No tienen rostro y estudian a conciencia cómo burlar los sistemas de seguridad. Los ladrones de comercios siguen a rajatabla una serie de leyes no escritas. Así son y así actúan.Estos ladrones no tienen nombre. No tienen rostro. No quieren que nadie repare en ellos. Ése es el primer mandamiento de la Biblia de los hurtos, una especie de código no escrito que sólo conocen ellos y los policías.
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