Hace 12 años | Por MLeon a selecciones.es
Publicado hace 12 años por MLeon a selecciones.es

Shyima nació en Alejandría (Egipto), y hace un año cerró un capítulo de su vida que desearía que jamás se hubiera escrito. Todo comenzó en el año 2000, cuando sus padres, sumidos en la pobreza, la vendieron a una pareja adinerada en El Cairo. Ésta se fue a vivir a Estados Unidos, introdujo ilegalmente a la niña, entonces de 10 años, y la obligó a trabajar día y noche en su lujosa mansión. La pareja pegaba a Shyima, pero ella sufría más por el encierro y los insultos. “Me decían que era estúpida y que no valía nada”, cuenta.

Comentarios

NoEresTuSoyYo

1 de miles de casos que siguen ocurriendo hoy día pff ¿qué coño le pasa a la humanidad ?

D

Una historia contada como tantas otras, pero ésta con final feliz, gracias a alá.

Shirouhana

Para ella ha acabado todo bien. Pero sólo de pensar todo lo que queda por ahí... Qué asco de todo.

D

Son sus costumbres y hay que respetarlas...


HIJOS DE PUTA!

alexwing

He de reconocer que me ha emocionado, solo espero que tenga una vida lo más placida posible, se lo merece por todo el sufrimiento que le han hecho pasar.

"No hay nada que pueda quitar la libertad a un hombre salvo otros hombres. Para ser libre, un hombre debe ser libre de sus hermanos." Ayn Rand

polvos.magicos

Sin ninguna duda la culpa de los padres, primero por tener una hija que no pueden mantener y después por venderla cuando no pueden hacerlo. Debería haber una ley que prohibiera vender nada que tenga vida, desde un animal de la especie humana hasta uno de la especie de las aves, pasando por el resto de especies.

Tao-Pai-Pai

#4 Si hubiese una ley así no podrías comprar lechugas ni yogures por ejemplo. Arreglemos las cosas, pero con sentido común ¿eh?

MLeon

#4 ¿Acaso crees que es legal vender humanos?

Tao-Pai-Pai

Duro, duro... A lo que nos gusta jugar a esclavos durante las relaciones sexuales (que nos aten con esposas, que nos azoten con un látigo en las nalgas, ...), claro, hace gracia en el momento y es muy excitante. Pero cuando ves de donde viene eso se te quitan las ganas, la verdad...

Propongo que abandonemos estas prácticas por respeto, ¿OK?

Delapluma

A) Dice mi actual jefe que, en cualquier sociedad, por cuidada que ésta sea, por buenos ideales que tenga, el nivel de hijoputismo, siempre se mantiene constante, ¿queréis saber porqué a un menor de catorce años no se le puede hacer un seguro de vida (de salud sí, de vida no)? Porque muchos padres los mataban para cobrar la indemnización. Cuando comenzó a hacerse el París-Dakar, muchos tiraban a sus propios hijos, a veces incluso bebés de meses, al paso de los vehículos para que muriesen atropellados y cobrar la pasta. Sabiendo eso, lo de vender a una criatura como esclava, siendo tu propia hija, es algo esperable, aunque no por ello, menos penoso y digno de desprecio.

B) Me alegro muchísimo por esta chica que todo haya terminado bien y tenga una familia, un futuro, y esperanzas de felicidad, si bien, como ella misma reconoce, lo que le han hecho le dejará cicatrices de por vida, ojalá sea muy fuerte.

C) #3 Eeeeh... no. Lo siento, pero no. Cuando yo tengo una relación de dominación, todo es consentido, todo es pactado, todo es razonable, y sólo nos mueve una cosa: el dar y obtener placer. Si mi esclavo quiere parar, yo me detengo de inmediato. Si algo no le gusta, lo dice enseguida. Si vivimos una situación de dominación 24/7, todos los límites están fijados con anterioridad, y la palabra de paro, está prefijada y los dos nos atenemos a esa condición. No tiene nada que ver la esclavitud "jugada", con la esclavitud real, en la primera, tu amo no te humilla por maldad, sino porque a tí te gusta. No te azota por hacerte sentir dolor, sino porque a tí te gusta. No te esposará para rebajarte, sino porque a tí te gusta... y en cualquier momento, tú como esclavo, podrás parar. Y cuando se termine el juego, tu ama (o amo), ya no será tu ama, sino tu igual, y hasta podréis invertir los papeles. Lo siento, pero no tiene nada que ver un juego, con una terrible realidad, y yo personalmente, no estoy dispuesta a renunciar a un juego mutuamente acordado y que no hace daño a nadie.