Dani, una persona joven, quería establecer su hogar en nuestra ciudad, y se encandiló de un edificio de finales del siglo XIX, con sus miradores, su decoración, su majestuosa escalera y sus techos interminables. Le encantó, y llegó a un acuerdo con su propietario, mediante un contrato firmado, para vivir en él durante muchísimos años. Con este contrato de renta, vigente hoy en día, Dani acometió una reforma total del piso, invirtiendo el coste de lo que podía haber sido otro piso, con la tranquilidad, eso sí, de que la inversión, por muy alta q