Para conseguir la máxima cuota de atención y retroalimentar la polarización que es la clave mediática de su proyección política, cumplió lo anunciado cuando se cometió el sacrilegio. Al escuchar a su homólogo vasco hablando en euskera y en catalán, Isabel Díaz Ayuso, tan digna, tan respetuosa con las instituciones, se ha levantado y plantado a los presidentes (incluidos a sus compañeros de partido en cuyas comunidades se habla algo tan tóxico como el gallego o el valenciano).