La concesión de una placa honorífica a Mario Vaquerizo, en una sala de ensayo del Centro Cultural Galileo, por su aportación, según el alcalde madrileño Almeida, a la difusión de la Movida —manoseada de manera nauseabunda—, en la que el homenajeado ni participó ni ha sido nunca referente de ese movimiento cultural; supone realzar la cultura de garrafón en la figura de su principal epitome: Mario Vaquerizo, que se define a sí mismo como un hombre del renacimiento, lo que en términos mediáticos se denomina showman; esto es, un animador de espectá