La ciudad holandesa quiere atajar la llegada de turistas (cerca de dos millones anuales) atraídos por la permisividad local con el consumo de drogas como la marihuana. Estos “turistas de la droga” llegan a la pequeña localidad holandesa en manada con el único propósito de visitar uno de sus 13 "coffee shops,” donde pueden comprar diferentes variedades de marihuana sin temor a consecuencias legales.
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