La Iglesia va como siempre al margen de la historia. Beatificará a 498 mártires y los convertirá en testimonios de reconciliación. Los Obispos le asignan a Dios una memoria selectiva y consiguen que sólo se acuerde de “los buenos” En la memoria de este Dios pequeño, disminuido, jibarizado, no caben todos los que sufrieron una muerte indigna por las cunetas españolas. Dios no confunde la sangre roja con la sangre azul. Azules son los mártires encumbrados a la gloria de Bernini. A Ellos va el recuerdo emocionado de la Iglesia.
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