Quizá se puedan quejar mis compañeros de piso de las notas que les dejo de cuando en cuando, pero en mi reciente viaje a San Sebastián pude ver que todavía me queda mucho por aprender de los verdaderos maestros: aquéllos que son capaces de contar una historia con sus notas de mala leche. La narración comienza de la siguiente manera hace ya más de tres años...
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