
La parte izquierda del cerebro me estaba creando tensión en la parte derecha. Lógica, analítica, y sobre todo siendo "un pesao". La parte derecha andaba a por uvas, como siempre.
-Que me dejes, que no se me ocurre nada que escribir de lo de la mierda esa de Eurovisión.
-Bueno, tú mismo has dicho que esto era un juego... un entretenimiento.
-Ya, sí, pero estoy con otras cosas ahora, déjame en paz.
-Cinco minutos, venga, y así concursas. Y te relajas de todo lo otro que andas escribiendo.
-Bueno, vale. Terror. Comedia. Drama. Documental. Bah... no sé. Ni idea. Hay buenos escritores en el foro.
-Acuérdate cuando Eurovisión era un concurso de cantantes.
-Odio las competiciones y lo sabes. No hay nadie mejor o peor, hay personas. Hay cantantes.
-Piensa en el lío de Israel este año.
-No hay mucho que pensar en eso, hemisferio pesado, es lo que hay.
-Venga, bah, ponte a pensar de esa manera que haces tú en tu lado.
-Déjame tranquilo. Mira, te doy un titular mental: La vida es dura y luego te mueres. ¿Te vale?
-No sé, esperaba algo más de tu lado.
-Y yo del tuyo, pero las bombas siguen las leyes de la gravedad.
Jerónimo era vidente. Todo empezó cuando tenía apenas seis años y soñó que su padre rompía el retrovisor del coche saliendo del aparcamiento del centro comercial. Cuando esa tarde sucedió, no pudo hacer nada para impedirlo, pero un escalofrío le recordó que su sueño era real.
Con el tiempo, había aprendido redirigir sus visiones: bastaba con pensar intensamente en algo justo antes de irse a dormir para soñar con ello. Le había resultado muy útil, primero con la lotería y luego con la inversión en bolsa. No se consideraba una mala persona y no veía por qué iba a ser inmoral aprovechar su don. Lo que nunca había sido capaz de ver era por qué, cada noche, aparecía una moneda de euro bajo su almohada.
El ratoncito Pérez era vidente.
menéame