos, la solidez de sus músculos y sus huesos. Olía bien, a limpio. A salvaje.

-Somos lo que somos, hermano. Buen provecho -le dije.

Le acaricié brevemente las orejas y me levanté. Me di la vuelta mientras él recogía la bolsa de huesos para esconderla en la guarida que había excavado debajo de la cabaña. Las luces de Torre del Alce casi me cegaban, pero me encaminé hacia ellas de todos modos. En ese preciso instante no hubiera sabido decir por qué. Pero lo hice. [...]

El Vatídico II: Asesino real, capítulo 9. Robin Hobb.

Peteteyyo

Podían hacer una película sobre ello, que incluya un oso, una serpiente, una pantera, etc...

D

Un humano que entiende que lo importante es compartir la vida con otros seres.
Unos lobos que compartían su vida con un humano.
Sin reglas, sin dinero....
Solo conociendose mutuamente, entendiendose sin hablar el mismo idioma, por observación.
Y respetando las diferencias del otro sin que estas diferencias importen para poder ayudarse o llevarse bien.

Me da a mi que esto que paso tiene que ver con sentimientos, que tiene este señor hacia los lobos, y sentimientos que tienen los lobos respecto a este señor.

No por sus posesiones, su dinero, las palabras que dice, las creencias que tiene o si es distinto del otro.

Quizas se guiaba mas por el corazón para relacionarse con los animales.

Y con la cabeza para poder alimentarse y sobrevivir comiendo lo que necesitaba cuando lo necesitaba.

Un saludo.

Wayfarer

Al final el hombre es un lobo para el hombre... más que los propios lobos.

roger78

"Jackie & Nuca's" Spirit. Es con este tipo de historias que uno llega a odiar a cierta parte de la humanidad.

ailian

"La imaginación, concluye, fue su arma de supervivencia en el monte". Y pone un ejemplo de esa imaginación: "Marcos asegura que los animales le sonreían, pero eso es algo imposible. Los animales no se ríen".

Vaya pedazo de ignorante. Primero, mezcla sonreir con reir: no es lo mismo. Y segundo, no debe tener mucha relación con animales porque cuando los conoces identificas sus expresiones que tambien denotan tristeza, alegría, enfado o simpatía.

edmont

Walden 0.

brokenpixel

#41

Marcos afirma que un día empezó a jugar con unos lobos cachorros. "La madre me encontró y me apartó con la pata. Yo me acurruqué contra la roca. No sabía qué iba a pasar, pero entonces la loba me tiró un trozo de carne para que yo lo cogiera y me lo comiera. A partir de ese momento, la loba empezó a lamerme. Yo me iba detrás de ellos como si fuera uno más", relata ante la cámara de Olivares.

MARC BEKOFF, etólogo y experto en conducta animal: “Los animales aman sin dobleces”

http://www.elblogalternativo.com/2009/06/01/marc-bekoff-etologo-y-experto-en-conducta-animal-los-animales-aman-sin-dobleces/

Y

Me gusta la historia y me resulta muy curiosa, pero me provoca bastante incredulidad. ¿Seguro que esto ha sido real?

D

#34 Esta película es una historia de ficción adaptada a la realidad, no al contrario. El Pantoja éste se ha ido bien lejos porque de donde dice que viene no lo conocen ni los lobos. Te lo digo yo.

liso815

#44 perdona, queria hacer referencia a #36, no a ti en #34

liso815

#34 ah, pues si me lo dices tú, entonces no hase falta desir nada más...

Y

#38 creo que no he dicho nada, sólo he hecho una pregunta.

Imagino que como todo, tendrá cierta dosis de realidad y cierta de imaginación.

brokenpixel

#34 no..y tiene visos de que este señor no tiene la azotea bien amueblada,pero es una historia que la gente quiere creerse si o si

yo he leido y visto bastante sobre este hombre,y muchas de las cosas que dice son unas flipadas de campeonato.

D

#40 ¿Por ejemplo...?

i

Pese a todo lo que me vaya a gustar la película, esta película, como la de Avatar, también puede componerse al final, con otras cosas, para alimentar cierto "ecofascismo".
Basándose en la especie de idea esta de que "la naturaleza" es una santa, y nosotros somos malos malísimos…, podemos, sin pensar en mucho más…, liquidar a gusto los "problemas políticos" y/o a la gente (con este sistema industrial y las nocividades que en parte acarrea).

S

Lo sacaron en unos informativos ayer en una entrevista, y daba la impresión de no expresarse con mucha claridad, aunque tiene la eximente de la forma como creció, si es que es real. Libertad sí, pero también se necesita la presencia humana para la educación.
Sale en tantos pendientes porque la han visto en las noticias, me parece.Lo de el buen salvaje sigue vendiendo

D

Asco sociedad que no respeta a un hombre como éste.. la mili.. lo tiraron así, buah..¿ya se nos ha olvidado cómo vivían nuestros abuelos? No vivían como él, pero la mayoría de la gente vieja y de campo de mi pueblo habría sabido tratarlo con respeto y no convertirlo en un despojo.
Es triste que nosotros ahora lo veamos tan lejano. Yo conozco gente que habla y siente como él, aunque no han vivido ni de lejos tanto, pero ya se están muriendo.. Y es triste que hayamos perdido toda noción de dónde venimos, que ni más ni menos es del monte.

xaman

Sólo siento una envidia terrible. E incredulidad.