Cada ser vivo busca ante todo una cosa: sobrevivir. Un arbusto, una ardilla, un salmón, una anciana con bastones, un chaval nigeriano en una patera, una madre de familia católica, un senador. Todos roen, luchan, arañan cada brizna comestible de este atormentado planeta con esa única ambición común. Las plantas y los animales mueren, se secan, no germinan, desaparecen para siempre o prosperan en función del delicado equilibrio que explica la ciencia de las especies. Y gracias a ese equilibrio de fuerzas el tercer planeta del...