En el noreste de Panamá, entre los ríos Teribe y San San, a los que custodian y de los que se sienten miembros, vive la comunidad naso, un pueblo indígena que ahora afronta el reto ante el que tantos otros fracasaron antes. Los bulldozers, protegidos por la Policía, entraron el pasado 31 de marzo en dos de sus comunidades, San San y San San Druy, demoliendo casas, escuelas, iglesias y áreas recreativas.
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