Jesús Gil inauguró una etapa en el fútbol profesional: el del maná que llega del cielo. Se presentó a unas elecciones ofreciendo la incorporación de un crack, Paolo Futre. Y ganó. Los aficionados encantados de contar con la estrella portuguesa. ¿Su coste? El dinero lo aportaba el nuevo presidente. ¿Era una donación? No, era un préstamo sin intereses.
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