El samurái es honrado en sus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la que emana de su corazón. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia; solo existe lo correcto y lo incorrecto.
El samurái se alza sobre las masas de gente que teme actuar. Ocultarse como una tortuga se oculta en su caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico aceptando los riesgos que implica ser fiel a los propios principios. Esto le lleva a vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego, es inteligente y fuerte: reemplaza el miedo visceral por el respeto y la precaución racionales.
Mediante el entrenamiento intenso y la meditación el samurái se vuelve rápido, fuerte y sabio. Desarrolla un poder que le diferencia de los demás pero que usará por el bien de todos. Siente compasión hacia sus semejantes y ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la ocasión no surge, el samurái sale a buscarla.
Un samurái no tiene motivos para ser cruel ni necesita demostrar su fuerza. Es respetuoso con sus enemigos porque sin esta muestra directa de respeto, se estaría comportando como un animal. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos difíciles.
Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de «dar su palabra», no necesita prometer ni amenazar, porque el simple hecho de hablar forma parte de la acción. Hablar y hacer son la misma cosa.
Es la virtud más importante de todas. El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad. No puede ocultarse de sí mismo. En este sentido, el samurái es existencialista, porque para él no existe ninguna entidad humana o divina en la que poder descargar culpa o vergüenza. En caso de quedar mancillado su honor a sus propios ojos, la única forma de restaurarlo es mediante el Seppuku o suicidio ritual.
Haber hecho o dicho algo, significa que ese algo le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que ello se deriven. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado y permanece siempre fiel a aquellos de los que es responsable. Para el samurái, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que vaya.
La herencia de todo esto sigue dirigiendo la sociedad japonesa, para bien o muy frecuentemente para mal. Lo tienen totalmente digerido. Un ejemplo: youtu.be/EMaQiXIOK2U?t=21 (del segundo 22 al 28)
#43 No sé si lo has visto, pero se limita a enumerar y explicar el motivo de la toxicidad y dónde están prohibidos. Y comenta que la lista no está ni mucho menos completa.
#43 Sí yo tuviera algo que contar en Meneame y estuviese en un vídeo de YouTube lo condenaría para convertirlo en un informe o algo así. Menuda pereza ver 14 minutos de vídeo para conocer los ingredientes que seguro están en la web por escrito y te lleva 2 minutos.
Voy a indagar.
#9 ¿Barrigas? Yo soy comunista y ya sabes que el marisco y los vinos de Rosal no engordan, ademas de que el tiempo “libre” es caro y consume mucha grasa
#17 Al tiempo. La magia no existe, y los paneles y baterías ya están aquí. Creo que veré antes baterías estacionarias que la generalización de uso del hidrógeno.
#31 No sé si nos hemos entendido. No pongo en duda la realidad que describes. Solo que a mi no me conviene llamar "democracia representativa" al concepto "confías el voto a unos partidos que hacer ver que te representan y hacen lo que les sale de los huevos y luego te tiras de los pelos diciendo, porqué les votaría a estos cabrones". Prefiero llamarlo oligarquía.
#7 A un sistema político generado por una constitución que prohíbe que gobierne el pueblo, yo no lo llamo democracia. Y a un sistema electoral que permite el voto útil yo no lo llamo representativa.
#2 Gracias. En realidad, ese audio contiene dentro una sección sobre el mismo tema, el de la reseña del libro Reserva de musgo. Es la segunda sección, aunque en el título no aparezca. El enlace del blog es el escrito. Añadí esta información al publicar la historia, incluyendo el minuto exacto. No sé si hay una mejor manera de hacerlo...
El samurái es honrado en sus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la que emana de su corazón. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia; solo existe lo correcto y lo incorrecto.
El samurái se alza sobre las masas de gente que teme actuar. Ocultarse como una tortuga se oculta en su caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico aceptando los riesgos que implica ser fiel a los propios principios. Esto le lleva a vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego, es inteligente y fuerte: reemplaza el miedo visceral por el respeto y la precaución racionales.
Mediante el entrenamiento intenso y la meditación el samurái se vuelve rápido, fuerte y sabio. Desarrolla un poder que le diferencia de los demás pero que usará por el bien de todos. Siente compasión hacia sus semejantes y ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la ocasión no surge, el samurái sale a buscarla.
Un samurái no tiene motivos para ser cruel ni necesita demostrar su fuerza. Es respetuoso con sus enemigos porque sin esta muestra directa de respeto, se estaría comportando como un animal. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos difíciles.
Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de «dar su palabra», no necesita prometer ni amenazar, porque el simple hecho de hablar forma parte de la acción. Hablar y hacer son la misma cosa.
Es la virtud más importante de todas. El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad. No puede ocultarse de sí mismo. En este sentido, el samurái es existencialista, porque para él no existe ninguna entidad humana o divina en la que poder descargar culpa o vergüenza. En caso de quedar mancillado su honor a sus propios ojos, la única forma de restaurarlo es mediante el Seppuku o suicidio ritual.
Haber hecho o dicho algo, significa que ese algo le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que ello se deriven. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado y permanece siempre fiel a aquellos de los que es responsable. Para el samurái, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que vaya.
La herencia de todo esto sigue dirigiendo la sociedad japonesa, para bien o muy frecuentemente para mal. Lo tienen totalmente digerido. Un ejemplo: youtu.be/EMaQiXIOK2U?t=21 (del segundo 22 al 28)