Hablábamos hoy en otro hilo de que el suicidio es a día de hoy la principal causa de muerte no natural, muy por encima de accidentes, homicidios, etc, y discutíamos si la raíz de este mal se encuentra en enfermedades mentales, soledad o problemas sociales y económicos.
Cada cual, según su opinión y su experiencia, opinaba que una causa estaba por delante de las otras, pero muchos coincidían en señalar el abandono social,y los problemas económicos como causa más habitual: gente que lo pierde todo, se ve en la miseria, y prefiere acabar con su propia vida antes de pasear por la vergüenza y el sufrimiento de la mendicidad y la miseria.
Para los problemas psicológicos y la soledad no conozco soluciones, pero para los problemas socioeconómicos, conocía hace años una solución que, por extraña y anacrónica, no deja de ser funcional.
Sé que os sonará a chiste a unos cuantos, pero quiero contarla por si ayuda a alguien. Y lo cierto es que, con que ayude a una sola persona a evitar el suicidio, daré por amortizado, de un golpe, mi paso por Menéame.
El caso que conozco fue el de un hombre, hace menos de diez años. No diré ni fecha, ni lugar, ni detallaré mas circunstancias que el hecho de que primero quebró su empresa, luego su mujer lo dejó y, por distintas razones, acabó en la calle. En la puta calle.
Tras un corto recorrido por albergues y demás entidades de caridad, un día intentó suicidarse y lo salvaron por poco. Tampoco merecen aquí la pena los detalles.
Y luego alguien le habló de un monasterio donde sólo quedaban cinco frailes y estaban desesperados pro salvar su comunidad. Un sitio en el quinto pino, con su huerta, sus pequeñas artesanías, sus maitines, vísperas y completas. Una comunidad monástica agonizante, pero viva aún.
Y esta persona lo pensó, habló con alguien de la orden, y se mostró interesado a unirse a la comunidad en calidad de novicio, si tenían a bien aceptarlo. Ofrecía sus manos, la voluntad de empezar otra vida y la determinación de cumplir con los tres votos. El de pobreza no le iba a costar una mierda cumplirlo. El de castidad, tampoco y el de obediencia lo estaba aprendiendo al dedillo en las instituciones de benficencia. No tenía antecedentes y hubo incluso quién habló a su favor.
¿Y sabéis qué pasó? Que se hizo fraile. Que existen aún sitios donde quien quiere vivir con una azada , retirado del mundo, tiene un sitio. da igual si es hombre o mujer, si sabe hacer muchas cosas pocas: los conventos aún existen y necesitan gente para no desaparecer.
No son, desde luego, el sitio más animado del mundo, pero no estamos hablando de una solución maravillosa, sino de una salida para alguien que está pensando en quitarse la vida. Y esa salida, funciona.
La persona de la que hablo estuvo allí varios años y luego, por razones diversas, dio otra orientación a su vida. Una ayuda, una pequeña herencia, una reconciliación con los hijos... Lo que fuese.
El caso es que a día de hoy sigue pendiente de si hay que retejar el portal del monasterio, porque si no lo hago yo quién lo va a hacer, de si hay que comprar semillas para el huerto o de si hay que hacer esto o lo otro. Ha rehecho, mal que bien, su vida pero no pierde hilo de lo que pasa intramuros. Porque allí está su gente.
Trabajó mucho, encontró sosiego, se vio a sí mismo, incrédulo, cantado en latín y capeó el temporal.
Si tiene feo es ateo, ni se lo he preguntado. Y algo me dice que los frailes tampoco insistieron mucho en el tema.
Parece una salida absurda, pero es real. Conviene tenerla en cuenta.
La pandemia del coronavirus no se va a limitar a una conmoción sanitaria. Va a exhumar las vigas maestras de la ética subterránea en cada sociedad, sus rasgos culturales profundos.
En el huracán informativo sobre el asunto me parece curiosa la poca atención prestada a la poiítica que ha decidido adoptar Boris Johnson, quien rechaza medidas drásticas que lesionen gravemente la economia y asume estoicamente que “muchos vamos a perder en las próximas semanas y meses a nuestros seres queridos”. Citando a La Vanguardia, “El plan, según los especialistas, responde a la resignación de que el gobierno en el fondo no va a poder hacer nada para frenar el coronavirus, que un número muy considerable de muertes (incluso decenas de miles) es inevitable, y que por tanto es mejor intentar proteger la economía de cara a quienes sobrevivan. Desde el punto de vista médico, la teoría es que cuantas más personas se contaminen ahora, un mayor porcentaje del país desarrollará inmunidad para una potencial segunda oleada de la epidemia en el otoño o invierno próximos.”(1)
Sea cierto o no el vaticinio de la inmunidad de la segunda oleada, la elección es clara entre la economía y la vida de los más enfermos, pobres, viejos.
A los educados en la cultura de raices católicas en la que toda vida es sagrada, este pragmatismo anglosajón, empapado de darwinismo social nos resulta repelente, pero no hay sorpresa, es un fondo que comparten tanto Gran Bretaña como en cierta extensión , Estados Unidos.
Para Trump, el coronavirus va a suponer un desafio mucho mayor que cualquier guerra comercial o de ocupación. EEUU es un pais empapado de darwinismo social , en el que la virtud personal se mide en exito económico y los losers, los perdedores tienen lo que se han buscado. Las grandes dificultades de Obama para implantar una sanidad universal no solo tienen que ver con las presiones del poderoso lobby de las empresas que comercian con la salud, se apoyan en la extendida mentalidad de que cada uno tiene lo que se merece segun su esfuerzo personal, y que el estado no tiene por qué regalar nada a quien no se ha ayudado a sí mismo con una profesión ( lo más importante en la cultura americana) que le permita pagarse su seguro sanitario propio.
una sociedad de estas caracteristicas es, lo sabemos, tremendamente competitiva en condiciones normales. De hecho , su tasa de crecimiento económico es consistentemente mayor que la de paises con mayor gasto social, pero está inerme ante crisis que implican respuestas comunitarias globales, democraticas, universales.
De hecho la primera reacción de Trump fué triunfalista “ somos el mejor pais del mundo, no vamos a tener problemas”. Proyectó el mal hacia fuera, calificó el virus de “enfermedad extranjera” y cerró los vuelos a Europa...menos a Gran Bretaña. Como si la enfermedad no estuviera ya extendiéndose en las islas. El mensaje sin embargo se atiene su marco ideológico: la Europa comunitaria es extraña a nosotros, y hay que seguir desgajando el Reino Unido de su órbita. La política geoestratégica trumpiana aplicada al coronavirus. Porque esta crisis plantea para todos la difícil elección entre economía y vida humanas, y para Johnson y Trump si les fuera posible elegir sin grandes costes, lo harían sin dudar por lo primero. La tradición cultural de sus sociedades les da cierto margen de maniobra. Será preciso algo más, ocultación , manipulación, busqueda de chivos expiatorios extranjeros, todo el despliegue de músculo ficcional que ya han demostrado ser capaces de desplegar en los medios y redes. ¿será suficiente? veremos. Quizá todo dependa de un dato frío y simple. La mortalidad real de la infección, ¿se puede permitir el Reino Unido 100.000 muertes más esta primavera? ¿se puede permitir EEUU cientos de miles de muertos de los más pobres, enfermos , desvalidos? Quizá sean , como sociedad, capaces de soportarlo. O no, pronto lo sabremos. El pragmatismo darwinista de las élites políticas se enfrentará al impacto de la lucha política y a la pluralidad cultural de la sociedad americana, Si el capitalismo neoliberal americano fracasa, los cambios políticos y culturales que se desencadenarán pueden dar son mucho más profundos de lo que se puede pensar ahora. Y Trump se está jugando la reelección en ello.
Nosotros, por nuestra parte, también hemos elegido. Tarde, seguramente, porque nuestros dirigentes eran perfectamente conscientes de que la elección por las vidas de muchos sacrificaba la reina del tablero, la economía, por un periodo indefinido e incognoscible. Las preguntas, sin embargo , se amontonan ¿qué habría pasado si esta epidemia hubiera sucedido hace 20 o 30 años? ¿se habria detectado?¿ o habria sido interpretada más allá de una campaña de gripe particularmente dura? ¿tenia el gobierno alternativa ante una oposición política dispuesta a utilizar esto, como cualquier otro suceso, sin escrúpulos ni frenos? ¿es la sociedad española una dispuesta a asumir 20, 30 50 mil muertos más este año por encima de las tasas de mortalidad habitual, como parece asumir Boris Johnson para los británicos? el cálculo del gobierno, seguramente acertado, es que la respuesta es no. La sociedad español , atada profundamente a sus raices católicas y de comunidad, tiene un fuerte sentido familiar que no toleraria cualquier respuesta darwinista, cínica.
Pero el medidor , el dato crucial , insisto es el de la tasa de mortalidad. Es el que nos pondría los pies en el suelo en terreno más firme, menos imaginario, cultural, el que nos permitiría aquilatar si estamos ante un fenómeno que justifica la alarma o está habiendo una sobrerreación digna de libros de historia futuros.
Y entre el 0,25 de tasa de mortalidad en Alemania y un 6 por ciento en Italia, el margen es tan brutal que nos desconcierta. ¿hay algo que hace Alemania que no sepamos hacer nosotros? Es una cuestión de recursos, de detección temprana, de capacidad de reacción, es evidente. Pero también seguramente nuestro sistema sanitario estragado por recortes y privatizaciones encubiertas no estaba en situación de soportar sorpresas de estas dimensiones, tan explosivas.
Al final, mas allá de los hechos fisicos, de los muertos contables, de la capacidad de duplicación del coronavirus, las consecuencias de esta crisis serán politicas, y graves. Si la letalidad es tal que pone contra las cuerdas el neoliberalismo cultural anglosajón esta crisis acelerará la incipiente decadencia americana, y moverá los cimientos de su cultura inconsciente. Si ellos tienen éxito con su laisse faire sanitario , la Europa comunitaria habrá dado un paso más hacia su fracaso, y muy posiblemente hacia la disolución de la Unión Europea. La sociedad española, ( equivocada o no, sobrerreacionando por razones políticas y culturales o no en su respuesta al virus ) y posiblemente la italiana no soportarán que el norte nuevamente les deje en la estacada ante la grave crisis económica que se barrunta.
Malditos sean los tiempos interesantes.
De aquella época inicial quizás lo más importante fue el modo en que eligió estilo para nosotros. A mí me dijo que sería un perfecto cantante de country si aprendía a tocar unos cuantos acordes en la guitarra. A Salcedo la puso a cantar música romántica, un poco a medio camino entre Luz Casal y Remedios Amaya, y a Justel lo asignó al pop y empezó a buscarle un grupo.
Lo más gracioso de todo, o donde mejor lo pasamos, fue eligiendo nombre artístico. A mí me hubiese gustado llamarme “Entre Raíles”,o algo parecido, con referencia al ferrocarril, pero acabé siendo Tío Ted. A Salcedo la rebautizó Hardford como Cristina Tomé y la idea de llamarle Diego-Go a Justel surgió en su coche, mientras volvíamos a comisaría. No sé decirle a ciencia cierta a quién se le ocurrió, pero salió de las tonterías que nos decíamos entre nosotros al terminar los ensayos. En aquella época había muy ambiente, y aunque no llegásemos a hacernos íntimos amigos, los tres disfrutábamos con aquel trabajo aunque llevase más tiempo y más horas de las que hubiésemos imaginado ninguno. Nosotros, y el comisario.
Del repertorio, los ensayos y todo eso no le voy a hablar para no aburrirle, porque supongo que no es eso lo que quiere saber. Al comisario le apretaban sus superiores de vez en cuando, pero nosotros seguíamos sin conseguir ninguna prueba concluyente. El comisario empezó a sopesar la posibilidad de detenerlo de todos modos, al menos para que los de arriba pudiesen aparecer en la prensa con el supuesto logro del arresto. Luego el juez lo soltaría de nuevo, pero eso ya no contaba.
Justo entonces, Hardford nos consiguió a Salcedo y a mí un directo en un pub de Huertas y el comisario decidió esperar. Era un jueves por la noche y no se podía decir que fuese un debut espectacular, pero hay que reconocer que el tío se lo curró: los carteles los pagamos nosotros, pero él pegó personalmente más de quinientos por toda la zona de copas y unos cuantos locales de ese ambiente.
A pesar de que el comisario Martínez había exigido la máxima discreción, nadie pudo impedir que a nuestro primer directo acudiese media comisaría. Nosotros teníamos que haber sido los primeros en callar, lo reconozco, pero se lo contamos a algunos amigos de confianza, estos se lo contaron a otros, y la bola rodó hasta que lo supieron cuarenta o cincuenta personas.
Yo no sé si allí empezaron a torcerse las cosas porque Hardford se dio cuenta, o qué, pero hubo un cambio. A partir de ese concierto, se acabaron las solicitudes de dinero, se acabaron las clases y se acabaron los gastos, que íbamos anotando cuidadosamente para poder empapelarlo en su momento.
Algo debió pasar también arriba, entre los jefazos, porque decidieron que esta vez no valía una detención para que se pudiera en la calle al acusado a los diez minutos. El comisario se cabreó, peor yo creo que tenían razón: si liberan a tres terroristas por falta de pruebas después de la detención no se entera nadie, pero si la operación contra las estafas de las carreras musicales resultaba un fiasco íbamos a tener a los programas del famoseo y similares encima durante un mes. Precisamente por eso era importante la operación: porque estaba de moda y tendría repercusión, y si la cagábamos tendría más repercusión aún. Eso fijo.
Así las cosas, seguimos adelante, como le decía.
Al comisario le preguntaban de vez en cuándo desde arriba cómo iba el tema y él nos trasladaba la pregunta, pero desde aquel concierto de huertas nuestro manager dejó de anunciarse en el periódico, dejó de recibir visitas y se dedicó casi exclusivamente a nosotros aunque tenía otros diez o doce representados, la mayoría malísimos, la verdad, porque vinieron alguna vez a ensayar con nosotros y daban pena.
Y así fue como se estancó la operación. El comisario empezó a desesperarse y nos fue asignando otros casos, porque lo de la música lo podíamos llevar a ratos libres. Se refería, sin mencionarlo, a nuestro tiempo libre, pero nadie protestó. El momento culminante, por lo que sabíamos, sería cuando nos ofreciera grabar un disco y nos pidiese cinco o seis mil euros, para el tema de la promoción y la distribución. En el contrato aparecerían ocho o diez mil copias del disco más una serie de condiciones y promesas que no llegarían a cumplirse nunca y ahí era donde teníamos que echarle mano, porque hasta aquel momento no había más que pequeñas cantidades y trapicheos sin importancia. Nada que le valiese a un juez, sobre todo a uno de esos que piensan que quitar el dinero al que lo tiene no es delito, sino ley de vida.
Recuerdo que aquella fue una época curiosa: compatibilizar los ensayos con el trabajo de campo de un policía tenía su gracia. Como no podíamos ir de uniforme a los ensayos, acabábamos a veces haciendo el otro trabajo con el vestuario de cantar. Hay un chorizo por ahí que seguramente seguirá contando a sus compinches que a él una vez lo detuvo una chica vestida de lentejuelas y un tío con sombrero vaquero.
De aquella época fue también el puto caso del violador clonado. Prefiero no identificarlo de otra manera, ni por las víctimas ni por ningún otro apelativo de los muchos que se le dieron. La prensa, gracias a Dios, estuvo comedida en ese tema, porque si le da por meternos caña nos jode bien jodidos. Pero las víctimas eran auténticas y defender la inocencia de un tío al que tres pobres chavalas acusan de violación es una cosa que vende muy poco y da muy mal fario, así que casi todos los periódicos y televisiones se olvidaron de él o hicieron reportajes en plan escéptico. Aquello sí que fue un marrón. Al final, unido a la operación Wonder, hizo que acabase todo como acabó. Porque hay que tener en cuenta también cómo se combinan las cosas y los efectos que producen en el ánimo de la gente. Los casos de los que te ocupas son algo así como lo que comes, que por separado puede resultar inofensivo pero junto formar una especie de bomba en el estómago.
Preferiría no hablar de ellos, pero como no sé si los demás le dirán algo, se lo cuento muy por encima.
En cosa de medio año hubo tres violaciones en una zona. Las víctimas describieron al tío de una manera más o menos coincidente, y al final, lo trincamos. La detención la practicamos Justel, otro compañero y yo. Salcedo , al ser mujer, se ocupó más del trato con las víctimas. No es sexismo, ni nada de eso, sino una simple cuestión operativa y si quiere hasta humanitaria, porque a las víctimas les resulta mucho menos violento hablar de según qué cosas con otra mujer y como ya sabrá los jueces exigen que se sea muy preciso en la descripción de la violación, de manera que si por pudor se callan algunas cosas el hijoputa puede quedar libre.
La detención fue complicada, con arma blanca de por medio, y no se imagina lo que me alegré al verle sacar el cuchillo, porque la mano de hostias que le cayó para reducirlo y quitarle el arma fue de ovación y vuelta al ruedo.
El verdadero show empezó varios meses después, justo en lo más importante de la operación Wonder, cuando se cometieron otras dos violaciones en dos semanas y el ADN del semen coincidía don el del tío que habíamos detenido. Como él no podía ser, porque estaba en prisión a la espera de juicio, saltaron todas las alarmas. Por un lado teníamos a un tío que no podía alegar nada, porque las víctimas lo reconocían, y los análisis de ADN lo señalaban como culpable de tres violaciones, y por otro, el mismo ADN seguía fuera atacando a otras dos mujeres. Se armó la de Cristo. Pero eso ya es adelantar acontecimientos y meterme en otra historia, así que vuelvo a lo que estábamos, porque si no le voy a contar toda mi vida y no acabamos ni en dos años.
Le decía que después de aquel primer concierto al que vino media comisaría, Hardford dejó de pedirnos dineros y la cosa se eternizó en ensayos, conciertos, y más ensayos.
La que peor iba era Salcedo, que no acababa de calar en el público. Y no es que cantase mal la chica, que lo hacía bastante bien, pero no le gustaban las canciones, o eso decía, y no conseguía concentrarse. Decía que se sentía artificial y hasta ridícula con aquellas letras empalagosas y que por eso no conseguía sacar lo mejor de sí misma.
Un día oyó a Lynn Anderson cantando Rose Garden y dijo que algo semejante era lo que quería cantar ella. En principio aquellas canciones le iban bien a su voz, y hay que reconocer que también tenían un cierto parecido físico.
Yo no es que quiera dármelas de castigador, ni mucho menos, pero siempre sospeché que Salcedo se pasó al country para que pudiésemos cantar juntos. A Hardford le pareció buena idea y empezó a buscarnos actuaciones conjuntas. Yo tocaba la guitarra en mis canciones y también en las suyas, y algunas las cantábamos a dúo, como The wings taht fly us home, el tema que más nos aplaudieron siempre. La verdad es que nos quedaba como Dios. Y es una canción acojonate: cuando me acuerdo de ella me sigue corriendo un escalofrío por la espalda.
Cristina Tomé pasó a ser Chris Hope y se compró un sombrero vaquero y hasta una estrella de sheriff para el chaleco, en el colmo del cachondeo. A veces tenía esos ramalazos de ironía.
Fue bonito.
Todo. Cantar con Cristina. Cantar aquella canción. Cantar juntos aquello de “There is many ways of being in this circle we call life... ”
Aquella canción tenía algo. Le gustaba a la gente y nos decía algo también a nosotros. Una joya es sólo un guijarro que ha encontrado un camino para brillar, decía la letra, y te hacía sentir distinto. No sé si mejor o peor, pero distinto. Cuando te subías al escenario a cantarla no te sentías policía, y la interpretabas lo mejor que podías, como si te fuese la vida en ello.
Y algo de eso había, porque en aquella canción estaba más nuestra vida que ninguna orden del comisario. ¿Pero dónde están ahora las alas que nos llevan volando a casa? Las mías por lo menos, ni puta idea. Yo hace tiempo que vuelvo a casa arrastrándome.
Perdone que me ponga así, pero es que son muchas cosas las que se juntan. Recuerdos, nostalgias, cabreos: todo.
Un día, ensayándola juntos, Cristina y yo acabamos abrazados, y todo fue distinto desde entonces. Soñé que te arrodillabas y me tocabas con una flor, y me desperté con una flor entre las manos. Así decía una jodida estrofa y eso sucedió.
Pero era un sueño, ¡qué cojones! Un puto sueño. ¿Y sabe qué le digo? Que eso fue lo peor, porque los sueños tienen una puntería de mil demonios. Como te enfilen, ¡date por jodido!
Hay una canción por ahí que no habrá oído nunca, pero que ecxplica mejor que yo esta cara de idiota que me queda cuando lo cuento. No la he cantado nunca en público, peor tiene música, letra y partitura. Porque no tengo aquí la guitarra, que si no,s e la cantaba.
En algún lugar del alma, he ido enterrando amores. En arena los de un día, los más bellos entre flores des esplendorosos colores y retoños de jazmín; Y aunque nunca llevo luto por aquello que dio fruto antes de secarse al fin, ese cementerio esquivo, porque sé que entre sus muros hay uno enterrado vivo.
La letra la escribió un compañero de asuntos internos y la música la compuse yo mismo, ya ve. Hay de todo por aquí, hasta poetas rancios. Los únicos que sirven para escribir canciones, por cierto, porque a ver qué carajo de música le pones a la poesía que se escribe ahora.
Duró poco, pero estuvo bien lo de Salcedo. Ella acababa de divorciarse y la pillé en un mal momento, quizás con la guardia baja, pero fue bonito. Estuvo bien. No hablaría de estas cosas si no estuviese seguro de que ya se lo han contado, y además no tengo nada de qué avergonzarme. O a lo mejor sí. A lo mejor se me tendría que caer la cara de vergüenza por reconocer que a mis cuarenta y tantos tacos me ilusioné y me porté como un chaval de quince. Y un tío como yo, además, que me salen ya percebes en los cojones de todo lo que he visto.
“Take my hand now to remember when you find yourself alone”, “You are never alone” contestaba ella. Puta canción. Joder.
Pero las cosas son como son, y así hay que tomarlas. ¡Qué le vamos a hacer!
Algo se torció. Ella, yo, o el mundo entero. Cristina necesitaba conocer gente para salir de su crisis personal y utilizó esta operación Wonder como un trampolín de relaciones públicas, para moverse por ambientes que antes sólo había visto de lejos. Lo de Justel era distinto: a Justel no le hacían ni puto caso las mujeres, y convertirse en cantante le abrió los ojos a lo que se había estado perdiendo. Por eso se volcó en la música, trabajó como un animal y acabó como acabó.
Justel se metió en la policía porque necesitaba que el Estado le diese, en un placa, la autoridad y el respeto que no consiguió jamás por su propia cuenta. Esa es la verdad. A Justel le gustaban las camareras, pero ni lo miraban. Le gustaba ser el centro de atención, pero se descojonaban de él. Le gustaba sentirse respetado y lo trataban de tú hasta las porteras. Y en cuanto se vio con un micrófono en la mano y tres tíos tocando para él, le importó tres huevos la policía y todo lo que representaba. Por eso dio el bombazo.
Tenía que haber visto la cara del comisario Martínez el día que vino Justel a entregar el arma y la placa porque se iba a dedicar a la música a tiempo completo. Aquello fue la hostia.
Nos habíamos infiltrado en el negocio de la promoción musical para echarle mano a un estafador y uno de los nuestros se había pasado al enemigo. O sea, que la operación se saldaba de momento con una baja.
Y no digo yo que no estuviera bien razonado y que no fuera lo mejor para él, sobre todo ahora, a toro pasado, cuando lleva ya media docena de discos y ha actuado hasta en América, pero entonces, en aquel momento, fue como si lo hubiesen matado en un atentado. Con esa cara nos quedamos. Puede que tuviese también algo que ver el tema del violador, y tener que ponerlo en la calle, y que se descojonara de nosotros hasta lo del final, pero a mí me parece que no, que si dijo algo de eso fue más para darse un pretexto a sí mismo que porque de veras lo desmoralizase aquella historia.
Justel había actuado en un par de pubs, con mediano éxito, o casi ninguno, pero un día, no sé si a través de Hardford o por su cuenta, se puso en contacto con unos chavales que buscaban un vocalista y empezaron a tocar en locales más grandes y en algunas actuaciones por los pueblos. Luego, no sé cómo, consiguió un contrato de telonero con Kalinka Pop y participó en algunos festivales. Él decía que esos contratos se los conseguía Hardford, pero nunca supimos lo que pasó en realidad. Seguramente se buscó otro manager o encontró algún contacto que no quiso compartir y nos dijo que todo era obra de Hardford para que no sospechásemos lo que se traía entre manos. Yo creo que en aquel momento ya había decidido dejar la policía para dedicarse a la música y trataba de ser precavido y mantenernos un poco al margen, porque en cuanto saliese a relucir lo del disco, el comisario Martínez ordenaría poner punto final a la operación y quería darse tiempo. O sea, que jugaba a dos bandas.
Y lo del disco también tiene lo suyo, porque salió adelante y no supimos cómo. Eso sí que fue un misterio. Lo más seguro, como le digo, es que de veras tuviese un contacto en otro lado, o vete a saber, pero nunca adivinamos lo que sucedió en realidad. Justel no tenía un duro, porque estaba pagando el piso, y eso, en Madrid, con el sueldo de un policía no te deja ni para café, y el comisario nos aseguró que de la Dirección General no había salido mi un céntimo para el asunto, porque en caso contrario hubiese tardado diez segundos justos en pedir la orden para desmantelar todo el cotarro. Es alucinante, pero al final parece que Hardford, en vez de pedirle dinero a Justel para el disco, lo pagó de su bolsillo. Y si lo hizo así hay que reconocerle que tenía buen ojo, porque se vendió como Dios y produjo un pastón.
No, cuando Justel dejó la policía yo ya no cantaba. Lo había dejado, después de un lío con el gerente de un pub, y tras lo de la denuncia. Lo de las dos denuncias. No, eso no tiene nada que ver con el tema del violador. Yo en ese tema no estuve metido hasta el final, y casi me arrepiento de haberlo mencionado. Si no le importa, dejamos eso y le cuento lo de la operación Wonder y lo de las denuncias, que se supone que es lo que quería saber usted.
Ese fue un asunto muy feo. Una noche, cuando Justel estaba a punto de actuar en su primer concierto como telonero de Kalinka Pop, se presentó la policía en el camerino y se llevó a su batería por tráfico de drogas. Guardaba sólo una docena de pastillas, éxtasis, speed y mierda de esa, pero se lo llevaron de todas maneras. No tengo ni idea de quién dio el chivatazo, pero Justel nos echó la culpa a nosotros. ¿Por qué ibamos a ser nosotros? Por celos, nos dijo: porque él estaba triunfando y los demás seguíamos en los pubs. Cristina y yo ya habíamos roto, y aunque sabíamos lo de Justel, porque los conciertos se publicitan precisamente para que lo sepa todo el mundo, no mandamos a los colegas de estupefacientes a joderle la actuación ni nada por el estilo.
Lo único que sé es que Hardford tuvo que buscar otro batería a toda leche y que al día siguiente se armó una bronca de muchos huevos, porque no había quien convenciese a Justel de que nosotros no sabíamos nada del asunto. El batería apareció, por suerte para Justel, porque el que traficaba con mierda solía ensayar con otro tío que se conocía el repertorio y que estaba allí mismo, entre el público del concierto, pero el cabreo de Justel no se arregló ni con eso ni con nada. Que si había perdido la confianza..., que si éramos unos traidores y unos cabrones... Ya sabe. Un asunto de mierda. Me gustaría echarle mano al que dio aquel chivatazo aunque sólo fuese para llevárselo cogido del cogote a Justel y hacerle tragar todo lo que nos dijo, sobre todo a mí. Porque lo que más me jode es que si hubiese estado en su lugar yo también me habría echado la culpa: ¿quién estuvo en estupefacientes un montón de años? Yo. ¿Quién conoce a media brigada y puede llamarlos a cualquier hora, fuera de la oficina? Yo. Pues tenía que ser yo por pelotas. ¡Y de eso nada, joder! ¡Que yo no tuve nada que ver con esa porquería!
¿Lo de la otra denuncia? Ah, sí. Otro asunto feo, y sólo un mes y pico después. Alguien le dijo a Hardford que éramos policías. Y no sólo se lo dijo, sino que le mandó copia de nuestros carnés profesionales.
Justel juró un millón de veces que no tenía nada que ver, y que no había tenido nunca acceso a nuestros carnés ni de lejos, pero estaba claro. La copia de los carnés pudo sacarla cualquier momento en el departamento de personal y era el único que tenía una buena razón para hacerlo: pensaba que le habíamos jodido y nos devolvía la pelota. Entonces todavía se defendió como pudo, pero en cuanto dejó la policía para dedicarse a la música quedó todo más claro que el agua: a él no le importaba que Hardford se enterase de la operación, porque a los pocos días de que se supiera que éramos polis pudo enseñarle su dimisión. Él salió ganando, así que él fue el que dio el chivatazo. Una cerdada como para darle una somanta de hostias, ¿o no?
Lo de la bronca con el encargado del pub no tiene importancia. Un calentón como otro cualquiera, pero me cerró muchas puertas, porque en eso de los locales de noche son una mafia de mucho cuidado, y como te enfrentes con uno te encuentras con que los demás ni te saludan. Y como yo ya empezaba a estar harto y Cristina iba ya a su rollo, pues pasé de todo.
No, primero fue lo de la bronca y luego lo de la denuncia. Yo iba a dejar la música, pero no la había dejado todavía cuando Hardford se enteró de que éramos policías. Después del altercado con el dueño del pub todavía di un par de conciertos más y Cristina otra media docena. Los dos íbamos a abandonar la música, pero aún no lo habíamos hecho. No cuela como coartada para Justel: nos jodió cuando aún estábamos en activo. Lo otro no hubiese tenido sentido. Ya lo pensamos también.
Y esto es más o menos lo que hubo. Luego Justel grabó su primer disco, lo vendió de puta madre, empezó a sonar en las radiofórmulas, salió en algunas televisiones y poco a poco se hizo el Diego-Go que conocemos todos. Un cantante de lo más marchoso si quiere, pero un cabrón integral para mí.
Cada vez que saca un disco manda cincuenta copias a comisaría, pero nunca he cogido una.
Salcedo también dejó la policía, pero por otros temas. No, lo siento: ya le dije que me iba a ceñir al asunto de la música. De lo demás prefiero no hablar.
Se casó con un empresario con mucha pasta y prefirió dejar de trabajar. Sí, un empresario de la noche: un dueño de varios locales nocturnos que conoció en un concierto. La operación Wonder les salió cojonuda a los otros dos, ya ve.
Yo soy el único gilipollas que sigue en la Policía.
Hay exceso de obras, y desde siempre ha sido imposible conocerlo todo; ahora más que nunca. Me viene a la mente cuando Borges hablaba de lo inconmensurable, lo inabarcable de las posibilidades que, como es imposible de concebir, abruma y satura sin necesidad real. Abstractos inexistentes que afectan. La mente no está preparada para un número tan inmenso que resulta lo mismo que el infinito.
Voy por partes.
El arte o lo creativo hace ya simbiosis con el consumismo. Ser creador supone asumir que tus obras deben darse a conocer, y por consiguiente obtener beneficio de ello, el que sea. No se crea sin motivo, tan introducido y arraigado está el consumo ya en todo. Aquí se viene o a consumir o a producir, y siempre a cambio de algo. No me haga usted perder el tiempo.
Irónico.
Y es esa falta de tiempo -o exceso del mismo- que consumimos con premura o incluso por presión social. Tienes (remarco) que ver esta serie. Necesitas (es vital) ver y opinar sobre esta película. Y es un placer, vaya que sí, pero se ha convertido en rutina, obligación, en un imperativo social.
No tengo Netflix o similar por eso mismo, porque dejaría de tener tiempo hasta el punto de que ya no sabría quién soy. No exagero. Entre trabajar, dormir y ocupar el tiempo libre, he olvidado parar y analizar el porqué soy así, por qué actúo por inercia. Nada, hay prisa, saca la faena a tiempo y te ves a tiempo los diez capítulos de esa nueva serie para poder comentarla sí o sí con el prójimo. Es de suma importancia.
Basta.
Me resulta increíble que reniegue de la cultura. Me he criado con películas y series, videojuegos, cómics y música. Eran y son parte natural de mi vida, ya nadie piensa cuánto forma parte de nosotros. Me han criado, y a veces mejor que mis padres, atrapados en la fábrica. Las series dan lecciones y moralinas cual profesor hastiado, con la excepción de las clásicas que todos recordamos por enseñar esa lección de vida digna de un maestro (que no es lo mismo que profesor). Pero, ¿son lecciones realmente tan genuinas que podemos aplicarlas al mundo real? No deja de ser un reflejo, y su incursión en lo real resulta torpe o en ocasiones poco acorde. Me estoy alejando de lo principal, pero abordaré al final el tema aunque sea por encima.
Y no pienso ponerme Netflix porque me lo debo. Me debo tiempo para mí, tiempo para pensar por mi cuenta y, lo principal, descansar la mente. Vivimos en una actualidad de rellenar el tiempo para luego opinar sobre ello al aire (redes sociales) o con los cercanos (integridad e identidad de grupo). No queremos sentirnos desplazados, y esa subcultura que hacía feliz a su manera al friki de la clase se ha convertido en moda. Visto con perspectiva, me doy cuenta que fuí de las primeras víctimas o conejillo de indias del consumismo metiendo la zarpa en ese tipo de ocio. Tengo ahora la impresión que veía al Goku porque me lo impuso la tele y me lo remató la publicidad de productos relacionados. Una cosa lleva a la otra y terminas viendo otros animes y leyendo manga, y de ahí saltas a los cómics en general, y de ahí a ampliar el tipo de películas, y los videojuegos están relacionados, claro, y... Un suma y sigue que hace llenar tu habitación y tu interior con un tipo de cultura que, siempre, tienes que pagar por ella. Está la cultura que pertenece a todos, que no cuesta nada, y está de la que hablo, marcada por tendencias. En algo hay que gastar el dinero, se dice. Frase peligrosa.
No lo puedo evitar, deseo (ansío) leer una cantidad ingente de libros y cómics, escuchar cantidad de discos, jugar a los mejores videojuegos y ver las películas y series marcadas a fuego como sagradas. Es una costumbre que me he o me han inculcado desde niño. Lo disfruto y aprendo de ello, lo comparto con quienes quiero y aprecio, y lo alabo porque crear tiene trabajo y mérito. Pero me he saturado, siento que cada vez hay más obras interesantes y que si no tengo cuidado me pierdo algo importante. Sin darme cuenta, el tiempo libre se ha convertido en una obligación para con la cultura. Tengo dos trabajos.
HAY que leer el libro de moda. HAY que ver esa película de la que todos hablan. HAY que escuchar y opinar sobre el último de tal músico... Lo irónico que el tema de conversación se agota pronto: "¿Has escuchado el último disco de tal? Sí, tío. Está guapo, ¿eh?", y a otra cosa. Ya no se analiza para uno mismo el valor real de esa obra, lo que quiere expresar, y es por culpa de la enorme cantidad. Deseas escuchar enseguida otro disco de otro artista porque la pila o torre se acumula junto a las otras de libros, cómics, juegos...
Administrarse el tiempo ayuda, es obligado, y eso mata el sentido mismo del ocio como es disfrutar de un momento para ti sin reglas ni responsabilidades. Pero al ubicarlo dentro del tiempo se define, se estructura en un plazo porque dentro de X horas tengo que hacer tal para luego lo otro y... Encima convertir en rutina el ocio hace que pierda sentido. Se ha consumido tanto que cada obra se convierte en una más. Se vuelve costumbre, y es una obra detrás de otra, acumulando, venga, la siguiente, y eso logra que no se le dé valor, o incluso se consuma con prisas para ir a lo siguiente, perdiendo matices y detalles. Ya hay gente que ve series subtituladas al doble de velocidad. Venga, la siguiente.
Saturación. Parte de la culpa es la sobreinformación y el fácil acceso a la misma. Hay tantas listas de recomendaciones, tantas personas opinando, que bloquea. Tienes un género favorito y mil obras por analizar, que de lograrlo ya has olvidado la primera que viste/leíste, la cual quizá cambie de perspectiva si se vuelve a analizar... Aunque poco importa, porque de tanto consumir una obra detrás de otra, olvidas a los días lo que viste, leíste u oíste.
Y es que veo que las generaciones más jóvenes se han adaptado a este exceso. Les resulta natural y hasta lógico como forma de vida. Llega a tal punto, retomo el tema, que no parece que vivan en el mundo real. Les cría la ficción, y sus lecciones se basan en aprendizaje artifical. He visto a chavales que sus gestos y expresiones imitan a la de personajes de ficción. Fantasean más que la media y su visión del futuro parece no terminar de definirse. Asumen que la vida que llevan siempre va a ser esa, que nada va a cambiar. Los siento como víctimas del consumo, obligados socialmente a ver la película más taquillera o jugar al Fortnite si quieren formar parte de la sociedad. Si no juegas a ese juego, eres el raro de la clase. Qué inesperado giro de la trama, oye.
Así que poco a poco me voy alejando de ver series y cine. No me reconozco. Voy a jugar menos a videojuegos (aunque estuve años sin probar ninguno) y a dedicarme principalmente a leer, lo único que no me satura y que de verdad me llena y mejora como persona. Por puro instinto de supervivencia, tengo que seleccionar, y ahí el método a seguir ya no está tan claro. ¿Quizá leer o escuchar el principio y seguir sólo si me llama? ¿Y si me estoy perdiendo algo importante al no dar una oportunidad? No es justo para los creadores tratar sus obras de ese modo... Y así, continuaremos con la odisea impuesta de la sobrecarga cultural.
Es tan vasto el mundo que cuanto antes se asuma que es imposible conocerlo todo, mejor. Una pena, pero es lo que hay.
Esto está relacionado con mi caso del portátil en garantía que devolví a Amazon y que se quedó diciendo que no me devolvía el dinero ni el portátil
www.meneame.net/story/amazon-penosa-gestion-garantia-portatil-quedo-si
Acabo de escribirle a Mariangela Marseglia a través de LinkedIn (usando el primer gratis de Premium), no se si lo ignorará o no pero estoy dispuesto a agotar todos los cauces. Lo copio sin más (que vergüenza no he revisado la ortografía y me he dirigido a ella por el nombre de pila, qué mal)
Buenas Mariangela
Siento dirigirme a bocajarro así, pero he agotado todas las vías posibles. He expuesto en redes sociales mi problema y creo que los hechos hablan por sí mismos.
www.meneame.net/story/amazon-penosa-gestion-garantia-portatil-quedo-si
twitter.com/ravnock/status/1262991948601835523
Creo que la imagen en Amazon España se vería gravemente afectada si se permite que una injusticia así.
Resumo lo más brevemente posible: llamé a Amazon a causa de un portátil MSI con una bisagra rota, tras ver que ese modelo de portátil tenia muchísimos casos iguales y la garantía cubría la reparación al considerarse fallo de fábrica.
Amazon me ofrece la devolución del dinero, ya que con COVID19 no hacen reparaciones. Me proporcionan una etiqueta de envío y se lo llevan. Vencidos los plazos llamo para saber por que no me han devuelto el dinero.
Dicen que el producto recibido está completamente roto y que no me van a devolver el dinero ni mi portátil. No aportan ninguna prueba, yo sí aporto foto de mi portátil con la etiqueta de envío que me mandasteis. No pueden ni decirme el número de serie del portátil que tienen allí para ver si coincide con el mío ni quieren enseñarme fotos de ese portátil a ver que daños tienen.
No hacen mas que colgarme una y otra vez, no me pasan con ningún otro departamento que me pueda ayudar y dicen que van a destruir mi portátil. No me quieren devolver mi portátil, esté en el estado que esté. No reclaman a la empresa de transporte, si es que ellos han sido los causantes de los daños.
Me siento completamente indefenso pero no pienso rendirme, tomaré acciones legales si es necesario, pero no creo que sea necesario llegar a tal punto.
No soy ningún estafador, soy un buen cliente de Amazon, o lo era hasta el día de hoy.
Le pido disculpas de nuevo.
Saludos.
Para los más incrédulos, no es ninguna broma
Últimamente algunos analistas, y en particular nuestro compañero @Feindesland, han apuntado con perspicacia que "la renta básica sin contraprestación es una subvención a la economía sumergida y un incentivo perverso para que esta crezca y prospere a costa de la sana".
Yo lo he estado pensando y, la verdad, es que no lo tengo nada claro. Pienso que habría que experimentarlo y estudiarlo con sumo rigor, pues creo que podría dar lugar justo a todo lo contrario, salvando que siempre habrá gente en cualquier grupo imaginable.
Primero, pienso que podría no darse tal problema porque para recibir estas rentas mínimas no solo hay requisitos de renta familiar/unidad de convivencia, sino también de propiedad familiar hasta varios grados, y la mayoría de trabajadores de la economía sumergida que no trabaja para subsistir, sino para enriquecerse, acaba acumulando propiedades y no usa testaferros fuera de la familia, por lo que no podría recibirlas.
Segundo, porque pienso que muchos trabajadores recurren a la economía sumergida como último recurso y no por gusto, sino por pura necesidad. ¿Cuántos trabajadores precarios, prácticamente esclavizados en talleres clandestinos, huertos, invernaderos, etc., va a a seguir aguantando ese trabajo penoso, sumado a los improperios y autoritarismo de su jefe, pudiendo recibir una renta mínima y olvidarse de ese infierno? ¿Cuántos asistentes del hogar que hoy ya están en la economía sumergida aguantarán ahí sin estar dados de alta en la seguridad social y tener todos los papeles en regla? Sin duda, habrá algunos, pero sospecho que será una minoría. La posibilidad de recibir una renta mínima, en todo caso, no los incentivará a continuar en esa situación, sino todo lo contrario.
Tercero y final, porque a la mayoría de los actores de la economía sumergida que participan en ella para lucrarse (autónomos que no facturan e incurren en competencia desleal, proxenetas, traficantes de drogas y armas, empresarios pirata, etc.) no sería susceptible de recibir esa renta mínima por el punto primero y, además, seguramente no le compensaría el esfuerzo de solicitarla y el escrutinio burocrático al que se vería sometido si lo hiciera.
¿Qué pensáis vosotros?
Acaso una breve reflexión que me inquieta estas semanas quisiera compartir con ustedes.
Con “Ilustración” nos solemos referir cierto movimiento intelectual, ideológico y político que suele situarse desde mediados del S. XVIII a principios del S. XIX, especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania (si bien no solo en estos países encontraríamos ejemplos). Entre sus principales figuras encontramos todo un elenco de “estrellas” del pensamiento: Locke, Hume, Bayle, Voltaire, Rousseau, Montesquieu, D´Alambert, Diderot, Wolff, Newton, Kant...
Movimiento editorial que impulsó la publicación de ensayos, revistas y “sociedades de pensamiento” que resultarían en un vehículo esencial para la difusión de su propuestas, suelen ser aceptados ciertos “ismos” como las líneas comunes que caracterizan a la Ilustración: su defensa del antropocentrismo, colocando al individuo en el centro del criticismo, el pragmatismo, el academicismo o el universalismo, como necesidad de búsqueda de lo común al humano, se nos presentan como algunas de las características asociadas a la Ilustración. Pero sería en especial el racionalismo la característica más notable de La Ilustración: la “Razón”, desnuda de determinaciones apriorísticas, como instrumento de búsqueda de la verdad.
No es de extrañar por tanto, que la educación del individuo, la formación de capacidades críticas, la acumulación de conocimientos y el desarrollo de herramientas intelectuales y operativas se convirtiera en la esperanza del ilustrado para el cambio de un mundo que quería dejar atrás esas viejas costumbres y creencias del antiguo régimen. Solo así seríamos capaces, nosotros individuos que formamos las sociedades en último término, de discernir lo verdadero de lo falso. Y así nos dicen que la escolarización y educación universal, la secularización de sus contenidos y una mayor implicación de los poderes públicos en la educación fueron ganando terreno.
Sin embargo, algo se ha dicho y escrito ya sobre el mito de la ilustración y su "relato" de la conquista del pensamiento y sociedad moderna en base a la razón. Como ese materialista de Marx escribió, esa idea ilustrada de la “libertad, Igualdad y fraternidad” de la Revolución Francesa bien pronto se dio cuenta de la necesidad de convertirse en “infantería, caballería y artillería” cuando, ese general tan moderno e ilustrado llamado Napoléon, quiso exportar la idea fuera de las fronteras francesas. Como neumatología la idea es atractiva, pero atendiendo a la historia, a la hora en que hubo que ir poniéndola en práctica no parece que a la ilustración le bastase como método la simple exposición de sus verdades en base a la razón...
Nos dice esa idea ilustrada que la mente cultivada nos guiará por el camino de la verdad. Unas sociedad donde sus individuos ostenten cierto nivel de educación y capacidad de reflexión crítica debería así poder enfrentarse al engaño, tanto el de naturaleza propia como ajena. Me pregunto entonces cuánto tiene ese bonito sueño de mito y cuánto de realidad: porque uno diría que aquí mienten y se engañan a sí mismos los más educados y los menos. El de ciencias y el de letras. El ingeniero, el médico, el abogado, el historiador o el filósofo. El jefe y el empleado. El rico y el pobre. El que viaja y el que no salió de su pueblo. Diré que no hay que buscar mucho para verlo: sentémonos a ver una tira de publicidad o a leer sus periódicos de cabecera. Escuchemos por un momento todas esos discursos con las que justificamos muchos de nuestros actos.
Solemos reclamar contra eso que se ha venido a llamar la “posverdad” de nuestro tiempo una vuelta a la idea ilustrada, a la razón, que ahora entendemos como la necesidad de cuidar el vínculo entre las palabras y las cosas, entre las afirmaciones y los fenómenos, entre la política narrativa y la sustancia de lo que se legisla, como si en algún maravilloso pasado hubiera ocurrido tal acierto. Pero tal vez, por muy desalentador que sea, debamos comenzar a reconocer que esa idea de la verdad por el solo camino de la educación al menos se ha mostrado más débil y menos funcional de lo que ese optimismo iluminado nos la presentó. El conocimiento, la voluntad de informarse y la capacidad crítica puede servirnos como herramientas para no caer en el engaño, ¿pero cómo nos previene de ser nosotros los que mintamos?.
Decía Wittgenstein que “mentir es un juego de lenguaje que requiere ser aprendido como cualquier otro”: reconozcamos al menos que la mentira como institución humana no ha visto sus muros todo lo erosionados que esa ilustración pretendía.
No creo que valga la pena retomar la discusión de si es necesaria o no la mascarilla al aire libre. Se ha discutido tanto sobre este tema y se han vertido tantas ideas y recomendaciones contradictorias que, a estas alturas, cada cual se ha formado ya su opinión y el debate es estéril.
Sin embargo, lo que parece quedar fuera del debate, es el efecto de esta media sobre la narrativa, como si se quisiera transmitir que hay actos sin consecuencias. Y la obligatoriedad de llevar mascarilla en la vía pública, o en la playa, o en el campo, tiene unas consecuencias que resulta sospechoso, como poco, pasar pro alto. Porque ya somos todos mayores y sabemos que hay otra realidad.
Con independencia de nuestras opiniones personales, creo que estos son los hechos objetivos:
-El aumento del uso de las mascarillas reduce significativamente los contagios.
-Las mascarillas se pueden imponer sólo en los espacios públicos.
-Los contagios se producen mayormente en espacios cerrados
-En los espacios cerrados de concurrencia pública se impone su uso desde hace tiempo y en los de uso privado no se puede imponer de ningún modo.
Hasta ahí, creo que llega el consenso que vengo observando entre personas sensatas.
¿Y la foto? Ahí está el problema no abordado.
Cuando impones el uso de la mascarilla al aire libre, se producen unos cuantos efectos al margen, repito, de su discutida utilidad.
-Efecto impuesto revolucionario: da la impresión de que hay que sentarse en una terraza para poder librarse del sofoco. El que no consuma, que se joda. Y el que bebe cerveza, no contagia. Desconfianza.
-Efecto disuasión del ocio: la gente sale a quitarse el agobio y a disfrutar de su tiempo libre. Si mantienes sobre ellos la presión, también en la calle, empeora el ambiente social y se reduce el consumo. Sí, economía. Eso que preocupa tanto a los que no tienen un sueldo público asegurado o una pensión fija.
-Efecto foto, o efecto "algo esconden": cuando los corresponsales extranjeros sacan en sus países imágenes de las calles de España con la gente embozada, enseguida surge la pregunta de qué sucede en realidad y de qué estamos escondiendo para tomar semejante medida a 35 grados. Porque eso sólo se hace si la situación es mucho más grave de lo que se está contando. Porque eso es una puta locura en un país que vive del turismo. Porque tenemos que estar, en realidad, al borde el desastre para hacer algo así. Y la gente no viene. Y nos suicidamos.
En un momento como este, la imagen que se da es tan importante como la realidad que se atraviesa. Generar alarma en el interior y en el exterior puede ser tan grave y contraproducente como una relajación excesiva. Si para imponer sensatez por ley utilizamos medidas insensatas, no estamos avanzado un milímetro.
Salir de esto juntos significa que a mí me tiene que importar tu madre anciana tanto como te importa a ti mi negocio en números rojos. Y viceversa.
Si mi negocio te la suda, tu madre me la trae floja. Y viceversa también.
O lo entendemos, o nos vamos a la mierda. Más.
General Stanisław Maczek. Por Stefan Garwatowski.
Una vida azarosa la de este general polaco. Inició su carrera militar como suboficial de un regimiento alpino tirolés austrohúngaro en el frente italiano, donde ascendería a oficial.
Tras el Armisticio regresó a Polonia donde tomó el mando de un batallón con el que participó en gran parte de las batallas de la guerra polaco-ucraniana.
También tuvo un destacado protagonismo en la siguiente confrontación polaco-bolchevique.
La segunda guerra mundial lo encuentra al mando de la 10ª Brigada de Caballería Motorizada, con la que se enfrentó a la invasión alemana, a la que se considera como la única unidad polaca que no perdió una sola batalla en 1939. Con la invasión rusa, se le ordenó internarse en Hungría.
Pasó luego a Francia donde recreó y tomo el mando de la Décima Brigada de Caballería Blindada polaca, La debacle francesa lo arrastró y tras combates desesperados y peripecias llegó a Londres. Allí, tras dos años de recelos y entrenamientos logró formar la 1ª División Blindada polaca. A finales de julio de 1944 desembarcan en Normandía, logrando una brillante victoria contra la Wehrmacht en las batallas por Mont Ormel, Hill 262 y la ciudad de Chambois. En esta serie de operaciones ofensivas y defensivas, que llegó a conocerse como la Batalla de Falaise, 14 divisiones de la Wehrmacht y las SS alemanas quedaron atrapadas en la enorme bolsa de Chambois y fueron destruidas. La división de Maczek tuvo el papel crucial de cerrar la bolsa para bloquear la ruta de escape de las divisiones alemanas.
Después de esta batalla decisiva, la División de Maczek continuó encabezando el avance aliado a través de los campos de batalla del norte de Francia, Bélgica , Holanda y finalmente Alemania. La mejor hora de la División llegó cuando sus fuerzas aceptaron la rendición de la base naval alemana de Wilhelmshaven, capturando a toda la guarnición, junto con unos 200 buques de la Kriegsmarine.
Maczek estuvo al mando de la 1ª División Blindada hasta el final de las hostilidades europeas y fue ascendido a general de división. Después de la capitulación de Alemania, pasó a mandar el I Cuerpo de Polonia y se convirtió en comandante de todas las fuerzas polacas en el Reino Unido hasta su desmovilización en 1947.
Después de la guerra, Maczek fue despojado de la ciudadanía polaca por el gobierno comunista de la República Popular de Polonia, por lo que tuvo que permanecer en Gran Bretaña. Dejó el ejército el 9 de septiembre de 1948, viéndose obligado a sobrevivir trabajando de camarero. Fuente: www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=12&t=17519&start=14
Imagínese que usted es usuario de un sistema informático al que se accede con usuario y contraseña. Dicho sistema es critico, y si algún atacante consigue la clave de un usuario el damnificado sera todo el sistema, no solo aquel usuario.
En este contexto un día llega a meneame una noticia sobre una persona que se hizo un usuario con la contraseña 1234. Esta persona comenta que había un cartel en el formulario de registro que recomendaba usar contraseñas largas y con distintos tipos de caracteres pero que decidió usar simplemente 1234 porque tenia miedo de olvidar la contraseña si era más complicada.
En los comentarios de la noticia vemos algunos empatizando con la realidad de que, efectivamente, se dan situaciones en las que las personas eligen claves poco seguras y dan credibilidad a que realmente hay usuarios que tienen dificultades para recordar una contraseña compleja. Pero también hay comentarios que cargan contra el usuario argumentando primero que es un irresponsable por no usar contraseñas largas y segundo que no hay ninguna prueba de que no pueda recordar contraseñas complejas y en todo caso podría usar KeePass, ergo es una excusa.
Siguiendo el hilo de estos últimos, las soluciones que se proponen es que esta persona que uso la contraseña 1234 debe hacerse responsable de lo sucedido, la culpa es suya. Quizá habría que multarla o echarla del sistema o algo así. En coherencia con esto, el departamento de seguridad de la aplicación debería dejar el formulario como esta, no revisar las contraseñas a priori, esperar a que un atacante usurpe una clave sencilla, buscar al usuario que puso esa clave y castigarle. Así cundirá el ejemplo y la gente usará contraseñas que se ajusten a lo que se recomienda. Porque esto es un problema de responsabilidad individual.
Llegados a este punto, quizá usted ya este pensando “¿y porque demonios el sistema permite contraseñas simples? Impidan el registro con contraseñas simples y asunto arreglado”
Eso es lo mismo que me pregunte yo al ver esta noticia y sus comentarios: www.meneame.net/story/joven-incumplio-cuarentena-tras-pcr-no-saltaba-q
¿Por qué demonios la baja es ‘opcional’? Creo que todos sabemos porqué, para abaratar costes, o más bien, para trasladar esos costes al individuo. Tan simple, llanamente y cutre como un sistema informático que pasa de implementar validación de formato y delega en el usuario la seguridad.
Un sistema informático que hiciera eso probablemente lo haría porque piensa que en la inmensa mayoría de los casos si alguien vulnera una cuenta el único damnificado será ese usuario y poco más, así que a efectos prácticos es como si no pasara nada y eso que me ahorro. Con las bajas pasa lo mismo, normalmente el único perjudicado es el propio enfermo y poco más así que…
Nuestro sistema esta continuamente reformándose para externalizar costes vía convertir lo que antes era estructural en algo a discreción de la “responsabilidad individual”.
Esa responsabilidad individual a la que se apela es un fetiche imaginario, no es generalizable, ni se desea que lo sea. Si la gente fuera “responsable” cogería automáticamente la baja, pero si coge la baja automáticamente ¿qué diferencia practica hay con que la baja sea automática?. No tiene sentido. La baja no es automática precisamente para que haya gente que no la coja.
Ahora en Madrid empieza un confinamiento por barrios que no incluye refuerzos en nada que sea preventivo y estructural (médicos, profesores, teletrabajo, transporte, etc, etc) pero si en lo referente a mandar el mensaje de que la culpa es de la gente, que es una irresponsable y pagarán por ello. Porque anunciar refuerzos en policía y hacer una petición para que venga el ejercito a hacer cumplir las restricciones es tan efectivo como admitir 1234 como contraseña y luego bajarle el karma al que pilles con esa contraseña. No sirve como política de seguridad, sirve para mandar un mensaje: si algo sale mal la culpa es tuya y lo vas a pagar.
Aviso: no esperéis encontrar ideología política aquí: la cuestión que planteo es más bien técnica.
Escribo esto para leer la opinión de los que saben más que yo, o sea que sí, este artículo es un gancho para ver si aparece @pasapollo o algún otro de los entendidos y nos enseña algo.
De todos modos, tampoco me considero un ignorante completo en materia jurídica y voy a dar mi opinión para, como digo, utilizarla de zaguán para que los que saben de veras puedan darme un vapuleo. O darme la razón. Vete a saber.
Por lo que yo sé, la ley dice que el poder ejecutivo puede aprobar por su cuenta un Estado de Alarma de 15 días de duración y que, a partir de este plazo, será el legislativo, o sea, el parlamento, el que tendrá que aprobar las prórrogas.
El Gobierno, en uso de sus atribuciones, ha aprobado hoy el Estado de Alarma, y este deberá ser revalidado antes de que expiren los 15 días, pero la cuestión extraordinaria está en que no lo quiere revalidar por otros quince días, sino pro seis meses, de una tacada, ya que no existe límite expreso a la ampliación.
¿Pero por qué seis meses y no seis semanas? ¿Por qué seis meses y no seis años? Ahí creo que está el problema. Creo que una ampliación de seis meses vulnera de largo el espíritu del legislador al soslayar una ampliación semejante el control parlamentario, que era lo que se buscaba. Cuando se redacta la Constitución, lo que se pretende es aportar una garantía de control para evitar abusos, y una ampliación de seis meses, o de seis años, eliminan ese control y esa garantía. Por esa razón creo que es inconstitucional.
En caso de que se admita, con independencia de su oportunidad, corremos el riesgo de que el siguiente Gobierno, del mismo color o de otro, aproveche el precedente jurídico para cualquier otro tema. Y si ese Gobierno, el que sea, tiene mayoría absoluta, podemos ya echarnos a temblar.
¿De verdad es necesario un plazo así, sólo por no someterse a control y votación parlamentaria? ¿Podemos permitirnos que el plazo de ampliación sea cualquiera sabiendo que en el futuro alguien puede aprovechar al precedente para sofocar una huelga, o aplastar cualquier conato de resistencia en una Comunidad Autónoma?
Creo que es un exceso. O no vemos el riesgo, o estamos locos.
La serie de Antidisturbios, recientemente estrenada, aborda una temática controvertida pero no logra tener un enfoque claro. Vista de principio a fin, la calidad técnica es indiscutible y merece mucho reconocimiento pero, aun con sus virtudes, la obra en su conjunto deja una sensación decepcionante. El problema no es lo que nos muestra, que está muy bien realizado, sino lo que omite.
Cuenta la historia de los integrantes de una unidad de antidisturbios implicados en un homicidio imprudente. Esto sirve de punto de partida hacia la trama central, que habla sobre una corruptela de las altas esferas. Una trama que salpica a algún político, policías, jueces y medios de comunicación.
La descripción de los antidisturbios se basa en las humildes vidas de "los mandaos", esos quienes reciben las órdenes, los que están al pie del cañón. Nos enseña cómo las ejecutan y en qué condiciones. El valor de la serie es hacer que nos pongamos las botas, el chaleco y el casco y vivamos intensamente desde dentro la vida de estas personas, que sintamos lo que sienten, que conozcamos a los seres humanos que hay dentro, sus vidas, la precariedad y miserias de su trabajo. Y al mismo tiempo poder mirar hacia el lado opuesto y ver de primera mano las consecuencias de sus acciones, la injusticia y el desgarro cuando la violencia es ejercida contra los más débiles. Está ambientada de manera muy realista, y te hace estar en todo momento dentro de la acción.
Pero hay algo que hace que el ritmo vaya decayendo capítulo a capítulo, bien sea porque se olvida rápidamente de los débiles de la historia como la familia desahuciada o los que reciben los porrazos (aunque sí hace un ligero seguimiento de la historia del inmigrante fallecido), bien porque deja de cuestionar las actuaciones policiales como tal y se centra en retratar la vida personal de ellos.
La serie parte de la premisa de que la corrupción hace un gran mal a las instituciones y cuestiona los comportamientos corruptos dentro de un sistema, pero se olvida de cuestionar el sistema en sí mismo. Estamos otra vez a vueltas con las manzanas podridas...
La escena clave de la serie transcurre en el primer capítulo y muestra cómo una unidad de antidisturbios es mandada por orden de un juez a desahuciar a una familia por un impago del alquiler. Cuando llegan, un gran número de personas de una plataforma antidesahucios se interpone en su camino. Debido a una cadena de circunstancias ocurre un grave incidente en el que acaba muriendo uno de los vecinos, inmigrante senegalés, que trató de mediar en la actuación.
La serie deja entrever que la actuación de las U.I.P. en el desahucio fue mal ejecutada por falta de medios o por mala praxis de los integrantes del operativo, además forzada por un alto mando corrupto con intereses económicos de por medio.
En la escena en cuestión los antidisturbios deciden arrinconar a unos manifestantes en un espacio reducido y cargar contra ellos excusándose en una provocación. Aparte de que interese o no a la trama, sabemos que arrinconar a alguien no es buena idea, siempre es necesaria una válvula de escape ya que las reacciones desesperadas de las personas son tremendamente imprevisibles, y generalmente llevan a una acción violenta.
Kettling.
Kettling es una táctica de control de multitudes, frecuentemente utilizada por la policía británica ( y usada en España bastante durante el 15M por cierto), que consiste en acorralar o acordonar una zona inadvertidamente de forma que los manifestantes no se den cuenta hasta que queden atrapados y no puedan salir. Luego se les mantiene encerrados el tiempo que ellos consideren, sin importar que uno esté el primero en la protesta o que de casualidad pasara por allí. De esa manera pueden contener grupos o realizar detenciones.
Esta situación genera gran tensión y ansiedad a las personas atrapadas entre la multitud. Una kettle es un aparato doméstico que se usa para hervir el agua, y esta técnica puede llevar los ánimos de la multitud a su punto de ebullición. Porque aunque los manifestantes decidan dispersarse y marcharse o terminar la protesta, están siendo arrinconados contra su voluntad generando una grave tensión. En teoría sólo se trata de una táctica de contención, que la desesperación de los manifestantes les lleve al desánimo y al fin de la protesta, pero la realidad es que con tal de que haya sólo un pequeño grupo de impacientes dentro que quieran salir ya puede existir una confrontación, y en lugar de reducir los ánimos puede escalar el conflicto.
Esta es una táctica, no es tal vez lo que muestra la serie, pero es una táctica entre tantas, que busca un objetivo. Y hago hincapié en este asunto porque creo que lo que la serie omite es precisamente la hipótesis de la acción deliberada de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.
Los policías, como todos los seres humanos, tienen sus problemas sociales y emocionales, pero son profesionales en su trabajo. Las acciones violentas no son causa ni del estrés al que están sometidos, ni de versos sueltos que improvisan y se toman la justicia por su mano, ni son acciones aisladas. Si estos casos se dieran, y sabemos que se dan, se deberían investigar como actos impropios, fuera de la legalidad.
Es decir, esa no es la forma profesional de actuar. Lo que se debe resaltar, y es lo que esta serie no argumenta, es que las acciones llevadas a cabo deben responden a un criterio. Son decisiones tácticas, estratégicas y políticas. Las U.I.P. son cuerpos profesionales, entrenados, competentes y siguen directrices. Todos los operativos se preparan y las normas se dictan siguiendo una cadena de mando y en primera instancia es una orden política. Con responsables. Con nombres y apellidos y sí, también con ideología.
Recordemos que son estas fuerzas las que ostentan el monopolio de la violencia. El uso y abuso que se le da a esa fuerza por parte del mando político y policial es lo que hay que cuestionar. El hecho de que se produzcan acciones violentas de la policía contra los ciudadanos y que en la práctica no haya censura posterior, ni asunción de responsabilidades, ni rendición de cuentas, nos tendría que hacer preguntarnos si esas acciones no estarían amparadas por el alto mando y los correspondientes gobiernos y si no estarían diseñadas y promovidas por ellos.
Estas órdenes y acciones no habrían sido llevadas a cabo porque fueran dictadas por corruptos, sino por gobernantes de pleno derecho. La violencia en ese caso sería estructural.
Por eso, y aunque se han puesto todas las miradas y la crítica en la descripción del perfil social y psicológico de los personajes en la serie, tanto si dejan en mal lugar o por el contrario blanquean a la policía, no creo que sea determinante. Estos perfiles se pueden dar en cualquier otra profesión. Los habrá como los de la serie y los habrá que no son cómo los de la serie.
Lo interesante sería saber, si es que se dan estos perfiles, por qué se dan. Cuáles son las características internas del cuerpo y de estas unidades. De dónde vienen las U.I.P. y cuáles son sus directrices, qué tipo de armamento se compra y se utiliza contra la población, por qué y de qué manera, qué ocurre con quienes son víctimas de estos abusos y cómo es la actuación de la justicia al respecto, y un largo etc.. En este caso concreto, por qué es necesario el uso de la fuerza para el desalojo de una vivienda y de dónde vienen esas presiones ¿Estamos hablando de una corruptela de un par de jueces y políticos que quieren vender pisos turísticos o de un gobierno que sigue las demandas del lobby de los fondos de inversión?
Me gustaría que se intentara dar respuesta a preguntas como éstas en una serie de ficción que pretende tener un trasfondo realista, pero no se llegan a plantear. Y eso aleja un poco más el relato sobre los verdaderos culpables de que haya gente que en la realidad sufre situaciones iguales o peores que los retratados en la ficción. Es más laborioso alejarse para cuestionar el cesto que hablar sólo de tres o cuatro manzanas.
Reconozco ser bastante perezoso si se trata de escribir sobre temas de rabiosa actualidad, sé que no soy el único al que le pasa. Ocurre que hoy, cuando aquello que inunda titulares, columnas de opinión, redes sociales y pseudo-debates de todólogos pretende golpearnos con un “directo al vientre”, psicopolítica en su forma más burda, las charlas y discusiones en que podemos vernos envueltos suelen encontrarse salpicadas de esa misma visceralidad, mal entendida por algunos, bien dirigida por otros. Distanciarnos de esa opaca ciénaga en la que se libra la batalla por el relato de la actualidad y a la que nos quieren arrojar, darnos tiempo para la reflexión e información, suele presentarse como una medida prudente, y hasta tal vez sea un primer silencio hoy en día algo contestario.
Pues bien: uno de los asuntos que estos días copan este presente desinformativo es la marcha de un famoso youtuber a Andorra. El asunto en cuestión no pasaría de ser como cualquier otro por el que este perezoso no gastaría aquí un artículo - parece que fuera algo nuevo que ricos de todo el mundo marchen a legislaciones con fiscalidades laxas para amasar más fortuna - si no fuera por haber reavivado aún más lo que es ya un nuevo clásico en la polémica de ámbito económico a la hora de determinar los niveles de fiscalidad y políticas que cierto estado aplica o debería aplicar. Si tuviésemos que reproducir, de forma sintética, un momento tipo de esta discusión, bien podríamos presentar el siguiente esquema:
Y a partir de aquí la conversación podrá derivar hacia diferentes derroteros, aunque como norma general diríamos que rara vez se llega ni siquiera a un atisbo de acuerdo.
Seguro que muchos de los lectores reconocen esta conversación en una u otra forma, y hasta posiblemente han sido actores en alguna ocasión. Aquí mismo, en los comentarios de noticias y artículos de Menéame, se repite este mismo esquema o parecido constantemente, y no hace muchos días ya se adelantó el compañero @johnnyquest con este artículo a lanzar el asunto en esta misma sección[1]. ¿Tiene algún sentido este debate en el que pareciera que la validez de un índice se intenta desacreditar con otro?, ¿son ambos índices fiables como conductores para tomas de decisión en política y niveles fiscales?
Presión fiscal.
Con las palabras presión fiscal, llevadas al ámbito de estados, hacemos referencia a la relación existente entre los ingresos fiscales y el PIB. El cálculo no podría ser más sencillo:
En su presentación, solemos utilizar la ratio en forma de porcentaje, para hacerlo así más inteligible.
Vemos así (Fig. 1) como para el año 2018 la ratio de presión fiscal se situaba para España en un 34,7%, colocándose el dato dentro del grupo de menores presiones fiscales de la UE, más de 5 puntos por debajo del agregado UE-27 (40,2%). El dato contrasta, en primer lugar, con el de los ingresos públicos (revenue) españoles, que se situaban más de 7 puntos por debajo de agregado UE-27 (ver Fig. 2), y con el del déficit público (ver Fig. 3), unos 15 puntos superior a la media. Podrán observar que esta situación de déficit público viene siendo habitual año tras año para España, exceptuando el periodo entre 2005 y 2007, coincidiendo con la llamada “época de la gran burbuja inmobiliaria”, incluso aunque el gasto público (expenditure) demuestra en la serie histórica ser siempre menor a la media UE (ver de nuevo Fig. 2), también después del escalón al alza de este gasto a partir de la crisis del 2008.
De todo esto que se ponga en ocasiones el acento en la menor presión fiscal en España como hecho que contribuye a generar los déficits públicos, al ser los ingresos tributarios y por cotizaciones insuficientes para financiar el gasto existente. Al compararnos con las diferentes presiones fiscales de la UE, observamos que la mayoría de los estados con economías más productivas y saneadas se sitúan por encima de la española en cuanto a presión fiscal.
Es cierto: en relación a nuestro PIB, los ingresos provenientes por impuestos son objetivamente menores que la media y que las principales economías de nuestra zona UE, e insuficientes para hacer frente al gasto público sin crear déficit, incluso aunque este gasto sea históricamente menor al de economías más potentes y a la media.
Esfuerzo fiscal.
Dicho esto, debemos ser conscientes de las profundas limitaciones que el dato de presión fiscal presenta en cuanto a la información aportada. De su objetivo escapan aspectos tan importantes, entre otros, como la distribución y dispersión del pago de impuestos, lo que cada uno de los diferentes grupos de agentes económicos aportan al fisco, o la competencia de estos para satisfacerlos dada su renta. Además, al ser una medida que simplemente relaciona el total de ingresos fiscales con el PIB, podría ocurrir que el dato tendiera a la baja por incapacidades en la recaudación relacionadas con altas tasas de paro o economía sumergida, problemas bien conocidos y asociados a la economía española. Sin duda todos estos puntos de máximo interés y a tener en cuenta a la hora de determinar la política fiscal, niveles impositivos, sobre qué tributos o cotizaciones sería conveniente realizar cualquier cambio, así sobre qué grupo de agentes económicos incidir. Si bien decíamos que el dato de presión fiscal sí nos da respuesta a la simple pregunta sobre si los ingresos fiscales que cierto estado obtiene de forma agregada son altos o bajos en relación a su PIB y a su entorno económico, debemos ser claros al afirmar que en ningún caso puede tomarse solo este dato como único conductor a tener en cuenta a la hora de tomar cualquier decisión de ámbito fiscal.
Y de esto parece que, siguiendo el guion de nuestra discusión tipo, Juanito le replique a Pepito que el dato que se debe tener en cuenta sea el llamado esfuerzo fiscal: un indicador que nos dicen nos informaría sobre la relación entre carga impositiva y capacidad para satisfacerla, asociando implícitamente un menor esfuerzo fiscal a una mayor renta disponible. De nuevo, el cálculo no requiere ninguna competencia especial, y aunque existen muchas y variadas propuestas para calcular el esfuerzo fiscal, los índices que se suelen presentar al público generalista serían los conocidos como “índice de Frank” e “índice de Bird”. Si bien entre ambos existen diferencias en la formula a aplicar [2], de forma general podríamos decir que se basan en el cociente entre presión fiscal y PIB per cápita, dando ambos índices parecidos resultados:
Para no hacer demasiado largo este artículo me referiré solo al índice de Frank.
Así podemos observar en la Fig. 4 que, mientras la presión fiscal para España se situaba en 2018 en el grupo de las más bajas entre la UE, el esfuerzo fiscal, medido bajo el índice de Frank, sitúa al país ligeramente por encima del agregado UE-27 (0,138 para España Vs. 0,136 para UE-27), pasando España a ocupar la zona media de la clasificación. Según este índice, mientras para la economía española la presión fiscal es baja en relación a las principales economías y al conjunto de la zona UE, el esfuerzo que los ciudadanos realizarían para poder hacer frente al fisco no sería tan reducido. Obsérvese que el mismo gráfico ya muestra la inexistencia de una correlación fuerte entre presión y esfuerzo fiscal: como casos opuestos al español, vemos como ejemplo a Francia, Dinamarca o Bélgica, miembros UE con las mayores presiones fiscales pero menores esfuerzos per cápita.
Índice de Frank y el concepto de esfuerzo fiscal: nuevos clásicos conocidos.
Durante las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo existió una abundante bibliografía y propuestas alrededor de la posibilidad de estimar la competencia para hacer frente a las obligaciones fiscales de la población. Así, ya en 1959, el economista Henry J. Frank, en un trabajo titulado "Measuring State Tax Burdens", trataría la cuestión de la medición del esfuerzo fiscal para el contexto concreto de los Estados Unidos. Propone Frank que un método más inteligible para tratar las diferencias de esfuerzo fiscal entre diferentes administraciones es el resultado de combinar los impuestos agregados totales con los impuestos per cápita. Nótese así que la propuesta de Frank se apoya en tres datos básicos: impuestos totales, producto nacional y dimensión poblacional. Introduce el factor del nivel de ingreso del contribuyente, asociándolo al reparto del producto nacional entre la población.
Ya desde principios de los años 60 el índice de Frank fue criticado como método válido para la correcta medición del esfuerzo fiscal de los estados, tanto desde un punto de vista conceptual como metódico. Y podemos decir, aunque a algunos esto les sorprenda, que ya desde los años 70 este índice ha sido repetidamente desacreditado por muchos autores en bibliografía especializada, entendiéndose desde hace décadas como un intento fallido de lograr ser un indicador del esfuerzo fiscal de cierta administración. Resulta así curioso que en los últimos años haya vuelto tal índice a la escena mediática (por eso más arriba les hablaba de “nuevo clásicos conocidos” y no de viejo).
En descargo de Henry J. Frank, diremos que el problema no es tanto la aplicación y objetivo de su trabajo en "Measuring State Tax Burdens", sino la extrapolación que se realiza de este índice fuera del contexto original de su propuesta. Frank buscaba sintetizar en una sola fórmula los dos principales índices que se utilizaban para calcular la presión fiscal que soportaba cada estado norteamericano: por un lado los impuestos per cápita y por otro los impuestos como porcentaje del ingreso. El mismo Frank ya advertía en su trabajo sobre las evidentes limitaciones de la propuesta como dato empírico, desplazando el mismo autor la validez del índice no al valor resultado, sino al valor ordinal, esto es, la posición que cada diferente estado tomaba en el ranking. De esto que se diga que la comparativa entre resultados de presión fiscal e índice de Frank pierda el sentido, ya que el índice de Frank solo lo cobra en su propio ranking. Y en cualquier caso, el objetivo de tal índice es la comparativa con otras administraciones en cuanto a la carga fiscal de la población dada su renta, pero no en cuanto a la proporción del ingreso público proveniente de los impuestos. Esto es importante remarcarlo: mientras la presión fiscal nos habla de los ingresos que un estado obtiene vía impuestos en relación con su PIB, el índice de Frank se dirige a la carga impositiva de la población de cierto estado en relación con el PIB per cápita. Dos cosas diferentes. Parece por tanto que no tiene mucho sentido oponer el dato del esfuerzo fiscal al de presión fiscal (o al contrario), por mucho que algunos se empeñen en hacerlo.
Siguiendo con las descontextualizaciones, en muchas ocasiones, incluso en bibliografía y ambientes especializados, el esfuerzo fiscal calculado bajo el índice de Frank es presentado como “el sacrificio” que cierta población realiza por el pago de sus impuestos. Obviando, ya de entrada, las evidentes connotaciones negativas que la palabra sacrificio introduce en la definición (pareciera que con esto se quisiera en ocasiones decir más bien “sufrimiento”), resulta arriesgado asociar menor renta per cápita a mayor sacrificio por hacer frente a las obligaciones fiscales, ¿o es que acaso el índice de Frank nos dice algo sobre la valoración, tanto objetiva como subjetiva, del retorno que recibe cierta población por el pago de los impuestos?, ¿por qué cuando pagamos por cualquier bien o servicio no solemos encontrar la palabra sacrificio asociada al pago? Todos tenemos que comer para subsistir, y por tanto nos vemos obligados a dedicar parte de nuestra renta a la compra de alimentos, y sin embargo no solemos leer en prensa o estudios que se asocie al pago por la comida a la palabra sacrificio…. Cuestiones todas estas que escapan totalmente de la información que un índice de estas características puede aportar. En las palabras vive el pecado, y del discurso come el diablo, que dijo alguno ya hace tiempo [3].
Por otro lado, es evidente que el esfuerzo fiscal bajo el índice de Frank no resuelve algunas de las limitaciones que el dato de la presión fiscal presenta: tampoco nos indica nada en relación a la distribución y dispersión del pago de impuestos, lo que cada uno de los diferentes grupos de agentes económicos aportan al fisco, o el impacto en su indicador de la economía sumergida o de la tasa de paro, entre otros. En ocasiones es a partir de estas limitaciones por lo que el dato de presión fiscal se rechaza como válido, para luego sin embargo presentar como más correcto un índice que adolece de muchas de esas mismas limitaciones.
Aun así es sorprendente el poco trabajo existente en corregir el índice, incluso aunque ciertas correcciones sean sencillas. Por ejemplo, existen diferentes estimaciones que nos permitirían añadir de forma fácil al PIB la producción en economía sumergida; aunque esta no tribute no deja de ser producto disponible por una parte de la población. Si la idea bajo el índice de Frank es comparar el total del producto disponible con la carga fiscal, ¿por qué no incluir esa renta “en la sombra” existente?, ¿es que acaso los 50.000€ en negro que alguien tiene debajo del colchón, la mordida del político de turno, o los 200€ que cierto trabajador recibe en un sobre todos los meses, no son renta disponible? Sin duda añadir la estimación de producción en economía sumergida nos dará un dato más exacto, tanto de la presión como del esfuerzo fiscal:
Vemos así en la Fig. 5 como, una vez incluida la producción sumergida a cada estado UE [4], España bajaría 2 puestos en el ranking del índice de Frank, pasando a estar el esfuerzo medido de esta manera ligeramente por debajo ya del agregado UE-27, y quedando España por debajo del resto de países de la zona sur como Grecia, Portugal, Italia o Francia. No deja de ser llamativo que mientras en otras ocasiones algunos se afanan en realizar complicadas correcciones incluyendo la economía sumergida y otras variables a diferentes índices para deslegitimar otros, no lo hagan en este caso. Será tal vez por eso de presentar el esfuerzo fiscal por encima de la barrera psicológica de la media UE-27, no se nos vaya el personal a relajar.
Pero es en la parte matemática e interpretativa donde el índice de Frank muestra sus mayores deficiencias. Para comenzar, es llamativo que si convertimos la fracción del cálculo observamos que se estaría elevando al cuadrado el PIB per cápita, dimensionando demasiado el peso de este en la fórmula, y como el mismo Frank reconoce, pudiendo llevar en ocasiones a resultados absurdos; ¿qué sentido tiene dividir los ingresos fiscales del estado per cápita entre el PIB per cápita al cuadrado?
Además, como algunos autores han indicado, elevar al cuadrado el PIB per cápita es sólo una entre varias alternativas, sin encontrarse ninguna razón lógica para resolver que sea la más correcta. Uno podría, por ejemplo, elevar la renta per cápita a una potencia de 1,5 y replantear el índice de Frank de esta manera sin que exista un criterio determinante para escoger una opción en lugar de otra, de forma que hasta que mientras no encontremos una alternativa que sea defendible en terrenos teóricos o empíricos, resulta complicado defender la valoración del esfuerzo fiscal bajo este índice.
El índice de Frank suele plantearnos resultados difíciles de interpretar correctamente. Veamos un ejemplo:
Imaginemos un país con una renta per cápita de 45K€ y una presión fiscal del 45%, y otro con una renta per cápita de 20K€ y una presión fiscal del 18%. Siguiendo con el índice de Frank, el primer país tendría un esfuerzo fiscal del 0,1 y el segundo del 0,09. El primero tendría un mayor esfuerzo fiscal que el segundo. Y sin embargo la renta per cápita después de impuestos para el primer país sería de 24.750€ y el del segundo país de 16.400 €, más de un 51% de diferencia a favor del primero. ¿Dirían aquellos que defienden el índice de Frank que el “sacrificio” fiscal que a la población del primer país se le exige es mayor que al del segundo, siendo la renta después de impuestos de los primeros más del doble? Si la idea es relacionar menor renta disponible tras impuestos a mayor esfuerzo (bienvenidos a la progresividad fiscal), ¿el resultado que el índice de Frank nos arroja permite interpretaciones acertadas? Vemos aquí de nuevo lo arriesgado de asociar la idea de esfuerzo a este índice. Aunque siéndoles sinceros, uno no sabe que nos dirían algunos de los suelen llevar por bandera este índice, porque a la vez que lo defienden el índice de Frank por asociarse implícitamente a una mayor renta per cápita una mayor capacidad para hacer frente a la carga impositiva, por otro lado suelen prescribirnos que lo más legítimo sería eliminar la progresividad fiscal. Vaya.
(y como ven, no es necesario acudir a ejemplos forzados para mostrar los problemas en la interpretación del dato, pero si quieren ver hasta dónde pueden llegar los absurdos de este índice, encontraran dos buenos ejemplos en el artículo que @johnnyquest publicaba hace unos días sobre este índice de Frank).
Otro punto importante a destacar es el uso que la fórmula para el índice de Frank hace del numerador y el denominador. Mientras el numerador, la presión fiscal, es una ratio, cociente de dos cantidades expresadas en una misma unidad, euros (ingresos fiscales en euros / PIB en euros), el denominador hace uso de una magnitud, pues utiliza el PIB per cápita, que es ”euros por habitante”. Una medida adimensional dividida entre una magnitud... ¿cómo interpretamos esto? Denle una vuelta reposada… de nuevo, ¿qué sentido tiene esta fórmula?
Pero posiblemente sea en las limitaciones que un índice tan estático presenta lo que definitivamente nos lleva a rechazar este. Atentos: en cualquier comparación internacional de renta per cápita, esta debe siempre expresarse o ser acompañada de su extrapolación a poder de compra paritario (PPP). Si los precios son bajos, una renta per cápita más baja podría adquirir igual o mayor cantidad de bienes y servicios que una renta per cápita más alta en un país con precios más altos. Por esto mismo los informes y estudios donde se hacen referencias a comparativas entre magnitudes monetarias suelen siempre incluir la renta per cápita en PPP, para así permitir una interpretación acertada. ¿incluyen las comparativa que suelen presentarnos del esfuerzo fiscal bajo el índice de Frank referencia al índice en PPP, para que así la interpretación del público pueda ser más acertada? Respuesta: no. ¿Y cómo quedaría el índice de Frank para la UE, si incluyésemos la corrección anteriormente vista para la economía sumergida, junto con el PIB per cápita a paridad de poder adquisitivo?:
La gráfica habla por sí sola: una vez incorporamos al cálculo del índice de Frank el PIB per cápita en PPP observamos las grandes diferencias con el dato sin tener en cuenta la paridad de poder de compra, en especial para los estados con PIB per cápita más bajos. Si comparamos con la Fig. 4 de más arriba, veremos que el orden del ranking cambia sustancialmente: Grecia pasa de la posición sexta a ocupar ahora la primera (a ver si se pensaba usted que la Troika hace mal los deberes), nuestros vecinos portugueses suben 4 peldaños, pasando de la décima posición a la sexta, o nuestros otros vecinos, los franceses, pasan de la decimoséptima posición a la octava, entre otros cambios destacables. España pasaría a la zona media-baja, posición decimosexta, eso sí, alejándose de forma notoria del agregado UE-27. El dato de esfuerzo fiscal para España bajaría 2 puntos, del 0,14 al 0,12.
Una vez realizadas estas correcciones sobre el índice de Frank (correcciones que en ningún caso hacen que este índice parezca un indicador válido), pasamos ahora a presentar la gráfica relacionando a los países con mayores presiones fiscales que la española con su esfuerzo fiscal corregido:
Solo seis de los diecisiete estados UE-27 con mayores presiones fiscales que la española demuestran un índice de Frank corregido inferior al español: Dinamarca, Suecia, Austria, Alemania, Luxemburgo y Países Bajos. La media diferencial para el índice de Frank español con el de estos seis países sería de apenas un 0,019, menos de un 2% (un 1% si excluimos a la especial Luxemburgo).
Una discusión estéril: cuestión de credo.
Como veíamos, contraponer presión a esfuerzo fiscal parece no tener mucho sentido, ya que cada uno mide algo diferente, lo cual convierte ya de entrada la discusión entre nuestros pepitos y juanitos en algo estéril. Hemos visto las limitaciones en cuanto a información del índice de presión fiscal, y como este no puede convertirse en una referencia única a partir de la cual determinar cambios fiscales. Y en cuanto al esfuerzo fiscal, nos hemos preguntado por el mismo significado de la idea, comprobado la dificultad para determinar tal concepto bajo un índice estático. Además, hemos propuesto sencillas correcciones a las evidentes deficiencias metódicas del índice de Frank (de nuevo insistirles que en ningún caso estas correcciones hacen que este índice parezca un indicador válido), viendo como la interpretación y conclusiones tras estas serían diferentes.
Y es que diremos que, de forma general, el uso e interpretación solo en base a índices sintéticos y estáticos no suele llevarnos a una buena comprensión de la realidad económica. La economía, si tiene algo de ciencia (y esto ya sería otra discusión aparte), no será de las que presente soluciones sencillas ni indicadores mágicos. Por esto mismo, ya desde hace años sabemos que los índices sintéticos no suelen pasar de ser una primera y arriesgada aproximación, y en ningún caso pueden tomarse como indicadores determinantes a partir de los que inferir políticas y cambios. Eso sí, muy válidos para que los medios de comunicación y demás tropa echen al personal a esa ciénaga de las que antes les hablaba. Directos al vientre.
Llegados a este punto, me gustaría dirigirme en especial a aquellos lectores que hayan tomado el esfuerzo fiscal bajo el índice de Frank alguna vez como un dato válido (y también al que haya tomado la presión fiscal por bandera, por qué no) para que nos preguntásemos a nosotros mismos de forma sincera; ¿algún medio o economista que les presentó este índice de Frank como una medida correcta para evaluar el esfuerzo fiscal les alertó sobre todo esto?, ¿por qué creen que medios especializados (prueben a poner en su buscador “esfuerzo fiscal España”), supuestos institutos de divulgación económica y doctorados venidos a estrellas mediáticas no hacen referencia nunca a estas limitaciones y problemas cuando presentan el dato a un público generalista? Ya que nos gusta lo retro, y puestos a utilizar índices con más de 50 años y desde hace décadas descartados como fallidos, ¿por qué no seleccionar para su presentación otros índices anacrónicos conocidos (Lotz-Morss, Tanzi, Shin, Bahl…)?, ¿será tal vez que no arrojan los resultados deseados? Habrá que enviar una carta (ya que estamos con lo retro) a estos medios, institutos y economistas para hacerlos conscientes; debe ser que no lo saben...
Lo cierto es que no deberíamos sorprendernos. Ya nos lo advirtió el mismo Hayek: “Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de esta época, es preciso, sobre todo, que nos percatemos exactamente de cuál es nuestro credo".
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[1] Tuve dudas en un principio sobre publicar o no el artículo que ahora leen, ya que aunque este se encontraba ya en borrador, después de que @johnyquest público el suyo, el asunto quedaba tratado en la sección. Tras consultarlo con el mismo @johnyquest (gracias por los ánimos) llegamos a la conclusión de que ambos artículos podrían cumplimentarse como información del tema a tratar.
[2] El índice de Bird se trataría de una primera corrección ya en 1964 al índice de Frank. En palabras de Richard Bird: "el gran defecto de esta medida [del índice de Frank] es que realmente no indica nada acerca del esfuerzo requerido para producir la renta utilizada como denominador de la relación". Bird propone tener en cuenta el Producto Nacional Bruto "per cápita", como indicador de la capacidad impositiva, presentando así una versión modificada del índice de Frank bajo la siguiente fórmula:
Utiliza así la “Renta Disponible” como denominador de la primera parte del nuevo índice, permitiendo hacer comparaciones más exactas de esfuerzo fiscal entre países con pocas diferencias en cuanto a sus niveles de renta. En cualquier caso este índice de Bird adolece de algunos de los problemas que tratamos en este artículo para el índice de Frank, además que los resultados no suelen diferir mucho entre ellos.
[3] Tal vez otro día que vuelva a amanecer desperezado les hablaré sobre la “esfuerzo fiscal normativo”, otro dato que se viene utilizando en medios, la “cuña fiscal”, o de ese eslogan-idea fuerza del infierno fiscal europeo, asuntos que también dan para otros artículos. Como aperitivo una cita de V. Valle Sánchez::
“Conviene hacer la precisión de que, en contra de las apariencias, el término esfuerzo fiscal no entraña ningún sentido valorativo. En realidad, salvo el factor de eficacia administrativa, las diferencias de esfuerzos entre países derivan básicamente de la diversa ideología sobre la dimensión del sector público, sobre la que no existe un patrón comúnmente aceptado. Mostrar por ello las divergencias entre países no implica forzosamente señalar un camino de cambio en la relación impuestos/capacidad, sino simplemente constatar la situación relativa de un país respecto de un conjunto de ellos" (Valle Sánchez, “Los modelos de Esfuerzo fiscal en España”, 1971)
[4] Para la estimación del peso de la economía sumergida se ha utilizado el informe “Schneider-Medina”. Este presenta un límite inferior y un límite superior para la estimación del peso de la economía sumergida, por ejemplo para el caso de España se presenta unos límites entre un 11,2% y un 17,2%. Se ha optado por agregar el límite inferior a cada país. De haber seleccionado una media entre límites, o el límite superior, los cambios en ranking y en el valor dato para el índice de Frank serían aún superiores. Otras estimaciones (OCDE, LSE...) colocarían el peso de la economía sumergida incluso por encima del límite superior del informe Schneider-Medina.
Alicante, carretera comarcal llena de ciclistas los fines de semana, voy detrás de un coche, que al acercase a un ciclista, se pone a 20 detrás, haciendo que todos frenemos. Línea continua, donde por el carril contrario no viene nadie. Frenazo, acelerón, frenazo... Sigue sin venir nadie, y así un minuto. Ya una cola detrás, el ciclista nervioso haciéndole gestos con la mano... Y lo adelanta intentando no pisar la línea continua, con un acelerón asustando al ciclista. 500 metros más adelante... Otro ciclista y volvemos a empezar.
Yo lo veo a diario, y he hecho ciclismo de carretera varios años y ha sido una constante, suele ser más peligrosa la gente que no conoce el Reglamento, le da inseguridad encontrar a un ciclista y no sabe cómo adelantar, que los flipados.
Diariamente se me ponía un coche detrás, con todo el carril contrario para adelantar, pegado a mi culo, en primera dando acelerones, sabiendo que en cualquier momento me iba a dar un acelerón pasando a mi lado.
Esto si que me parece que merece una campaña de la DGT y no algunas chorradas, Pisa la puta Línea. Invade el carril contrario! Que lo hagas, que salva vidas!
Al hilo de un libro que estoy leyendo y del que hablaré en otro momento, porque tengo la impresión de que va a ser todo un hallazgo, me pregunto por qué hay tan pocas mujeres acusadas de pederastia.
Las opciones son varias, partiendo de la definición de pederasta como aquella persona que siente deseo sexual por menores (sé que hay otras) y la consuma. Pedófilo sería el que simplemente siente ese deseo, pero lo reprime.
-Hay menos mujeres pederastas porque la naturaleza de su deseo sexual es diferente. Ni a mí ni a la mayor parte de las escuelas modernas de psicologías nos convence semejante argumento. Si el género es en parte un constructo social, es imposible defender que los deseos de las mujeres, que son, como en los hombres un proceso psicológico, acaben evitando a los menores de una manera tan desproporcionadamente desigual.En todos los géneros y grupos sociales tendría que aparecer un número aproximadamente similar.
-Las mujeres están menos reprimidas porque tienen más facilidades para consumar sus deseos, y por tanto no tienen necesidad de recurrir a los indefensos (niños) para hacer realidad sus deseos. Esta es interesante, pero me sigue pareciendo floja. El celibato, pro ejemplo, acentúa la frustración sexual y genera desviaciones, haciendo que el sujeto se fije en las personas indefensas que tiene más a mano (por eso hay tantos casos en sacerdotes, y con niños de su mismo sexo), pero el número de sacerdotes pederastas, siguiendo el ejemplo, es desproporcionadamente más grande que el número de monjas pederastas. No cuadra.
-Las mujeres pueden ser pederastas con un grado mucho mayor de impunidad,lo que hace que el fenómeno sea igual de frecuente pero menos detectable. Esta opción es peligrosa, pero habría que estudiarla más de cerca. Un niño o una niña que sean víctimas de abusos por parte de una mujer son más reacios a denunciarlo, serán creídos con menor probabilidad y hasta pueden convertirlo en una broma en vez de en un abuso. Ejemplo: si un profesor le mete mano a un chaval, es escandaloso y es posible que el tema termine en los jugados. Si lo hace una profesora, el chaval se lo cuenta a sus amigos y a lo mejor se ríen juntos. De igual modo, una madre jugando con el pito de su hijo mientras le cambia el pañal no es visto de igual manera que un padre jugando con la vagina de su hija mientras le cambia el pañal. Pasa igual con los deficientes mentales: si a un deficiente mental lo lleva de putas su padre o tutor, para que el chaval se desfogue y pase un buen rato (caso real), hay una alta probabilidad de que encuentre una buena samaritana que le haga disfrutar del momento y la cosa se considere aceptable. Pero si el mismo padre o tutor lleva a una deficiente mental a que se la folle un prostituto, si se entera el juez lo mete en el talego y tira la llave. Y al prostituto le cortan los huevos sus colegas si se llegan a enterar.
¿Veis alguna opción más? ¿O la pederastia es sólo un impulso masculino?
Yo lo dudo mucho...
¿Qué es libertad?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es libertad? ¿Y tú me lo preguntas?
Libertad es aborto sin venganzas
Libertad es divorcio de aquel que ya no quieres
Libertad es discutir sin mordazas
Libertad es casarte con quien amas
Libertad es derecho a una muerte digna
Libertad... No eres tú
Después de extrañarme de que no se respondiera al último Pregúntame de ayer, ni al penúltimo Pregúntame tampoco... me entero que es que ahora se responde en un video.
¿Tú lo sabías? Yo tampoco.
Tienes las resupuestas en el canal de Menéame en Youtube: youtube.com/channel/UCgTvIG19gSDPBhw9rhtsJ_Q
Te dejo enlaces directos a los videos:
Mamen Jimenez, sexóloga:
Freddy Vega de Platzi:
Como me estaba extendiendo demasiado en un comentario, redacto este artículo [Reply Las consecuencias de la política en Menéame]
En resumidas: no afecta la política más allá de "más trabajo para la administración" (bajo mi humilde y discreta opinión).
Y ya podéis imaginaros por qué: más comentarios conflictivos, más envíos spam, más flames que apagar, los mismos usuarios peloteando por varios hilos, tampoco crean diversidad, ni contenido de calidad que generen visitas productivas, con lo que "más trabajo sin mayores beneficios", un tostón, en fin.
Volvamos al análisis más detallado, que me desvío:
Desde 2013, existe esta otra alternativa a Alexa: www.similarweb.com/website/meneame.net/#overview
En el análisis de esta web alternativa a Alexa, podemos ver que la web cuenta con visitas de
Y en otras webs de análisis de tráfico, vemos que nada más en abril de este año, de forma global:
Así que según donde se mire, así varían los datos, pero millón arriba millón abajo, se complementan para poder afirmar que mínimo, está en torno a 7 millones de visitas.
Tal y comentaba, personalmente he percibido desde hace un tiempo un descenso del tráfico y ciertamente es así, pero no de forma tan acusada a la que mostraba el gráfico de Alexa, lo que me hizo prestarle atención en demasía.
He aquí otro gráfico, pienso, más realista:
En esta captura, vemos un ligero descenso, a finales de febrero, pero justamente hay un aumento del tráfico para luego volver a descender, aproximadamente, alrededor del anuncio político de Madrid, sí, pero no veo nada fuera de lo normal, al margen de
ya que
|politica ....//.... ↓↓↓ 238 seguidores
-95% respecto al resto de /m/ oficiales
Pero lo que a mí más me interesa de este tipo de páginas de análisis de tráfico es:
·
Al igual que ocurre con otras plataformas similares, el principal destino de los meneantes son las publicaciones con contenido en vídeo, concretamente YouTube.
Así que si a veces Menéame se parece a tu página de marcadores RSS es porque en definitiva, se publican noticias que vienen de marcadores RSS de usuarios de Menéame.
Bajo mi humilde opinión, este análisis refleja mucho más claramente la realidad del tráfico de "esta, nuestra plataforma digital Menéame" y podemos ver la verdadera consecuencia de una posible política de empresa... en definitiva, ¿se pretende ser al parecer...
Sabemos escribir el nombre de la protagonista de la Interviú, Beatriz Montañez, pero no atinamos al escribir Menéame. Como la vida misma.
Me río, pero al margen, lo que yo veo es que "Internet" re-conoce a Beatriz...Montañez y salta el autocompletar, pero NO CONOCE A MENÉA....ME para autocompletarlo correctamente.
Y bueno, supongo aparecerá "No Paid Keywords" ¿por la versión gratuita del análisis de la captura? ¿O es que realmente no se invierte en esto? Ni idea.
·
Para concluir, destaco que aunque YouTube sea el destino "favorito", es realmente otra red social, Twitter, la que ofrece un mayor tráfico web (por su vínculo con los usuarios y las /m/?
y vemos lo que denomino
"BRECHA SOCIAL" de las Redes Sociales dentro del minúsculo 3,19% que representan:
Diria que sí, en vista de este otro análisis, creo, menos politizado en sus preámbulos, para saber si realmente la política, afecta o no al tráfico de la web de una forma negativa, positiva o simplemente es, una temática más.
______________________________
Reddit premium // YouTube Red // Twitter Blue
@menéame
.
.
.
¿Orange?
Pues eso, me he quedado sin ideas para escuchar este miércoles mientras trabajo, así que me gustaría deleitarme con lo que otra gente considera como música buena. Empiezo yo:
Noga Erez - End of the Road [Live] - Kids Against The Machine Vol. 4 - YouTube
(No hay normas: si quieres enviar 10, envia 10. Si quieres no participar, no participes. Si quieres hacer un comentario chorra, bienvenido, lo único que pediría es si, por favor, podéis respetar el decálogo de nuestro amigo PasaPollo: Reto en Menéame: ser normales en caso de que se empiecen discusiones)
Muchas gracias de antemano por vuestras aportaciones.
Un saludo desde Bruselas.
Como hicimos anteriormente con la Edad Media ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-edad-medieval), Renacimiento (www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-ii-renacimiento), Barroco ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-iii-barroco), Clasicismo ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-iv-clasicismo), Romanticismo ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-v-romanticismo ) y el impresionismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-vi-impresionismo) y el futurismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-vii-siglo-xx-prime) o el primitivismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-viii-siglo-xx-2-pa) hoy abordaremos el microtonalismo.
Una cosa que sí hay que destacar antes de empezar es que entendemos el microtonalismo o xenharmónicos es la música que utiliza microtonos (intervalos musicales menores a un semitono). La música occidental, en su mayoría, ha dividido los sonidos en 12 notas con intervalos de semitono o tono, pero, ya desde la antigüedad, encontramos ejemplos diversos donde algunos intervalos presentan una distancia menor a la dicha: en el género cromático griego, en algunas piezas del canto gregoriano, música tradicional a lo largo del planeta, etc.
El contexto histórico del microtonalismo no solo compete al siglo XX como acabamos de decir. La música tradicional de países no occidentales (africanos o indonesios, por ejemplo) se basan en un sistema de tonos diferentes al occidental:
· Escala javanesa tradicional, de 5 tonos.
· Escala siamesa tradicional, de 7 tonos.
· Raga Shruti, de 22 tonos (India).
· Escala tailandesa tradicional, de 8 tonos.
· Escala Nasca.
· Lu, de 12 notas (en la Era Han, China).
· Escala Persa de 17 tonos.
· Escala Iraqí Enarmónica de 8 tonos.
Conjunto de Gamelanes indonesios
En estas escalas encontramos una gran variedad de ejemplos de mirotonos y los instrumentos de estas regiones cuentan con una afinación totalmente diferente a la que nosotros, como occidentales, estamos acostumbrados.
Hablando de música occidental, durante la antigua Grecia encontramos ya fragmentos donde el microtonalismo aparece, como es el caso de la Himnos délficos o Gillaume Costeley con Seigneur Dieu ta pitié exploró los 19 tonos durante el siglo XVI. Centrándonos en el siglo XX uno de los trabajos a destacar del microtonalismo es el del compositor mexicano Julio Carrillo.
Existen diversas escalas contemporáneas microtonales como las siguientes:
La aceptación del género durante el s.XX fue poca, siendo casi apreciada por músicos vanguardistas en su mayoría. Hacia el final del siglo XX y principios del XXI los microtonos se han usado en la música de diferentes géneros (ya sea música clásica, rock, electrónica, etc.) pero sin llegar a ser un género popular en ningún momento.
¿Y los músicos?
El sonido 13, en el sentido literal de la palabra, fue el primero que rompió el ciclo clásico de los doce sonidos existentes, a la distancia de un dieciseisavo de tono (que fueron los intervalos logrados por mí en mi experimento entre las notas sol y la de la cuarta cuerda del violín), y cuya constante matemática es 1,0072; pero ahora, sonido 13 es un nombre que abarca el total de mi revolución, que ha conquistado en su desarrollo una multiplicidad de intervalos musicales jamás soñados; que ha inventado y construido nuevos instrumentos que han sido tocados en conciertos en los centros más linajudos, tanto en Europa como en América, y que, además ha planteado una reforma total de las teorías clásicas tanto de música como de física musical; que ha escrito los libros técnicos para su desarrollo, inventando un nuevo sistema de escritura.
Julian Carrillo
Los músicos que desarrollaron el microtonalismo durante en el s.XX gozaron de muy poca fama. A principio del siglo XX estos músicos fueron vanguardistas que buscaban experimentar y desarrollar nuevas formas de hacer música, como hicieron por ejemplo los futuristas. Esto les llevó a crear nuevos instrumentos, como por ejemplo, las Ondas Martenot (creado por Maurice Martenot), que eran capaces de crear las notas que otros instrumentos no eran capaces.
Esta falta de fama no los llevará en muchos casos problemas económicos, pues muchos de estos compositores se dedicaban a la docencia musical en los conservatorios. Eso hacía que su trabajo principal les permitiera tener una vida tranquila y seguir investigando en el mundo del microtonalismo, así como componer o crear instrumentos microtonales nuevos. Cabe destacar que es durante esta época de investigación y descubrimientos se rompieron límites tanto melódicos como armónicos que permitieron la aparición de nuevos sonidos que no se habían dado hasta el momento.
Algunos como Julio Carrillo, que fue pionero en la escritura microtonal y creador de la teoría Sonido 13, Alois Hába o Charles Ives, uno de los compositores de música microtonal más prominente fueron alguno de los autores destacables de esta época.
Charles Ives
A continuación os dejo un par de ejemplos de música microtonal:
Ben Johnston String Cuartet 7
www.youtube.com/watch?v=Wp7VjBtOJ74
Alois Hába: Sonata for quarter tone piano, op.62
www.youtube.com/watch?v=FDs7ve1uGbg
Julián Carrillo: Misa a S. Juan XXIII en cartos de tono:
www.youtube.com/watch?v=GhoNIVjt8H0
Y hasta aquí este breve resumen del microtonalismo. Recordad que me dejo muchas cosas en el tintero, desearos que hayáis disfrutado del artículo, agradecer su lectura y que haya sido de vuestro agrado.
Suelo apuntar desde hace años frases y ocurrencias que me vienen de sopetón. Al volver a leerlas con el tiempo siento que debería compartirlas para que no las engulla el olvido.
Así que aquí dejo una recopilación para engañarme por un momento a mí mismo y que, oye, al menos sirvan para el disfrute y la reflexión de a quienes les caiga en gracia:
─ Enemigo natural del ser humano: la auto-compasión.
─ Hay que ser optimista, ver el lado bueno hasta de la mierda. Sea cual sea.
─ Si lo que deseas es el bien, asume que eso implica al mal. Van ligados. Sin embargo, a la inversa, al malvado no le molesta ni importa que el mal tenga implícito al bien. Esa es su ventaja y parte de su poder.
─ Eres de ese tipo de personas que son como la televisión: llenos de carisma, con todo tipo de temáticas y entretenidos, hasta que a la larga te das cuenta que te han jodido la vida.
─ ¿Qué manía es esa de llamar Dios al sentido en nuestras vidas? Es más lógico llamarlo con nuestro propio nombre.
─ Este es el pecado de tener conciencia, el poder evolucionar y pensar más allá del instinto y sobre el Universo a cambio de ser consciente del hueco del mundo, del vacío que llena el interior de cualquier mente pensante. Eso abruma y desgasta, es el precio a pagar por pensar.
─ De críos nos alimentan con colores e ilusión, nos prometen sueños o dejan que soñemos en libertad. Un buen año, de repente nos dicen que todo eso es irreal y estúpido, y que hay que ser adulto y responsable, gris y serio.
Qué acto más cruel. Es como cebarnos con la intención de comernos.
─ Alcanzar la plenitud o equilibrio, las mayores virtudes y verdades para luego usarlas en beneficio propio o egoísta. Esa es la esencia del mal.
─ Demasiado fuerte hay que ser para no acabar loco al final de esta vida.
─ La depresión hoy en día es una enfermedad narcisista.
─ Conforme más me conozco y comprendo a mí mismo, mas aprecio y conozco el mundo que me rodea.
─ El motivo del porqué no me convence los tiempos actuales, es por culpa del siguiente relato:
Yoyo, ¿yoyo yoyoy? Yo yoyoy yoyo yoyoyoyoyoy yo yoyoyoy. Yoyo yoy yoyoy yoy. ¡Yoyo yoyo yoyoyoyo yo yoyoyoy! Yoyoyo yoyoyoy, yo.
–Fdo. Yo–
─ Si me dejo engañar ya es por costumbre.
─ Cuando llegas a esa edad que decir “me da igual” va en serio.
─ Comprendo por qué ser nihilista, lo que no entiendo es porqué defender el nihilismo.
─ No se puede aplicar al Universo el comportamiento de una tecnología que hemos creado los humamos. Sin embargo, toda idea e invención surge basándonos en la propia naturaleza o de las leyes del Universo.
─ ¿Por qué la gente insiste en permanecer estática en un mundo en constante cambio?
─ Ojalá pudieses verte a través de mis ojos, para que así te quisieras como realmente mereces.
─ Llorar derrite.
Pintura emborronada por las lágrimas.
─ No cuestionarse nada es como estar muerto en vida.
─ Si la estupidez es realizar algo que no aporta nada, entonces entre la generosidad y la estupidez hay un paso.
─ Votar a políticos es imperfecto. Sus vidas son distintas a las nuestras, son otros mundos. Votamos a lo ajeno y extraño.
─ Tener la razón es tan sólo otra forma de equivocarse.
─ Si uno piensa en la cantidad de personas y sus problemas que llega a escuchar un psicólogo o un psiquiatra, sorprende que la mayoría de suicidios no sea de ellos.
─ Método eficaz contra el dinero: amor propio.
─ Si en los ojos de las personas apareciesen símbolos de cómo se sienten, qué sencillo sería relacionarse. Si acaso la empatía no acaba sobrevalorada.
─ En las interpretaciones, traducciones, opiniones… nos fiamos más de la persona inteligente. Pero hay que tener cuidado, pues las más inteligentes son las que más capacidad de manipulación poseen. Es más lógico e importante buscar por las versiones de personas honestas.
─ Lo único que me representa el arte actual es cómo hemos olvidado el origen y se ha perdido el norte. La ignorancia, siempre tan convincente.
─ Eres lo que piensas.
Eres quienes te rodean.
Eres tus acciones y sus consecuencias.
Cambia cualquiera de estos aspectos para cambiar tu vida.
─ Hay que tener principios, pero escógelos con cuidado.
─ Más allá del ego sólo hay oscuridad.
─ El tiempo todo lo cura, y también todo lo mata.
─ Cuando en el mundo ya no se entienda la ironía, sabremos que ha muerto.
─ La realidad, la verdad, la vida, se esconden entre la contradicción y la ambigüedad.
─ Hay que ser como la mala suerte y la ironía, que saben justo el momento de actuar.
─ Cuando al fin levantó la vista del móvil, el mundo había terminado.
OK DIario ha sido baneado en Menéame por segunda vez. Adalides de la libertad de expresión y opinión, y defensores de la autorregulación como somos aquí, es hora de abrir un debate, sobre si éste medio debería estar baneado o no. Mi crítica, similar a la de muchos otros usuarios y que ya hemos expresado, se puede resumir en este breve vídeo, que enlazo para no alargar este artículo.
www.youtube.com/watch?v=TSyiZ61BspU
Podéis dejar vuestras impresiones en los comentarios. Muchas gracias.
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