Al ver cruzar el gato negro no hizo caso, total, la tormenta había roto su paraguas y estaba empapado, solo deseaba llegar a casa. Al abrir la puerta se quitó la gabardina sin recordar que llevaba la mochila aún colgada, esta golpeó el espejo del recibidor y lo rompió en mil pedazos. Pero incluso lo agradecio, el espejo era viejo y lo había dejado allí su ex, ni ella lo quería y era lo último que allí quedaba de ella. Era tarde y quiso cenar, comeria algo rápido, una ensalada preparada solo …