(..) Esa contradicción tiene nombre y apellido. Robert Shiller, Nobel de Economía, la describió como “exuberancia irracional” en el año 2000. El mecanismo es simple. Suben los precios, se encienden titulares, los inversores se contagian del entusiasmo y terminan justificando valoraciones que rechazarían en frío. Se genera un círculo que se retroalimenta con cada nuevo récord y que atrae a los rezagados
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