Tras meses de intensos debates, la comunidad gamer en México ha recibido una noticia inesperada para cerrar el año. La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó oficialmente que el Gobierno Federal retirará el plan de aplicar un impuesto especial del 8% a los videojuegos con contenido violento, cuya implementación estaba prevista para 2026.

La mandataria fue contundente al explicar que el núcleo de la cancelación radica en la inviabilidad técnica. Según Sheinbaum, no existe una métrica justa ni un estándar legal claro para determinar qué títulos cruzan la línea de la violencia. "¿Quién tendría la facultad de decidirlo y bajo qué criterios?", cuestionó la presidenta, reconociendo que aplicar esta normativa generaría una incertidumbre jurídica y administrativa insostenible para el fisco.
Este giro es especialmente relevante si observamos el panorama actual del mercado. En México, el consumo de juegos móviles es el motor de la industria; títulos como Free Fire o Call of Duty: Mobile lideran sistemáticamente los rankings de descargas y recaudación. Un impuesto mal definido no solo afectaría a las consolas, sino que golpearía directamente al segmento móvil, donde la línea entre la acción y la violencia es a menudo difusa para los reguladores.

Originalmente, la Secretaría de Hacienda (SHCP) buscaba incluir estos juegos en el IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios), una tasa que en México se aplica a productos nocivos como el tabaco o el alcohol. La propuesta pretendía recaudar unos 183 millones de pesos anuales, afectando a grandes franquicias como GTA, Mortal Kombat y servicios de suscripción como Xbox Game Pass o PlayStation Plus.
Sin embargo, el gobierno ha entendido que la vigilancia de miles de contenidos digitales en constante actualización sería una "pesadilla administrativa". Especialmente en los "juegos como servicio", donde una actualización puede cambiar drásticamente el contenido de un día para otro.

Pese a la cancelación del impuesto, la postura de Sheinbaum sobre la salud mental de los jóvenes se mantiene firme. "En lugar de imponer una carga fiscal, lanzaremos campañas nacionales de concienciación", explicó. El objetivo es fomentar una cultura de paz y alertar sobre los riesgos de adicción y comportamientos violentos mediante la educación, no mediante el castigo económico.
Aunque el anuncio es oficial, el proceso jurídico sigue en marcha. El líder del Senado, Ricardo Monreal, aclaró que, dado que el impuesto ya formaba parte de una reforma aprobada, el Ejecutivo deberá emitir un decreto de exención del 100% o tramitar una nueva modificación legal para derogar formalmente el artículo.
Sea cual sea el trámite, los jugadores mexicanos pueden respirar tranquilos: en 2026, comprar el próximo Resident Evil no les costará un 8% más.
Después de que ContinuumST nos explicara aquí los entresijos técnicos de la estructura, voy a ir yo a una parte más práctica, porque de teoría entiendo poco. ¿Cómo tienen que ser los capítulos y de qué modo deben alternarse?
Cada cual tiene su estilo y sus preferencias, pero yo recomiendo siempre capítulos cortos, de un máximo de cinco o seis páginas. Si se necesita una extensión mayor, porque el hilo de los hechos requiere más espacio, tampoco pasa nada, pero es importante que el lector pueda leer nuestra obra por fragmentos, en el metro, en un respiro que le da el trabajo, o en diez minutos antes de dormir. Cuando el capítulo requiere más tiempo, corremos el riesgo de que el lector tenga que interrumpir su lectura y pierda algún detalle o algún hecho que luego estorbe la buena comprensión de la trama.
Esto depende también de lo que estés contando. Yo prefiero escribir novela negra o histórica, donde los hechos importan, pero si estás escribiendo la biografía de tu abuela para decirnos lo mucho que trabajaban las mujeres en los año cincuenta y la poca autonomía que disfrutaban en sus existencias, entonces da igual que hagas capítulos de cinco o de treinta páginas, porque nadie va a perder el hilo de una desgracia contínua.
En este sentido, hay que tener en cuenta que a los personajes más importantes se les deben dedicar capítulos más largos, evitando ese defecto tan común en los principiantes de hablar más de los personajes más interesantes, o más queridos, para luego dejar el peso de la trama en alguien que ha aparecido muy poco o al que se le ha concedido poca voz y poco espacio hasta ese momento.
En cuanto al modo de alternar las escenas, yo sugiero siempre tenerlo planificado de antemano. y alternar dos escenas de hechos con una de reflexión o descripción. De esta manera se hace avanzar la trama tanto en lo físico como en lo psicológico, dando de vez en cuando un respiro al lector. Y a medida que avance el libro, se añaden más capítulos de hechos, y menos de reflexión, lo que genera la sensación de que la trama se está acelerando. Que el capítulo final sea de hechos o de reflexión ya depende del estilo del autor y de si se quiere ofrecer un tipo u otro de conclusión. En mis novelas, por ejemplo, el final de los hechos suele ser el penúltimo capítulo, porque no me gusta acabar de esa manera. Pero es una simple manía personal.
La estructura en sí es un mundo. Si alguien quiere aprender estructura a lo grande, recomiendo una magnífica novela negra, donde el autor va alternando las vidas de los protagonistas, ofreciendo y escamoteando información al lector con verdadera maestría. Se trata de Retrato de humo, de Bill ballinger.
Porque estas cosas, claro está, se aprenden mejor leyendo buenos libros que artículos como este.
Aprovecho para desearos un buen año nuevo a todos.
¡Salud!
menéame