Ámsterdam sigue atrayendo a jóvenes turistas que lo único que quieren es fumarse uno o dos porros sin tener que estar vigilante por si viene la policía. Sin embargo, la actitud de los holandeses comienza a cambiar. Los diversos gobiernos conservadores de los últimos años han aumentado las restricciones a la venta de hachís y los jóvenes del país se sienten cada vez menos atraídos por los coffee shops.  
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