Me contaba Pablo Iglesias que en sus clases pregunta quién ha trabajado alguna vez y la mayoría levantan la mano, que posteriormente pregunta quién está sindicado y absolutamente nadie la levanta, signo inequívoco de la sociedad postindustrial y el carnaval de identidades. Yo creo que debería hacer una tercera pregunta: ¿Cuántos de los que trabajáis pensáis seguir en ese trabajo una vez terminada la carrera? La respuesta sería obvia y ahí reside el nudo gordiano del llamado precariado: no es  ninguna nueva clase social...  
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