Una niña californiana quería ir a Disneyland. Quiso recaudar dinero mediante la venta de limonadas en su pueblo. Exprimió los limones y se llevó el zumo en una nevera. Se puso a vender el vaso de limonada a 2 dólares en un cruce de calles. Justo allí se encontraba un policía, que le pidió la licencia de apertura de un negocio. El policía le ayudó a desmontar el tenderete y avisó a un encargado de planificación urbana para ver si se podía relocalizar el negocio. Nada se pudo hacer. El padre de la niña defiende al policía: "sólo hizo su trabajo".
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