No sé si alguna vez creí seriamente que el Universo había sido erigido por un ser sobrenatural en siete días, bueno, en seis; aunque fue la historia que me enseñaron en el colegio cuando era niña. Y a pesar de que nadie jamás haya mencionado la evolución en aquellos salones gobernados (alegremente) por monjas, la biología tiene su lenguaje propio y fue la célula que muy pronto actuó como catalizador de mi intelecto. Una vez aprendí sobre sus mecanismos y supe que todo ser vivo está compuesto de ellas, las cosas comenzaron a cambiar y una curios
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