SI algunos analistas políticos levantaran la cabeza se verían obligados a replantear sus teorías, pues la trama de corrupción descubierta por el juez Baltasar Garzón ha pulverizado grandes reflexiones sobre el buen gobierno. En su «Brevario para políticos», el cardenal Mazarino, asesor del rey Luis XIV, aseguraba, posiblemente con intención de epatar, que una excelente manera de corregir a un hombre de una mala inclinación es conferirle un cargo en el que tenga que corregir en otros el defecto que él padece.
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