En los últimos años, el turismo excesivo ha obligado a muchos de los destinos más visitados de Europa a tomar medidas. Esos son los casos de Venecia, que decidió cobrarles una tarifa a los visitantes de un solo día; Barcelona, que ha puesto un límite a las plazas hoteleras, y Ámsterdam, que está restringiendo los alojamientos de Airbnb. Sin embargo, ninguna ciudad ha llegado tan lejos como Dubrovnik, que ahora ha fijado un límite máximo al número de personas que pueden estar dentro de sus murallas al mismo tiempo.