“No me avergüenza, para nada, no pagar impuestos”, señala uno. De Europa a EE.UU., el fenómeno se extiende. Son los jóvenes insumisos fiscales. Alguno puede acabar tentado e intentar alguna artimaña para pagar menos. Las trampas de los cambios de domicilio, algo común en este frente, pueden parecer el crimen perfecto. Pero son uno de los fraudes que más persigue Hacienda. Ya sean traslados entre autonomías o al extranjero, es una carrera entre defraudadores y autoridades, porque cada uno cuenta cada vez con más herramientas para sus objetivos.