"Los drogan y golpean para aturdirlos -explica Mercedes Hernández-. Se ponen en la Rambla y los alrededores. Son marginados, personas que abusan de las drogas y que rondan la indigencia... No tienen nada que ver los okupas que siempre van acompañados de un perro. Sólo les interesa conseguir unas monedas a costa de un animal que no les importa. Esta vez, gracias la movilización de los amigos de los animales y la actuación de la Guardia Urbana, pudimos pararlos".  
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