Esta obra, te dices, ha de ser un enorme éxito. Apagan las luces, apenas puedes ver a quienes se sientan a tu lado, toda la atención se concentra sobre el escenario. Es como si pudieras espiar la vida de esta familia, como si te dieran el privilegio de fisgonear por la cerradura de una puerta. Bertolt Brecht, dramaturgo alemán, vivió una experiencia similar y se sintió estafado. Todo era un invento. Inventó, entonces, un teatro con un sistema de actuación desarrollado por el director de teatro ruso Konstantín Stanislavski.