¿Autistas o personas con autismo?

Según acabo de leer, el tema de las denominaciones de los síndromes , dolencias o minusvalías ha llegado a exacerbar con el autismo hasta un punto que estorba gravemente la investigación y la atención a las personas que padecen este mal.

Por lo que cuenta la doctora Suzanne O´Sullivan, cualquier documento que salga al respecto acaba ineludiblemente en el debate de la denominación, (autistas, personas autistas o personas con autismos) impidiendo que se vaya más allá, y evitando cualquier debate científico.

La cuestión, parece ser, no se reduce sólo a la denoiminación de las personas qu epadecen este mal, sino que hay varios grupos de autistas que consideran que su neorodivergencia no es una enfermedad, ni un mal, sino una característica personal que debe ser desplegada y defendida, y que tratar e autismo con terapia o medicación es tan grave y tan criminal como tratar la homosexualidad con terpaias de conversión. Los que piensan de este modo, por supuesto, son los autistas leves, o de alto rendimiento, que no necesitan ser atendidos por otras personas y cuya neurodivergencia no es discapacitante.

El problema, al parecer, con estas personas, es que monopolizan la atención sobre el autim, aumentando la demanda de atención médica, lo que detrae gran cantidad de recursos que deberían ser utilizados por las personas en estadios más graves.

Sea como fuere, el debate se centra entre los que prefieren ser llamados autista sy los que prefieren ser llamados personas con autismo.

Los primeros afirman que el autismo es parte fundamental y central de su identidad, y que por tanto son autistas, ya que decir "persona con autismo" hace sonar al autismo a uan especie de mochila, a algo que uno lleva consigo que podría dejar en alguna parte para ser una persona sin autismo. Y como eso no es posible, no son personas con autismo, sino autistas.

Por el lado contrario, hay otro grupo que se niega a ser calificado o señalado por una neurodivergencia evolutiva, y que no va a aceptar que su identidad personal se vea impregnada por el estigma de una enfermedad. De hecho, consideran tan ofensivo que se les llame autistas como podría ser "cojos, locos o ciegos". La enfermedad nunca puede definir al enfermo, porque eso es siempre un ataque y un problema.

Mientras deciden y no como se les quiere llamar, baste un dato: el número de ADULTOS a los que se les ha diagnosticado autismo en los últimos veinte años, se ha multiplicado por siete.

Segundo dato curioso: más del 80% de estos diagnósticos han sido emitidos a petición de los interesados.

Da para un par de reflexiones.