De cada dos viviendas que se construyen en España, sólo una acaba vendiéndose. Es un pobre balance para los promotores, pese a las bajadas de precio y a la menor producción, como demuestra el recorte de un 33% en los inmuebles terminados hasta mayo respecto al mismo periodo de 2008. Algunas no se venderán nunca. El resultado de este desfase es un progresivo aumento del enorme parque de viviendas vacías en manos de los promotores y bancos.
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