"Nadie esperaba nada de esto porque existe una tradición en la derecha española consistente en que los accidentes ferroviarios son culpa del maquinista, las riadas, del hombre del tiempo, y las tramas corruptas, del que guarda la llave de la caja fuerte. Que el marrón se lo coma siempre otro, preferiblemente el eslabón más débil de la cadena, es en sí una propuesta política que tanto Ayuso como su pareja hacen bien en defender de manera coherente. Los Maserati no funcionan con moral, sino con gasolina."