Una izquierda desnortada, que ha perdido sus principios fundacionales, que es la defensa de los oprimidos de todo el mundo y su protección de las Santas Alianzas de las fuerzas capitalistas, cualquiera que sea su disfraz y bandera. La izquierda, que ha dejado de luchar contra el capitalismo, el origen del fascismo, para volcarse contra sus excesos, como el neoliberalismo, también ha aparcado la lucha en favor de los explotados subrayando sus identidades secundarias y personales.